Anecdotario de la historia del Perú
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A continuación, se presentan diversos hechos históricos que se relacionan con la historia del Perú y cuyo conocimiento resulta interesante resaltar, toda vez que para escribir la historia completa de un país, su extensión supera miles de páginas, lo que resulta imposible realizar en una enciclopedia.
[editar] Época Pre Inca
[editar] El avance del Hombre de Cro-Magnon
Una de las teorías sobre la llegada del hombre a América, es la del cruce por el "Puente de Beringia": los científicos afirman que el Puente de Beringia, en condiciones de ser transitado por hombres y animales, duró "un breve período geológico". La primera etapa, duró unos 4.000 años y la segunda etapa, unos 15.000 años. Es decir, se mantuvo en condiciones de tránsito por aproximadamente 19.000 años.
La ruta que siguieron los primeros Cro-Magnon que cruzaron, pudo haber sido por los montes Chubots en Asia y el ingreso a América, pudo haber sido por la península Seward. Entre ambos puntos extremos en Siberia y Alaska no hay más de 75 kilómetros.
La llegada de los primeros hombres Cro-Magnon a América, se habría producido hace alrededor de 35.000 años atrás.
[editar] Otras rutas de probables migraciones
- Península de Kamchatka (Siberia), islas Aleutianas (Pacífico), península de Alaska (Alaska). Procedencia: asiática. Habrían utilizado embarcaciones rudimentarias (teoría del antropólogo portugués A. Mendez Correia.
- Oceanía, Antártida, América del Sur. También debieron usar balsas (teoría del antropólogo francés Paul Rivet).
- Melanesia, Polinesia, América. Debieron usar balsas primitivas.
[editar] El hogar, cuna del lenguaje
El dominio del fuego produjo en el hombre primitivo una tendencia hacia la sociabilidad. Atraídos por el calor del fuego y la protección que éste les daba contra las fieras, los grupos de hombres, mujeres y niños podían, a la luz del hogar, prolongar su jornada una vez que había anochecido.
Protegidos por esta luz del fuego se reunían para trabajar en la fabricación de sus armas y herramientas, cocer y comer alimentos y dormir; en climas rigurosos, probablemente, se acurrucaban más cerca a él. Con el tiempo se convirtió en el centro alrededor del cual el hombre cristalizó una existencia cada vez más orientada a la solidaridad y al espíritu de familia.
Seguramente, con la necesidad de tener siempre el fuego vivo, se establecieron campamentos temporales, en donde las mujeres no sólo atendían a sus niños, sino cuidaban que el fuego no se apagara. En algún momento, estos pobladores se sintieron estimulados, por sus necesidades y experiencias mutuas, a utilizar cada vez más, la expresión verbal. Al hacerlo, aceleraban una evolución primordial: la del lenguaje.
[editar] Pinturas rupestres de Toquepala
La cueva de Toquepala (Tacna) tiene 10 metros de profundidad, 5 metros de ancho y 3 metros de altura. Se han encontrado sus paredes pintadas con diversas escenas de cacería en las que se representan a cazadores acorralando a lo que parecen ser camélidos sudamericanos silvestres. Para realizar estas pinturas se han usado colores como el rojo, el amarillo, el verde y el negro. De acuerdo con el investigador Muelle, estas escenas habrían sido realizadas con el fin mágico de propiciar una buena cacería.
Se calcula su antigüedad de acuerdo con los fechados radioactivos en alrededor de 11.000 años.
[editar] El átlatl: mortífero lanzador de proyectiles
“El invento que revolucionó la caza de los indios que no fue una punta perfeccionada de lanza, sino un mango de madera, de apariencia inocente, que tenía un gancho en el extremo: el "arroja lanzas", al que se suele designar por su nombre azteca de átlatl, el cual permitía al cazador arrojar la lanza con fuerza suficiente para matar grandes animales en vez de acercarse a ellos inadvertidamente para herirlos con su arma. El átlatl vino a prolongar la extensión del brazo que arrojaba la lanza, y con su acción parecida a la de un látigo, dio a ésta mayor velocidad, aumentando así su alcance y su fuerza de penetración.
No se sabe si fueron los indios quienes inventaron el átlatl o si lo adquirieron de Asia, pero lo usaron hace más de 10.000 años” (R. Clairborne. “Los primeros americanos”; pág.41).
[editar] Organización de la sociedad primitiva
En esta etapa del salvajismo, prevalecía la comunidad primitiva: vida, trabajo y subsistencia en común. Obligados por la escasa tecnología, estos primitivos pobladores del Ande afrontaban todas sus limitadas actividades en conjunto y aquello que recogían lo repartían de manera equitativa entre sus integrantes, sin distingo de edad o sexo. Esa comunidad o “gran familia” estaba lejos de convertirse en la familia nuclear o simple que conocemos hoy en día. En momentos de recolección, la horda era guiada por el más experimentado; pero, durante la cacería, lo era por el más hábil o el más fuerte.
