Captura del vapor Rímac
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Durante la Guerra del Pacífico tuvo lugar el combate naval conocido como la Captura del vapor Rímac en el cual dicho transporte naval chileno fue aprehendido por naves de la Armada peruana.
[editar] Relato
A pesar de haber incursionado casi hasta Valparaíso, las naves peruanas no habían podido capturar transportes con tropas. Grau acordó con García y García, encontrarse en aguas de Antofagasta, a 25 millas mar afuera y frente al Morro de Jara, en horas de la mañana, exactamente a las 7 del día 23 de julio de 1879.
En el puerto de Antofagasta, Santa María se desesperaba con los informes de la presencia del Monitor Huáscar en los alrededores de Valparaíso y en muchos otros sitios a la vez, que le llegaban. Había que paralizar el abastecimiento del Ejército Expedicionario en Antofagasta, mientras la escuadra chilena no fuera capaz de dar caza al monitor peruano. Eso traería problemas a 12.000 hombres acantonados allí.
Santa María despachó un vapor para traer de regreso a Antofagasta, a la escuadra chilena que cañoneaba la costa tarapaqueña. Mientas el BAP “Huáscar” y el BAP “Unión”, actuaban a pesar de la superioridad material de Juan Williams Rebolledo, causando daño a las líneas de abastecimiento chilenas.
En Valparaíso habían despachado con destino a Antofagasta dos transportes con tropas; uno de ellos el Paquete de Maule transportaba un batallón de infantería y munición. El otro, el Transporte Rímac fletado a la chilena Compañía Sudamericana, transportaba al regimiento Carabineros de Yungay.
El Regimiento Carabineros de Yungay que estaba embarcado en la nave chilena, constaba de 250 jinetes, armados y municionados; todos ellos pertenecientes a las mejores familias de Santiago; la caballada tenía alzada alta y eran animales de lo mejor. El regimiento estaban comandado por el teniente coronel Manuel Bulnes, que era primo hermano del presidente Aníbal Pinto Garmendia e hijo del general Manuel Bulnes que había comandado al ejército chileno en época de la Confederación Perú-Boliviana, en la batalla de Yungay. Este Bulnes que ahora mandaba el regimiento había sido educado en París, pertenecía al ejército desde 1867 y acababa de ser elegido diputado.
El Paquete de Maule tuvo suerte; pasó entre Morro de Jara y la corbeta Unión, con las luces apagadas y no fue vista por ésta.
A la luz del día, a las 6.15, el vigía de la corbeta peruana anunció: ¡humo a la vista!. El comandante García y García pensó que podría ser el Huáscar; pero al examen visual, la nave tenía dos palos. Al monitor peruano, le acaban de sacar el palo trinquete porque estorbaba a su artillería de 300 libras y por tanto navegaba con uno sólo. García y García ordenó avante a toda máquina.
El Rímac que estaba al mando del capitán Lantrup, al detectar la presencia de la corbeta peruana cambió de rumbo primero y trató de ampararse en el cercano puerto de Antofagasta después. Sabía del poco andar de la corbeta peruana: si no, no se le hubiera escurrido la Magallanes en abril pasado. Lantrup ignoraba las reparaciones a la que había sido sometida y la limpieza de sus fondos. La corbeta maniobró para interponerse entre el Rímac y Antofagasta. El capitán Lantrup puso proa al oeste y sin saberlo fue al encuentro del Huáscar que acudía a la cita pactada con la Unión.
La corbeta peruana se arrancó a 12 nudos tras la presa chilena, empujándola hacia el monitor; Lantrup maniobró hacia el noroeste. A las 6.58 en el horizonte se mostraron los humos del Huáscar que acudía puntual a su cita. El comandante del Portal se impacientaba por disparar, pero García y García había decidido ya tomar intacta la presa. A las 08H00, la Unión estaba ya a 1,000 yardas del Rímac. El transporte chileno disparó su cañón de 32 libras que quedó corto. García y García, decide usar el recién instalado cañón Whitworth de 9 libras, para no malograr la presa. Su disparo dio de lleno en la popa del Rímac. El Huáscar se había acercado a 7,000 yardas. El segundo disparo de la corbeta peruana arrasó la cubierta del Rímac matando un soldado e hiriendo a siete. Lantrup insistía en su huída. El tercer disparo dio de lleno en la arboladura; más disparos del pequeño cañón de la Unión, castigaron al transporte que ahora se veía acosado por dos frentes. El Huáscar se seguía acercando y ya estaba a 3,000 yardas. El monitor peruano hizo su primer disparo con las baterías de 300 libras. El grueso proyectil tronó por encima de la cubierta del Rímac a escasos metros. El Rímac paró máquinas e izó bandera blanca en señal de rendición. Los soldados del regimiento Carabineros de Yungay arrojaban sus armas por la borda al mar. Ante una nueva intimidación del monitor peruano, se inmovilizó a todos los tripulantes y soldados embarcados.
