Semana Santa de Hellín
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La semana Santa de Hellín es el conjunto de actos que se realizan en la localidad de Hellín (España) durante la Semana Santa. Están declaradas fiestas de interés turístico internacional.
Las tamboradas y las procesiones en Hellín forman un todo indisoluble. Son los mismos hellineros los que mayoritariamente participan en ambos acontecimientos. Si nos atenemos a su población (31.000 habitantes), llama la atención la existencia de veinticinco Cofradías y Hermandades con siglos de historia a sus espaldas, que procesionan a hombros treinta imágenes y grupos escultóricos.
Hellín se enorgullece de contar con la mejor colección nacional de imaginería religiosa de la posguerra hasta nuestros días [1], así como bellas tallas de siglos anteriores, cabe destacar el Cristo Yacente de Mariano Benlliure[2] (que según algunos expertos es una de las cinco mejores esculturas del siglo XX {Taller de Restauraciones el Retablo}), La Virgen de las Angustias de Victor de los Rios, la Santa Cruz con la Virgen de la Amargura de José Zamorano, el Cristo de la Coronación de Espinas de José Hernandez Navarro y la Oración del Huerto de Federico Coulleaut Valera.
[editar] Tamboradas
Las tamboradas de Hellín (La Ciudad del Tambor), constituyen un multitudinario rito en el que impera la participación, la convivencia y la hospitalidad, entre los cerca de 25.000 tamborileros que toman parte en estas, bien de manera individual, o formando grupos o peñas. Sin distinciones de edad, sexo o condición se interpretan los redobles típicos de manera ininterrumpida.
Las tamboradas transcurren entre el incesante y ensordecedor "rugido" de los miles de tambores, pudiéndose también apreciar "exhibiciones" en el redoble y "piques" entre peñas por imponer su toque. Las tamboradas de Hellín tienen diferentes momentos importantes, uno de ellos es la subida al Calvario en las primeras horas del Viernes Santo, tras haber estado toda la noche tocando el tambor, se sube acompañando a la procesión. Y el otro gran momento es el silencio que se produce el Domingo de Resurrección, cuando más de 50000 personas enmudecen, al igual que los miles de tamborileros, para presenciar el encuentro entre Nuestra Señora de los Dolores y el Cristo Resucitado, para una vez producido este, estallar un estruendo de "racataplas" como símbolo de la alegría por la Resurrección.