[editar] El perro peruano
Al perro sin pelo del Perú, antiguamente se les llamada perro chimú o perro chimó (actualmente por error se le denomina perro chino). Se trataba de una raza de perros prehispánicos que vivió en la costa del Perú, aunque también son comunes en Mesoamérica. Su apariencia es muy especial, ya que sólo tienen pelo en la cabeza y en la punta de la cola. La tradición oral les atribuye cualidades curativas.
Leyendas del siglo XVII, cuentan que los chancay enterraban a un perro en la boca de una tumba para que el animal guiara al difunto por el camino después de la muerte.
[editar] Cabezas clavas
Estas cabezas de piedra adornan la fachada exterior de Chavín de Huántar. Actualmente sólo queda una en su lugar de origen. Los arqueólogos las han llamado así porque la nuca atraviesa la pared como si fuese un clavo.
Las cabezas clavas son antropomorfas pero con atributos felínicos. Aparecen con los ojos abiertos y la boca cerrada.
[editar] Mitología inventada para el servicio de la nobleza
Las bellas esculturas y huacos, con la predominante figura de “El Degollador”, son una especie de recordatorio de los hábitos de disciplina y obediencia para los súbditos.
Las primeras, en los lugares ceremoniales y palaciegos; los segundos, en los domicilios, habían perfeccionado el control de la casta gobernante sobre sus vasallos.
Indudablemente, no en vano habían pasado varios siglos desde Sechín y Chavín, donde los hombres mutilados y las demoníacas cabezas – clavas, respectivamente, tenían ese mismo propósito, pero solamente eran observables en sus santuarios durante las peregrinaciones y las visitas – comerciales.
En cambio, en Pucará, ese sistema alienante se había perfeccionado. Ahora, es más cercano, más sofisticado, ya que se encontraba insertado en los hogares para que la presencia del castigo y del castigador, sea cotidiano.
[editar] Cráneos deformados
Hasta hoy es un misterio el porqué de las frecuentes deformaciones craneanas en la cultura Paracas. No se sabe con certeza si obedecieron a un ritual mágico - religioso cuyo significado se ignora y que tal vez posteriormente originó un patrón estético. Siendo ello solamente una teoría, se describe solamente su procedimiento.
Después de cientos o quizá miles de años de experimentación los hombres de la cultura Paracas llegaron a cambiar el eje del cerebro logrando una deformación casi erecta, plana u oblicua. Lo consiguieron usando unas almohadillas con armazón de varillas de madera que colocaban en la frente y en la parte posterior de la cabeza (occipital) del recién nacido hasta una edad en que la deformación fuera irreversible. Sa sabe que dicho procedimiento no causaba ninguna tara pero se desconoce si alteraba la percepción de la realidad.
Sin embargo algunos historiadores dicen que las deformaciones craneanas eran utilizadas para cuando halla guerra; se pudieran distinguir entre ellos y sus enemigos. ☻♀☻♀
[editar] ¿Qué contenía un fardo funerario?
Un fardo funerario contenía al difunto en posición fetal envuelto en maravillosos mantos y colocado sobre una canasta. Generalmente iba acompañado de ofrendas: collares de caracoles, un cetro emplumado, un turbante, una honda, muñequeras, un plato de cerámica con choclo (maíz), yuca y frijoles. También podía haber pequeñas piezas rectangulares o circulares de oro repujado cosidas en algunos mantos, así como cuchillos de obsidiana, instrumentos de cirugía o artefactos para hilar y tejer.
El fardo era un completo ajuar funerario cuidadosamente colocado con el difunto para acompañarlo en su muerte. Seguramente los objetos incluidos en los fardos tuvieron una relación directa con su vida.