En las puertas de Antofagasta, había caído intacto el transporte más rápido de la Armada de Chile y el regimiento más reputado del Ejército de Chile.
El Huáscar paró máquinas a un lado del transporte que no había enarbolado bandera alguna durante el combate. Los primeros en abordar la nave chilena fueron los oficiales capitán de fragata Melitón Carvajal y el teniente primero Enrique Sixto Palacios Mendiburu con marineros y soldados de infantería de marina y del batallón Ayacucho de la guarnición del Huáscar.
El comandante Pedro Lantrup, el teniente coronel Manuel Bulnes y los oficiales del Carabineros de Yungay fueron transbordados al Huáscar; el capitán de fragata Ignacio Díaz Ghana y cinco oficiales a la Unión. Los soldados se repartieron entre el monitor peruano y el mismo transporte capturado. Los ingenieros Dorward y Valladares de la dotación del monitor, pasaron al Rímac para mover sus máquinas.
El balance final del inventario que ordenó Miguel Grau arrojó: 215 caballos finos, 53 canastas de cebollas, 200,00 cartuchos de comblain, 150 carpas, 33 latas de pintura, 640 bolsas de ropa, 448 pares de botas, parafina, 700 toneladas de carbón, abundante cebada, tarros de metralla, fardos para las ambulancias, todo el vestuario del batallón Valparaíso, cápsulas para ametralladora, espadas, revólveres Adams, 61 rifles belgas, 12 barricas de vino,… (Guillermo Thorndike, “1879”, Libre-1 Editores SRL, Lima, 1977), y un cofre cerrado con llave conteniendo órdenes secretas que se halló en el camarote del capitán de fragata Ignacio Díaz Ghana.
La mitad de los tripulantes del Huáscar y de la Unión, se encuentran de viaje al Callao con las numerosas presas hechas. Ahora se transbordan más tripulantes de ambos buques al Rímac para moverlo. Ambos buques peruanos, no tienen la tripulación mínima para maniobrar las naves en combate. Grau da por terminada la campaña y pone proa a Arica para entregar la presa y desembarcar a los prisioneros. Grau ordena proa al oeste y luego al norte.
Grau durante la navegación hacia Arica, descerrajó el cofre que contenía sobres lacrados con órdenes militares, que hizo llevar a su camarote y puso al teniente segundo Carlos de los Heros de centinela, con instrucciones precisas de no revelar su contenido y de entregarlo personalmente al Presidente Mariano Ignacio Prado en Arica.
Mientras tanto en Antofagasta, el ministro Domingo Santa María, que escuchaba los disparos de intimidación de las naves peruanas al Rímac, había despachado al transporte Lamar para avisar a sus acorazados y traerlos de regreso a puerto. El Lamar retornó a Antofagasta con el acorazado Blindado Cochrane a remolque porque había agotado sus carboneras. El contralmirante Juan Williams Rebolledo a bordo del Blindado Blanco Encalada, seguía más al norte sitiando la costa de Tarapacá. Una vez repuesto de carbón el Blindado Cochrane, salió de Antofagasta a patrullar en busca de los peruanos, pero en dirección contraria a la tomada por éstos.
Esta captura fue un grave error del alto mando chileno que siempre había mandado su convoyes sin escolta, confiando en que la escuadra peruana no podía evitar a los buques de Williams en Iquique. Aunque el 18 de julio llegaron las noticias a Santiago de que el Huáscar estaba en el norte de Chile, decidieron la salida de los transportes el 19, para que la caballería estuviera completa cuando se inicie la invasión a Tarapacá que estaba planeada para agosto.
