Ópera alemana
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Wolfgang Amadeus Mozart ha quedado en la historia como la cumbre de la ópera alemana de finales del siglo XVIII. Más allá de su excelente trabajo en el campo de la ópera italiana (con su Fígaro, Così y Don Giovanni), Mozart cultivó también el singspiel, como en el caso de algunas de sus obras iniciales, Die Entführung aus dem Serail (1782) y Der Schauspieldirektor (1786), y el caso de la que se considera como la obra maestra del estilo, Die Zauberflöte (1791, año de la muerte del compositor).
Ludwig van Beethoven aunque prolífico en otros géneros, no compuso muchas obras dramáticas. Completó sólo una, Fidelio (1805). El género no fue fácilmente cultivado por el artista, y en Fidelio los ideales filosóficos que trataba de expresar, en algunos casos parecen diluir el impacto del drama. A pesar de todo lo anterior, Fidelio es considerada por muchos, una obra maestra. Algunos incluyen esta obra dentro del singspiel, por lo cual se dice que Beethoven no aportó cambios notables al género operístico.
Uno de los compositores que sí avanzó en el campo, alejándose ligeramente del singspiel fue Carl Maria von Weber, que inició el proceso de diluir las arias y los recitativos, implementando el concepto de la unificación musical. Incluso, Weber utilizó motivos musicales reitaradamente, algo que llegaría a su forma más avanzada con el complejo uso del leitmotiv wagneriano (véase más adelante). Su obra maestra fue Der Freischütz (1821), que además de las características mencionadas es considerada por muchos como la primera ópera nacionalista, dado que utilizó temas musicales y dramáticos que provenían del folclore germano. Es también la primera ópera romántica alemana. La pronta muerte de Weber es apuntada como muchos de los críticos como la razón por la cuál no aportó más obras y por tanto progresos al género.
Richard Wagner se inició como imitador, o al menos seguidor del estilo de Weber. Pero pronto fue pionero en un estilo de composición contínuo, en el cual se mezclababa definitivamente las arias y los recitativos, dejando de lado los números cerrados de la ópera italiana o el singspiel. Wagner utilizó extensivamente el leitmotiv. Las primeras ideas de Weber, que se basaban en la repetición exacta de algunos motivos musicales, llegó al extremo con Wagner (especialmente en la tetralogía) de presentarse como temas que podían variar de forma y estar asociados a ideas o caracteres de la obra. Se dice que el epítome del estilo wagneriano se alcanza en la Tetralogía (1876, primera representación integral en Bayreuth). Sus obras posteriores también son consideradas por algunos críticos como obras que ahondan en el sentido nacionalista alemán, e incluso, llegan al extremo de considerarse racistas.
Richard Strauss escribió una obra que muchos han catalogado como la última gran ópera romántica alemana, Der Rosenkavalier (1910). También compuso dos obras que sirvieron para extender el sistema musical tonal, hasta sus extremos: Elektra (1903) y Salome (1905). La música altamente cromática se caracterizaba por sus duras disonancias y armonías no resueltas. Esto, mezclado con los temas un poco crudos, sirvieron para desarrollar el estilo denominado expresionista.
Alban Berg, miembro de la segunda escuela vienesa, discípulo de Arnold Schoenberg, compuso la única ópera atonal que ha alcanzado un nivel internacional. Su obra Wozzeck (1925), continuó la exploración del lado obscuro del hombre que inició Strauss, siendo al mismo tiempo más intimista y psicológica, y utilizando un lenguaje musical que combinaba elementos de la música dodecafónica, serial y tonal.
[editar] Fuentes
- "The Oxford Illustrated History of Opera", Roger Parker, editor, Oxford University Press, 1994, ISBN 0192854453 (existe versión en castellano).