[editar] Los fardos y el ritual funerario
Gracias a la excelente conservación de los fardos de Paracas, conocemos con detalle el ritual funerario que utilizaron. El cuerpo desnudo del difunto era acomodado, antes de que el rigor mortis lo imposibilitase, en posición fetal, con los miembros fuertemente encogidos, sobre una canasta o envoltorio. Asociados a los cuerpos, encontramos, a manera de ofrendas, varios vestidos con huellas de uso, algunos alimentos vegetales acompañados eventualmente de un mate, retazos de tela o vestidos – miniatura con motivos religiosos bordados, pequeñas placas de oro, etc. Una larga tira de tela burda de algodón envuelve el cuerpo y las ofrendas constituyen su núcleo. En los entierros de adultos, se suele depositar sobre este núcleo una capa adicional formada por algunas piezas de vestido ceremonial, decoradas con bordados y protegidas por varias vueltas de tela de algodón. Éstas fueron posteriormente cocidas y amarradas con soga para facilitar el transporte del bulto. Frente al fardo, los oficiantes depositaban algunas piezas de cerámica, generalmente entre una y siete. Una vara o una caña, con un atado de plumas, indicaba el lugar preciso del entierro. Los individuos de mayor rango, recibían más ofrendas textiles y, en este caso, el número de capas se incrementaba sustancialmente: hasta tres capas sucesivas podían sobreponerse encima del núcleo. Estas capas, y en particular la última, solían contener suntuosos mantos bordados.
Los entierros tienen carácter colectivo y es de suponer que lazos de parentesco cercano unían a los individuos sepultados juntos en las “cavernas” cavadas en la roca o en la arena. En varios casos, se pudo comprobar que los restos mortales depositados en la cámara fueron trasladados de algún otro lugar de entierro provisional, años después del deceso. Las áreas de entierro se sitúan cerca de los asentamientos. Muy a menudo, se seleccionó, para este fin, una zona que antes fue habitada, y se reutilizó las ruinas de las casas y de los edificios públicos abandonados.
[editar] Nuevos descubrimientos para hacer producir el suelo
En el trabajo agrícola de los primtivos peruanos, manejado en su proceso inicial por una élite de especialistas, se decubrieron cosas como éstas:
- Selección de semillas.
- Selección de suelos.
- Elección del periodo estacional para cada una de las fases de la actividad agrícola.
- Siembra
- Cuidado de la planta germinada.
- Irrigación y manejo de aguas.
- Cosecha.
- Utilización de las distintas partes de la planta.
- Aprovechamiento inmediato de la parte comestible.
- Su conservación y almacenamiento.
[editar] Los estados teocráticos: su origen
Todas las primeras culturas del mundo, al convertirse en civilizaciones, adoptaron el sistema de gobierno teocrático. Eso ocurrió en el Viejo Mundo y en Mesoamérica. La cultura andina no podía ser la excepción.
Cuando en el mundo andino se habla de "gobierno de sacerdotes", lo que se quiere decir es que este tipo de personajes en el mundo antiguo andino eran gentes consagradas a una actividad elevada y noble: ser especialistas o sabios eb cosas productivas.
Cuando se produce la revolución agrícola, a aquellos que sabían mucho de los pormenores de esa actividad tan productiva, se le miraba con admiración; por tanto, su prestigo se elevó por encima de los demás miembros de la comunidad. Ese prestigio se convierte en autoridad y poder económico.
Ellos, los sacerdotes, hicieron creer a los comunes que esa sabiduría era por mandato divino. Por eso, comenzaron a gobernar los estados "en nombre de los dioses".
[editar] La bebida y el tostado que marcaron época
Para su tiempo, dos preparados del maíz, la chicha y la cancha, tuvieron una importancia inusitada para los aldeanos - comerciantes, campesinos, pastores y artesanos.
Desde que se produjo en abundancia la chicha de jora y la cancha, gracias a las técnicas de los chavines, el viajero y el trabajador andino se acompañaban siempre con la cancha como alimento de reserva, como fiambre y gran reconstituyente de energías; y, con la chicha de jora, saciaban la sed. Si su huaco estaba seco podían llenarlo otra vez con esta bebida sagrada en la siguiente pascana, en la próxima comunidad aldeana.
Si deseaba ser favorecido por los dioses, no había mejor lugar que el Templo o Castillo. Allí, el sumo sacerdote, el antepasado de los Villaomas, como culminación de una ceremonia especial, derramaba sobre la multitud la “bebida sagrada” como signo de buenas siembras y mejores cosechas.
[editar] Los huacos y su histórica importancia
Actualmente, los huacos adornan museos y casas particulares. Son considerados unas reliquias. En su tiempo, cubrieron varias necesidades. Los huacos fueron la utilería de uso doméstico; hacían las veces de botellas, jarras, vasos, platos, tazas, platillos, tachos, alacenas, etc.
Aquellos más pequeños, con asa o gollete, eran los que acompañaban a los viajeros y guerreros, llenos de agua o chicha de jora o de molle. Los primeros fueron toscos y de pico ancho. Luego, evolucionaron y se hicieron finos, durables y de pico delgado, en punta, para que el bebedor no perdiera ninguna gota del líquido.
El asa servía para colgarlos de sus “huachucos” (correas de tela resistente): los que tenían asa – estribo se llevaban en la mano. Los huacos ceremoniales son verdaderas obras de arte.
