Matanzas de Sabra y Chatila
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Las matanzas de Sabra y Chatila hacen referencia al asesinato de civiles palestinos que tuvo lugar en dos campos de refugiados de Beirut en septiembre de 1982 durante la Guerra del Líbano, a manos de la milicia cristiano-falangista libanesa y bajo la ocupación israelí.
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[editar] Los hechos
El 14 de septiembre de 1982 el líder maronita y mandatario electo libanés, Bashir Gemayel, es asesinado, junto a cerca de cuarenta personas más, en la voladura con explosivos de la sede central en Beirut de las Fuerzas Libanesas, una milicia cristiano-falangista aliada de Israel. La acción terrorista se atribuyó al agente sirio Chartouni. Para preservar su estrategia en Líbano, en peligro por el atentado, dos divisiones del Tsahal, al mando del Ministro de Defensa Ariel Sharon, ocupan Beirut oeste al día siguiente, sin hallar resistencia. El 16 de septiembre al anochecer y en una ciudad bajo control militar israelí, unos 200 milicianos falangistas dirigidos por Elie Hobeika, sucesor de Gemayel, se adentran en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, situados en las afueras de Beirut. Su misión era localizar posibles guerrilleros en retirada de la OLP y desarmarlos, pero lo que sucedió en realidad fue una masacre de palestinos, la inmensa mayoría civiles indefensos, que se prolongó durante más de 30 horas. La cifra precisa de muertos ha sido siempre objeto de disputas y oscila entre «varios centenares» (460, 800) según fuentes cristiano-libanesas, israelíes y occidentales y algún millar (1000, 1500, más de 2000, 4000) según fuentes palestinas y árabes.
Las tropas del Tsahal tuvieron indicios de lo que estaba pasando en los campos, pero no supieron o no pudieron ponerle fin hasta la mañana del 18 de septiembre, cuando la noticia de la tragedia ya se estaba difundiendo.
[editar] Consecuencias
El hecho produjo un gran escándalo internacional y conmocionó a la opinión pública israelí, produciendo una profunda crisis política. Una semana después de la tragedia, el 25 de septiembre, unas 400.000 personas se manifestaron en Tel Aviv –la manifestación más grande en la historia del país–, convocadas por el movimiento pacifista Shalom Ahshav y por la oposición de izquierdas israelí. Exigían responsabilidades, dimisiones y una investigación independiente que aclarase lo sucedido. Menahem Begin, totalmente desbordado, accedió, y tres días después encargó una comisión de investigación al presidente del Tribunal Supremo, Yitzhak Kahan. El informe final de la Comisión Kahan se hizo público en febrero de 1983. Señaló a los cristianos falangistas como autores materiales de las muertes, pero imputaba a Israel una responsabilidad indirecta (como la de las autoridades rusas en los pogromos, dice el informe), critica duramente la indiferencia e imprudencia de algunos ministros y mandos militares, califica de «negligencia grave» la conducta del jefe del Estado Mayor, el general Rafael Eytan y, especialmente, considera que Ariel Sharon «faltó a sus obligaciones», por lo cual recomienda su dimisión o cese como ministro de Defensa.
Algunos historiadores han señalado también la aplicación de un rasero distinto a estos hechos con respecto a otros muchos que sucedieron también entre facciones árabes sin la presencia israelí, y que no suelen recordarse, en una guerra civil que, entre 1975 y 1990, produjo más de 100.000 muertos.
[editar] Repercusión
Para muchos, el informe de la Comisión Kahan, el cese de Sharon y su abandono de la política no fue suficiente. Sectores pro-palestinos han seguido insistiendo durante años en acusar a Ariel Sharon de autor o instigador de la matanza, algo que arreció –en forma de procesos judiciales en Europa– cuando éste regresó a la política, al ser elegido como primer ministro de Israel en 2001. Así, la Justicia belga aceptó a trámite una demanda contra Sharon en 2001, en aplicación de una ley de jurisdicción universal para casos de violaciones a los derechos humanos, usada en 1993 para procesar a los acusados del genocidio de Ruanda. Israel no lo tomó en consideración y adujo que se trataba de un proceso basado en motivaciones políticas. La ley fue luego invocada para iniciar causas contra George W. Bush y Colin Powell, y contra otros líderes acusados de crímenes contra los derechos humanos, como Fidel Castro y el propio Yasser Arafat. Ante el cuestionamiento de la jurisdicción belga para este tipo de procesos sobre derechos humanos y crímenes de guerra, que causó a Bégica problemas diplomáticos, Bélgica enmendó su ley para que se circunscribiera a casos donde las víctimas fuesen ciudadanos belgas. En septiembre de 2003 el más alto tribunal belga archivó la causa contra el entonces premier israelí argumentando que no había base legal para el proceso.
Por su parte, y a diferencia de Sharon, el falangista Elie Hobeika, considerado el responsable material de la matanza, nunca fue acusado en un tribunal, ni en su país ni en Europa, ni se le siguió asociando a Sabra y Chatila, lo cual le permitió desempeñarse como ministro en el gobierno libanés en los años 1990, hasta que un atentado con coche bomba en Beirut, del que se desconocen sus autores y motivaciones, le costó la vida en enero de 2002.
Ariel Sharon continuó su carrera política pese a su renuncia tras el informe de la Comisión Kahan.
[editar] Referencias
Joan B. Culla, La tierra más disputada. El sionismo, Israel y el conflicto de Palestina, Madrid, Alianza Editorial, 2005.