Giacomo Matteotti
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Giacomo Matteotti (*22 de mayo de 1885 - †11 de junio de 1924), político socialista italiano.
Nacido en una familia adinerada, Matteotti se licenció en jurispruencia en la Universidad de Bolonia, donde entró en contacto con el movimiento socialista, en el cual se convirtió pronto en una figura destacada. Durante la Primera Guerra Mundial sostuvo la necesidad de mantener la neutralidad de Italia, lo que le costó su encarcelamiento en Sicilia.
Apodado "La Tempestad" por su impetuosidad militante, no descuidó su lado más humano, donando gran parte de su salario como diputado a un orfanato de niños.
Matteotti fue el jefe del Partido Socialista Unitario en la Cámara de los Diputados, donde tomó posición contra el fascismo y contra Benito Mussolini, siendo durante un cierto tiempo el portavoz de la reducida oposición parlamentaria al Partido Nacional Fascista.
El 30 de mayo de 1924 Matteotti tomó la palabra en la Cámara para protestar por las elecciones que se habían celebrado el 6 de abril. Mientras de la bancada fascista surgían los gritos y las risotadas, Matteotti lanzaba un discurso -que acabaría siendo famoso- en el cual desgranaba una a una todas las ilegalidades y los abusos cometidos por los fascistas al objeto de alcanzar la victoria en las elecciones. Al término del discurso, después de recibir las felicitaciones de sus compañeros, les respondió: "Yo ya he hecho mi discurso. Ahora os toca a vosotros preparar el discurso fúnebre para mi entierro".
Fue raptado el 10 de junio en Roma, encontrándose su cuerpo en estado de descomposición el 16 de agosto en un bosque a 25 km. Si bien se sabe que fueron sicarios fascistas los que le raptaron y dieron muerte, no se llegó nunca a probar que fuera el mismo Mussolini el que ordenó su muerte, aunque se tiene constancia de que al término del discurso de Matteotti, Mussolini comentó en público ante el jefe de la policía secreta fascista que el que había pronunciado tal discurso no debería "seguir en circulación".
Antes de su muerte Matteotti ya había padecido el trato de las escuadras fascistas, siendo secuestrado y torturado aplicándole la llama de una vela al ano. A pesar de ello nunca acalló su espíritu anti-fascista.