[editar] Los barrios de artesanos en Wari
Exploraciones realizadas en la ciudad de Wari, en Ayacucho, han permitido elaborar una hipótesis referente a que un gran sector de la ciudad se dividía en barrios que albergaban a especialistas en diferentes tipos de manufactura de objetos, quienes usaban la piedra, la arcilla, la turquesa, la obsidiana y otros elementos como materia prima.
Los talleres de los artesanos debieron construir grandes centros de especialización donde junto a experimentados maestros trabajaban gran cantidad de jóvenes aprendices ávidos de educarse y capacitarse en los conocimientos necesarios para alcanzar la eficacia y el nivel de sus maestros.
[editar] Época Inca
[editar] Sacrificios humanos en el Imperio Inca
Existieron, de forma esporádica, sacrificios humanos en el Imperio Inca, los cuales se limitaban al ámbito de mujeres escogidas que eran albergadas en la Casa de las Vírgenes del Sol. Estos sacrificios se realizabana a fin de aplacar la furia de los "Apus", pues el espacio geográfico en donde se asentó el imperio es una zona sumamente sísmica, debido a la tectónica de placas y al vulcanismo; sobre todo en la zona sur de los Andes. Los incas atribuían estos fenómenos aleatorios y otros cíclicos como el Fenómeno del Niño a "la furia de los apus" y cuando el fenómeno era grave ofrecían sacrificios humanos. Un ejemplo de ello fue la "Momia Juanita" o la Dama de Ampato.
Sobre la antropofagia, ésta no fue práctica del imperio inca, muy por el contrario, la penalizaron. Puede ser que entre los Antis (pobladores de la selva baja), existieran, pero los incas jamás conquistaron esta zona; llegaron hasta selva alta donde podían sembrar la hoja de coca, considerada sagrada. Los incas no se interesaron en conquistar a los Antis, por considerarlos inferiores e indignos de ser gobernados por incas; igual criterio usaron para no seguir conquistando más al sur del río Bio Bio.
[editar] La Religión Inca
Al principio el dios principal era Viracocha, considerado creador del mundo y de los seres humanos. Con Pachacútec Inca Yupanqui, ocurre una reforma religiosa: el estado proclama al dios Sol deidad oficial y todos los territorios conquistados son obligados a rendirle culto.
[editar] Los Keros
Los keros fueron vasos de madera hechos por los incas. Atrajeron la atención de los estudiosos por la iconografía o pinturas decorativas. Originalmente fueron vasos ceremoniales. El centro de su fabricación y uso fue el Cuzco.
[editar] Un portentoso santuario religioso en el valle de Lima
Pachacámac, la ciudad – templo, está situada en el valle de Lurín (Lima), antiguamente “Irma” o “Isma” (“ichma”, para muchos), límite meridional del Señorío de Cuismancu y, a su vez, de la costa central. Su construcción arranca probablemente en épocas remotas, pero debió ser centro religioso también en esta época, no sólo del Señorío de Cuismancu sino de los costeños en general, según trasciende de las primeras crónicas de Hernando Pizarro y Miguel de Estete. Alcanzó tanto prestigio que aun después de las conquistas incaicas siguió siendo centro ceremonial de primera categoría, según se desprende a las crónicas primitivas.
Los Incas respetaron los antiguos templos y su culto, aunque levantaron en las inmediaciones dos edificios nuevos, dedicados uno al Sol y el otro al servicio religioso (este último llamado Mamacona por Julio C. Tello y Templo de la Luna por Max Uhle).
Se sabe que Hernando Pizarro llegó a Pachacámac, por primera vez, en enero de 1533, en compañía de 23 españoles, para acelerar el envío de oro para el rescate de Atahualpa Inca Yupanqui.
[editar] El significado de la "mamacocha" para los pueblos costeños
Entre tanto, los Incas mandaron mensajeros a Chincha para que su poderoso y rico curaca decida someterse a sus dominios.
Para todos los reinos costeños, la "mamacocha" ("madre mar") era el centro de su mitología. La adoraban porque, gracias a los peces que ella les daba, vivían bien. También por el guano de las islas. Ello ocurría desde Puná hasta Tarapacá.
En nombre de la "mamacocha", los habitantes de Chincha rechazaron la religión y el vasallaje que los incas les ofrecían. Además, porque el rey de Chincha se creyó tan rico como el del Cusco.
[editar] Grandezas en la infraestructura. Educación. "Ama kella"
Durante los años de paz que siguieron a sus hazañas, Pachacútec Inca Yupanqui se dedicó a administrar con eficacia sus dominios. En realidad, rehizo todo, considerándosele como el más grande estadista del antiguo mundo americano. Embelleció el Cusco, principalmente el Coricancha, que quedó enchapado con láminas de oro y piedras preciosas.
