Veneti
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Los vénetos (en latín, Veneti) originarios son una población de origen indoeuropeo del mismo grupo de los ilirios y que se estableció en la primera fase de su migración en la Anatolia septentrional y occidental. Según diversas fuentes, tanto reales como legendarias, fueron uno de los pueblos que participaron en la ligas lideradas por Troya y lucharían contra los aqueos en la larga guerra por el predominio de la zona. A raíz de las convulsiones de dicha guerra y la caída en la Edad Oscura tuvieron que migrar una vez más, asentándose en los actuales Véneto (Italia) y Eslovenia. En esta parte de Europa su cultura se alió con la romana y mantuvo fuertes rasgos a pesar de su romanización. En las últimas fases de la caída del Imperio Romano de Occidente las ricas poblaciones del interior (Aquileia, Altinum, Heraclea, etc.) tuvieron que dejar sus hogares y acabaron fundando Venecia, una ciudad principalmente defensiva que terminó por convertirse en una potencia hasta finales del siglo XVIII.
Los vénetos adoraban un panteón de dioses en el cual destacaba la diosa Reitia, que los romanos asociaron con Cibeles.
[editar] Los Veneti de Galia
Los Veneti fueron también uno de los pueblos durante las guerras de las Galias de Julio César, con los que éste se enfrentó. Fueron probablemente una segunda y más tardía rama migratoria que eligió el norte como ruta de escape. Vivían en la costa oeste de Francia. Eran en su época famosos por ser grandes marineros, acostumbrados a navegar por las difíciles aguas del Océano Atlántico. Utilizaban barcos de altas proas y pesadas velas de cuero, agarradas a las cubiertas con gruesas sogas.
Durante la guerra de las Galias constituyeron un importante impedimento para el César. Acostumbrados los romanos a utilizar barcos de proas y cubiertas bajas, de las usadas en el Mediterráneo, fueron unos rivales formidables en el mar para los las legiones de Roma.
Los romanos eran sobre todo infantes y no muy marineros. Por esta razón, César consiguió vencerlos inutilizando sus barcos, en los que no temían la derrota. Para ello, el César se enfrentó en el mar, acercándose a los barcos y cortando las amarras de la velas, único apoyo con el que contaban los vénetos para mover sus barcos, ya que estos no usaban remos. Ayudados los romanos por sus remos y por la gran movilidad de sus naves, consiguieron inmovilizarlos y abordarlos, siendo el fin para los vénetos.
Después de esta derrota no volvieron a levantarse contra Roma de forma seria pues César decidió matarlos o dispersarlos. Siendo tan buenos marineros y no siendo plausible que toda su flota fuera destruida es muy probable que se retiraran por la costa gala llegando incluso a Britania.