Batalla de Badajoz (1812)
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Tercer Sitio de Badajoz | |
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Parte de: Guerra de Independencia | |
Fecha: 16 de marzo a 6 de abril de 1812 | |
Lugar: Badajoz (España) | |
Resultado: Victoria anglo-portuguesa | |
Beligerantes | |
Reino Unido | Primer Imperio Francés |
Comandantes | |
Arthur Wellesley | Armand Philippon |
Fuerzas en combate | |
25.000 hombres | 5.000 hombres |
Bajas | |
5.000 muertos o heridos | 1.500 muertos o heridos |
- Para otros usos de este término, véase Batalla de Badajoz.
Entre el 16 de marzo y el 6 de abril de 1812, la ciudad de Badajoz fue sitiada por los ejércitos anglo-portugueses bajo el mando de Sir Arthur Wellesley, Duque de Wellington, resultando finalmente en la rendición y retirada de la guarnición francesa. El sitio fue uno de los más sangrientos de las Guerras Napoleónicas, con cerca de 3.000 soldados muertos en unas pocas horas de lucha intensa hasta que el asalto llegó a su fin.
[editar] Sitio
Tras la captura de las ciudades fronterizas de Almeida y Ciudad Rodrigo en sitios anteriores, la fuerza anglo-portuguesa se dirigió a Badajoz a capturar la ciudad y asegurar las líneas de comunicación con Lisboa, la base primaria de operaciones del ejército aliado. Badajoz estaba protegida por unos 5.000 soldados franceses bajo el mando del general Armand Philippon, al mando de la ciudad, y poseía unas fortificaciones mucho más fuertes que Almeida o Ciudad Rodrigo, con una sólida muralla cubriendo numerosos fuertes y bastiones. Badajoz ya se había enfrentado a dos sitios sin éxito y estaba bien preparada para un tercer intento, con las murallas reforzadas y algunas áreas alrededor de las murallas inundadas o minadas con explosivos potentes.
El ejército aliado, de unos 25.000 hombres, sobrepasaba en mucho a la guarnición francesa en una proporción de cinco a uno y tras rodear la ciudad, empezó a instalar el sitio preparando trincheras, paralelos y movimientos de tierra para proteger a la artillería pesada. Mientras se desarrollaban los movimientos de tierras, los franceses hicieron varias incursiones para intentar destruir las líneas avanzadas hacia la muralla, pero fueron repetidamente repelidas por los tiradores británicos y contraatacados por la infantería.
Con la llegada de los obuses de 18 y 24 libras, los aliados empezaron un intenso bombardeo de las defensas de la ciudad mientras uno de los bastiones defensivos era tomado por los Casacas Rojas del General de la tercera división Thomas Picton. La captura del bastión permitió movimientos de tierra más extensos y pronto un laberinto de trincheras fue acercándose sigilosamente a las altas murallas de piedra mientras los cañones continuaban disparando a las murallas. El 5 de abril habían sido abiertas dos brechas en la muralla y los soldados se prepararon para asaltar Badajoz. La orden para atacar fue retrasada 24 horas para permitir que se hiciera otra brecha en la muralla. Se empezaron a filtrar noticias a los aliados de que Soult estaba en marcha para reforzar la ciudad y se dio la orden de lanzar el ataque a las 22:00 del 6 de abril.
La guarnición francesa era consciente de lo que venía y minaron las grandes brechas de la muralla y se prepararon para el inminente asalto.
[editar] Asalto a la ciudad
Con tres grandes brechas en la muralla y el Mariscal Soult en marcha para socorrer a la ciudad, Wellesley ordenó a sus regimientos asaltar la ciudad a las 22:00 el 6 de abril y las tropas se se adentraron con escalas y diversas herramientas.
Los primeros hombres en asaltar la brecha fueron los Forlorn Hope —en el ejército inglés se denominan así a los efectivos de asalto, generalmente voluntarios con ganas de ascender en la carrera militar y que llevan a cabo misiones suicidas o de elevadísimo riesgo— quienes lideraban el ataque principal con la cuarta división y la división ligera de Craufurd, mientras se llevaban a cabo ataques de distracción al norte y al este por los soldados portugueses e ingleses de la quinta división y de la tercera de Picton.
Justo cuando los Forlorn Hope estaban empezando el ataque, un centinela francés dio la alarma. En pocos segundos los puestos de defensa se llenaron de soldados franceses, que vertían un granizo letal de fuego de mosquete a las tropas en la base de la brecha. Los británicos y los portugueses llegaron en oleada y corrieron hacia la muralla, encarando una asesina descarga de artillería de mosquetes y granadas, piedras, barriles de pólvora con plomo e incluso paquetes de heno ardiendo.
La descarga furiosa de artillería devastaba los soldados británicos en la muralla y la brecha pronto empezó a llenarse con muertos y heridos, los cuales tenían que ser sorteados por las tropas de asalto. A pesar de la masacre los casacas rojas continuaron llegando en oleadas de gran número valientemente, sólo para ser acribillados por descargas sin fin y metralla de granadas y bombas.
En sólo dos horas, unos 2.000 hombres habían muerto o habían sido heridos gravemente en la brecha principal, mientras un número indefinido de la tercera división fueron tiroteados en la maniobra de distracción. El propio General Picton fue herido mientras escalaba para intentar llegar a lo alto de la muralla. En cualquier sitio que atacaban, los soldados aliados fueron parados y la carnicería fue tan inmensa que Wellesley estuvo a punto de pedir parar el asalto, cuando los soldados finalmente se introdujeron en la muralla.
La tercera división de Picton finalmente consiguió llegar a lo alto de la muralla y simultáneamente enlazar con hombres de la quinta división, quienes también estaban intentando adentrarse en la ciudad. Una vez que se introdujeron, los soldados portugueses y británicos estaban en gran ventaja numérica y los franceses empezaron a retroceder. Viendo que no podían resistir más, General Philippon se retiró de Badajoz y se dirigió al campo de los alrededores para intentar reunirse con el Mariscal Soult. Al éxito le siguieron saqueos en masa y desórdenes mientras los casacas rojas se emborrachaban, y pasaron unas 72 horas hasta que el orden fue completamente restaurado. Entre los civiles españoles que consiguieron sobrevivir estaban Juana María de los Dolores de León, futura mujer del general Harry Smith, y su hermana.
Cuando llegó finalmente la mañana del 7 de abril, se reveló el horror de la masacre que rodeaba toda la muralla. Los cuerpos fueron apilados y la sangre discurría como ríos en las zanjas y trincheras. Cuando vio la destrucción y la masacre, Sir Arthur Wellesley lloró amargamente y maldijo al Parlamento Británico por concederle tan pocos recursos y soldados. El asalto y las escaramuzas anteriores habían causado en el bando aliado unas 4.800 bajas. La élite de la división ligera había salido muy dañada, perdiendo un 40% de sus hombres. El asalto fue, sin embargo, un éxito y Wellesley había asegurado la frontera hispano-portuguesa y podía moverse ahora contra el mariscal Soult en Salamanca.