Hizo ampliar los caminos reales y mandó hacer palacios, templos del sol, tambos reales para alojamiento de los nobles y el abastecimiento de su ejército y pueblos necesitados.
Creó varios "yachayhuasis" y aumentó el número de amautas para la educación de la nobleza. Generalizó el uso del quechua como lengua oficial.
Reglamentó que el trabajo sea obligatorio, para lo que creó fuentes de trabajo en todo el imperio. Tantas cosas había que hacer en las ciudades y campos, que niños, adultos, viejos e inválidos también tenían ocupación. Jueces especiales perseguían la holgazanería y sancionaban a los culpables.
Sin embargo, tres días al mes estaban dedicados al descanzo colectivo y a las fiestas. Durante esas fiestas, se dispuso que se realicen los "catu" o ferias de productos por guamanis o provincias, para que los artesanos y campesinos pudieran intercambiar lo que producían.
[editar] Pachacútec Inca Yupanqui: un hombre genial
"Pachacútec expiró en pleno apogeo imperial. Su momia fue colocada en Tococache (San Blas/Cusco), en el templo dedicado al Trueno, que él hizo edificar (...). Exhaló el último suspiro muy viejo, completamente canoso, pese a que los runas andinos no encanecen con facilidad.
En 1471 debió ocurrir el deceso del creador del imperio Inca, pero dejó a éste, legislado y administrado, con disposiciones que duraron hasta 1533 y décadas posteriores. Planificó todo y dejó listo para que sus hijos y demás descendientes llevaran el imperio a su máximo esplendor.
Los demás soberanos no harían otra cosa que seguir sus pautas. No cabe duda, fue un hombre genial. Abarcó y dominó todas las actividades. Fue el cerebro más insigne que ha producido la América precolombina, sólo comparable con Alejandro Magno, otro eximio conquistador y creador de un extraordinario imperio en el Viejo Mundo.
El territorio que legó fue la base del Virreinato del Perú y de la actual República del Perú" (Waldemar Espinoza Soriano. "Los Incas", pp. 91 - 92).
[editar] ¿Por qué los incas se empeñaban tanto en sus conquistas?
Las expediciones de conquista no podían esperar, porque el poder de los zapa incas se basaba en:
- Aumentar sus vasallos para que reyes, curacas y comunes de las provincias conquistadas contribuyan con bienes para la nobleza cusqueña y los tambos reales (armas, vestidos, calzados y otros bastimentos), de acuerdo con la producción y especialización de cada uno de ellos.
- Apropiarse del oro, la plata y otros metales preciosos que había en los lugares conquistados, no como contribución, sino como una dádiva o regalo que, como acto de sometimiento, los incas recibían de los pueblos conquistados.
- Aumentar sus tierras de cultivo, mediante el sistema de "tierras del Sol" y "tierras del Inca", seleccionándolas de las mejores que tenían los reyes y curacas sometidos.
[editar] Pensamientos de Túpac Inca Yupanqui"
"Muchos dicen que el sol vive y que es el hacedor de todas las cosas. Conviene que el que hace una cosa asista a la cosa que hace, pero muchas cosas se hace estando el sol ausente. Luego, no es el hacedor de todas las cosas. Y que no vive, se colige de que dando siempre vueltas no se cansa. Si fuera cosa viva se cansara como nosotros. O si fuera libre llegara a visitar otras partes del cielo adonde jamás llega. Es como una res atada que siempre hace un mismo cerco. O es como la saeta que va por donde la envían y no por donde ella querría".
"La avaricia y la ambición hacen que el hombre no sepa moderarse a sí propio ni a otros, porque la avaricia divierte el ánimo del bien público y común y de su familia y la ambición acorta el entendimiento para que no pueda tomar los buenos consejos de los sabios y virtuosos, sino que siga su antojo" (Blas Valera).
[editar] Cómo se soluciona la descendencia imperial de Huayna Cápac
El príncipe Huayna Cápac estaba casado con su hermana Pillcu Huaco, con quien no tuvo hijos. Al peligrar la descendencia para el futuro trono imperial, se casó por segunda vez. Escogió como esposa a su segunda hermana, Raua Ocllo. También casó con su prima hermana, hija de su tío Auqui Amaru Túpac Inca, llamada Mama Runtu; porque no tuvo sino dos hermanas de padre y madre.
Túpac Inca Yupanqui y su consejo imperial acordaron legalizar esos dos matrimonios, porque querían asegurar la existencia de herederos para el trono. De Raua Ocllo tuvo a Inti Cusi Huallpa (Huáscar Inca Yupanqui). Y de Mama Runtu tuvo a Manco Inca.
