Socialismo de Estado
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Socialismo de Estado es el término usado para designar la teoría y práxis del socialismo propugnado por los marxistas (incluyendo socialdemócratas y exceptuando los marxistas libertarios) en notable contradicción e incompatibilidad con el socialismo libertario propugnado por los anarquistas. El término hace referencia del uso del poder del Estado para acabar con la sociedad burguesa y el sistema capitalista por decreto y por medio del traspaso de de áreas económicas y administrativas al Estado socialista en algún tipo de gobierno revolucionario. Debido a que los anarquistas ven en esto similitudes al capitalismo y una continuación del orden capitalista, por haber pasado de un sistema capitalista privado en que existe un clase patronal y burguesa a otra donde el único patrón sería sería el Estado en manos de una clase burocrática, suelen llamarlo también capitalismo de Estado.
Benjamin Tucker comenta:
Marx, su fundador, concluyó que la única manera de abolir los monopolios de clase era centralizar y consolidar todos los intereses industriales y comerciales, todas las agencias y organismos de producción y distribución, en un vasto monopolio controlado por el Estado. El gobierno debe convertirse en banquero, fabricante, agricultor, transportista, y mercader, y no debe sufrir ninguna competencia en estas áreas. Tierra, máquinas, y todos los instrumentos de producción deben ser arrebatados de las manos individuales, y hechos propiedad de la colectividad. El individuo sólo debe poseer los productos a ser consumidos, pero no los medios para producir esos productos. Un hombre puede poseer sus ropas y su alimento, pero no la máquina de coser con que hace sus camisas ni el azadón con que desentierra sus papas. Producto y capital son esencialmente cosas diferentes; el primero pertenece a los individuos, el segundo a la sociedad. La sociedad debe hacerse dueña del capital que le pertenece, por la vía electoral si es posible o por medio de la revolución si fuera necesario. Una vez en posesión del capital, lo debe administrar bajo el principio del bienestar de la mayoría, a través de su órgano, el Estado, el cual se encarga de la producción y la distribución, fija los precios por la cantidad de trabajo involucrada, y emplea a toda la gente en sus talleres, granjas, almacenes, etc. La nación se transformará en una vasta burocracia, y cada individuo en un funcionario del Estado. Todo deberá ser hecho a precio de costo, sin que nadie pueda extraer ganancia. Los individuos no podrán poseer capital y nadie podrá emplear a ningún otro, ni siquiera a sí mismo. Toda persona será un asalariado, y el Estado el único empleador. Aquel que no trabaje para el Estado deberá exponerse a morir de hambre o, más probablemente, ir a la cárcel. Toda libertad de comercio deberá desaparecer. La competencia deberá ser completamente barrida. Toda actividad industrial y comercial estará centralizada en un vasto, enorme y totalizador monopolio. El remedio contra los monopolios es EL MONOPOLIO. — Benjamin Tucker, Socialismo de Estado y anarquismo: en qué coinciden y en qué difieren