[editar] La justicia de los incas para aquellos que osaron traicionarlos
Durante la primera expedición a Tumbiz (Túmbes), Huaina Cápac mandó decir a los huancauillcas que se volvieran a someter a los incas, "quienes vinieron rendidos a pedir misericordia de su delito", de aquél que había cometido cuando Túpac Inca Yupanqui, a petición de ellos, les mandó especialistas para que los apoyen, y, al tiempo, ellos mismos los mataron.
Huaina Cápac los juntó a todos los curacas y comunes, y, como castigo: "Mandó matar a una décima parte de ellos". Dispuso que a los curacas sobrevivientes les sacasen dos dientes de arriba y dos de abajo, por haber mentido. Que el castigo de extraerse los cuatro dientes sea cumplido por sus hijos y los descendientes de ellos, para siempre.
[editar] Malos augurios y la impaciencia real
Un antiguo oráculo había predicho que...
- "...pasados 12 reyes ... habían de ir gentes extrañas y nunca vistas y quitarles el reino y destruír su república y su idolatría".
En 1511, Huayna Cápac estaba en el Cusco celebrando el Inti Raimi, cuando un anca (águila real) se presentó en los cielos. La perseguían 6 cernícalos y otros halconcillos. El anca cayó en la plaza mayor. Estaba enferma y murió a los pocos días a pesar de todos los cuidados. El llaica le dijo a Huayna Cápac que era un mal augurio.
Hubo también una noche, muy clara, en que los halos de la Luna se presentaron más coloridos que nunca. El llaica real avisó al Zapa Inca que era un aviso, porque Pachacámac iba a desatar su furia. Huayna Cápac no le hizo caso. Pero el llaica inisitió y le rogó para que viera por sus propios ojos el fenómeno tan extraño. Huayna Cápac salió a la terraza de su palacio. Se asombró de la visión y mandó llamar a todos los magos y adivinos. Uno de ellos, de la nación Yauyu, corroboró lo dicho por el llaica real.
Huayna Cápac desechó esas previsiones y dijo:
"Si no me lo dice el mismo Pachacámac yo no pienso dar crédito a vuestros dichos. Porque no es de imaginar que el sol, mi padre, aborrezca tanto su propia sangre que permita la total destrucción de sus hijos".
Sin embargo, después de esas dos "señales mágicas", Huayna Cápac vivió en el futuro lleno de angustia y temor.
[editar] Los Caminos del Inca y los fines estatales
"Con el surgimiento del Tahuantinsuyu se incrementó el número de caminos hasta alcanzar una extraordinaria magnitud. Según las estimaciones de Hyslop (1984), el sistema víal comprendía de 30,000 a 50,000 kilómetros en su totalidad.
El mérito incaico consistió en su profundo espíritu organizativo y en la planificación de la fuerza del trabajo disponible, que le permitió ejecutar un conjunto víal que sería la base de la infraestructura estatal.
En el gobierno inca, las rutas eran indispensables para los fines del Estado: se movilizaban los ejércitos, se hacía un traslado masivo de poblaciones que eran enviadas en calidad de mitmaqs con frecuencia a parajes distantes de sus lugares de origen, y también el transporte de los productos cosechados en tierras estatales que eran enviados a los depósitos en los centros administrativos.
La organización incaica necesitaba de rutas para enviar a sus dignatarios: administradores, visitadores, jueces, quipucamayocs, entre otros, sin contar con las facilidades requeridas para los corredores, portadores de noticias y mensajes ("chasquis"). Se trataba de todo un mundo que giraba en torno a las necesidades del Estado.
Por lo tanto, el objetivo de la red víal obedecía a los fines exclusivos del gobierno central y no de las etnias o de los particulares. Ése es el punto básico que distingue al sistema incaico de las vías de comunicación modernas" (María Rostworowski).
[editar] Época de la Conquista
[editar] Una curiosa alianza y “los tres socios de la conquista”
Los cierto es que Francisco Pizarro, a los 48 años de edad, entra en una sociedad muy curiosa con Diego de Almagro, que era un aventurero igual que él en edad y economía, y con Hernando de Luque. Diego de Almagro tiene un origen más dudoso que Pizarro, pero se sabe que salió de España con Pedrarias en 1514. Se afincó en Panamá, probablemente entre 1520 y 1522. Pedrarias había salido de Sanlúcar de Barrameda el 12 de abril de 1514. Los tres aportan algunos bienes y tienen el objetivo de conquistar ese fabuloso reino que se llama “Biru” o “el Biru”. Pizarro era el jefe de la expedición; Almagro, el hombre de enlace en abastecimiento militar y alimentos; y Luque, el que se ocupaba de las finanzas y de proveer ayuda. Según el Monseñor González Suárez, “detrás de la persona de Luque, se ocultaba el Licenciado Espinosa”.
[editar] La histórica actitud de Francisco Pizarro
Tafur trasmitió la orden a Pizarro y su gente. Dice José Antonio del Busto: “el trujillano no se dejó llevar por la pasión y, desenvainando la espada, avanzó con ella desnuda hasta sus hombres. Se detuvo frente a ellos, los miró a todos y evitándose una arenga larga se limitó a decir, al tiempo que, según posteriores testimonios, trazaba con el arma una raya en sus vestiduras: “Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere”. Un silencio de muerte rubricó las palabras del héroe, pero pasados los primeros instantes de la duda, se sintió crujir la arena húmeda bajo los borceguíes y las alpargatas de los valientes que, en número de trece, pasaron la raya. Pizarro, cuando los vio pasar la línea “no poco se alegró, dando gracias a Dios por ello, pues había sido servido de ponelles en corazón la quedada”. Sus nombres han quedado en la Historia”.
[editar] Las esmeraldas de Coaque
Cuando repartieron las esmeraldas, sólo los conocedores las guardaron. Otros, ignorantes, las machacaron con yunques para probar su dureza. Por ejemplo, Fray Reginaldo de Pedraza, dominico, uno de los tres curas que trajo Pizarro de España, sí las conocía. Cuando regresaba a España, murió en Panamá y entre sus cosas hallaron gran cantidad de esmeraldas de Coaque. Desde Coaque hasta Caxamarca no volvieron a encontrar riqueza semejante. Sólo juntaron dos mil pesos entre oro y plata, por lo que la gente andaba descontenta.
[editar] Modos de vida en Puná y la estratificación social
Los comunes vestían con trajes muy sencillos, pero con unos “cedacillos en las cabezas”. Los señores principales, debajo de ese traje típico, a la altura de la cadera, tenían puestas unas chaquiras de oro y plata de un ancho de no menos de “cuatro dedos”. Las mujeres de la nobleza tenían esas chaquiras; además, brazaletes y tobilleras de oro. Se alimentaban de “maíz, frijoles pescado y otras legumbres”. Los guerreros tenían cortado el cabello bajo la oreja. Sus armas eran “tiraderas, dardos arrojadizos, macanas”. Tenían ídolos de piedra y madera. Adoraban al Sol, por ser súbditos del Inca.
[editar] Atahualpa se encoleriza
Hernando de Soto, Hernando Pizarro y los caballeros españoles, antes de alejarse del sitio de la entrevista con Atahualpa, en los Baños del Inca, antes de la entrada de Atahualpa a Cajamarca mostraron su dominio sobre los caballos, jinetéandolos en una parte llana, cerca de Atahualpa. Les mandaron hacer varias cabriolas. Pasaron y repasaron frente a un grupo de orejones. Atahualpa ni siquiera se inmutó, tampoco sus orejones. Pero unos guerreros si se asustaron. La comitiva española se alejó raudamente. Atahualpa hizo matar a los indios que habían tenido miedo, lo mismo que a los curacas a quienes pertenecían, con sus hijos y mujeres. La orden había sido que "no huyese ninguno al tiempo de pelear con los cristianos".
[editar] Errónea apreciación inaguantable espera
Muy temprano, los espías de Atahualpa le informaron que los "españoles estaban tan asustados que habían optado por esconderse en el interior del tambo real". Atahualpa no se apuró. Ordenó dar de comer a toda su gente. El desayuno era la principal alimentación de los incas. Durante el día, saciaban la sed con la chicha. En la noche, volvían a tener un alimento muy frugal. Entre tanto, la espera de los conquistadores españoles era angustiosa. Pedro Pizarro, escribió: "... yo oí a muchos españoles que sin sentirlo se orinaban de puro miedo".
[editar] Atahualpa emprende una impresionante marcha
"Pues después de haber comido, que acabaría a hora de la misa mayor, empezó a levantar su gente y venir a Caxamarca. Hechos sus escuadrones que cubrían los campos, y él metido en unas andas empezó a caminar viniendo delante de él dos mil indios que le barrían el camino por donde venía caminando, y la gente de guerra la mitad de un lado y la mitad del otro por los campos, sin entrar en camino. Traía asimismo al Señor de Chincha consigo, en unas andas que parecía a los suyos cosa de admiración, porque ningún indio por Señor principal que fuese había de parecer delante de él, si no fuese con una carga a cuestas o descalzo. Pues era tanta la patenería que traían de oro y plata, que era cosa extraña lo que relucía con el sol. Venían asismismo delante de Atabalipa (Atahualpa) muchos indios cantando y danzando" (Pedro Pizarro).
[editar] La primera inflación del Perú
Tras el reparto del tesoro inca en Cajamarca por parte de los españoles, la inesperada fortuna que consiguió cada conquistador generó la primera inflación de la historia del Perú. Todo subió de precio:
- El precio del caballo antes del reparto, 2.500 pesos, pasó tras éste a 3.300 pesos. Inflación: 32%. El historiador Villanueva Sotomayor dice que "su precio en el mercado subió una cuarta más que el día anterior".
- Una botija de vino de poco más de seis litros, que costaba 40 pesos, se empezó a vender a 60 pesos. Inflación: 50%.
- Un par de borceguíes (botas hasta más arriba de la rodilla que usaban los conquistadores) pasó de 30 a 40 pesos. Inflación 33,3%.
- Un par de calzas (ropa interior: calzoncillo largo, bien ceñido a muslos y piernas), de 30 a 40 pesos. Inflación 33.3%.
- La capa subió de 100 a 120 pesos. Inflación: 20%.
- Una espada de 40 a 50 pesos. Inflación: 25%.
Sacando la media de la inflación, al día siguiente del reparto de Cajamarca, hubo una inflación promedio de 39,22%...
[editar] El destino de los cadáveres de negros esclavos
Recién el día 11 de enero de 1536, el rey de España, Carlos V, había dado una Ordenanza Real, obligando a los españoles sepultar los cadáveres de los indios y negros esclavos.
Un hecho ocurrió en febrero de 1538, en Chincha, cuando el negro esclavo Gonzalo se precipitó de la parte superior de El Cumbe (cementerio de los nobles chinchas) en circunstancias que profanaba las tumbas de éstos, buscando los tesoros de oro y plata que se decía rodeaban a sus restos.
En acatamiento a esta Ordenanza Real, Diego de Almagro dispuso que otros negros esclavos sepultaran los restos de Gonzalo al sur de la villa, en un terreno desértico de Litardo Bajo.
Antes de la Ordenanza Real de Carlos V de 1536, los cadáveres de negros esclavos, eran arrojados fuera de las ciudades para que las alimañas y demás animales y aves de rapiña, dieran cuenta del cadáver.
[editar] Origen de la guerra civil entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro
Los problemas entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro, datan de antes de que se concretice la conquista. Ésta se remonta a la Capitulación de Toledo, cuando Francisco Pizarro atrae para sí, todos los honores y beneficios, dejando de lado a sus socios Diego de Alamgro y el padre Luque. Pero se acrecienta en el reparto de las gobernaciones, así:
Cuando Atahuallpa llegó a la plaza de Cajamarca, en litera de oro, había otro señor que también lo hizo de la misma forma. Luego de ser tomado prisionero, el Zapa Inca fue interrogado por Francisco Pizarro.
Cuando le preguntó por ese señor, el inca respondió que es el "...señor de Chincha, importante porque tiene más de 200 embarcaciones para el comercio y es el más rico de todos mis súbditos".
Por esa fama, es que Pizarro y Almagro se pelean por el límite de sus gobernaciones, que terminaba en Chincha para el primero y empezaba allí para el segundo.
[editar] Los grandes beneficios que encontraron los conquistadores
Las posibilidades de riqueza se acrecentaban con cada conquista, porque:
- Se ampliaba el mercado. En los nuevos territorios, se encontraban miles y miles de pobladores, a quienes el país dominante imponía sus productos y sus precios. Sólo en América Latina, los conquistadores encontraron un mercado potencial para sus productos, que sobrepasaba los 10 millones de pobladores. Únicamente el Cozco, Qosqo o Cusco albergaba unos 300 mil habitantes, número de posibles compradores que era superior al de cualquier ciudad europea.
- Se accedía a la mano de obra barata. Todos los pobladores de los países dominados pasaban a ser explotados, ya sea como colaboracionistas, burócratas, soldados, siervos o esclavos. Toda esa fuerza de trabajo de los países dominados les costaba a los colonialistas mucho menos dinero que en sus países de origen. Ejemplo: un minero de España costaba como 100. En sus colonias: el 1% de ese valor.
[editar] Los “mata indios”, feroces perros amaestrados
Balboa se hizo también famoso porque introdujo, estando de gobernador en La Antigua y en sus viajes por el istmo de Panamá, perros amaestrados para que ayuden a los conquistadores. Fueron llamados “mata indios” y quien los poseía recibía el 50% más que el soldado de infantería con ballesta. Era una raza injerta de dogo con mastín, entrenada para morder y alimentarse de carne humana. El Bobo, perro del conquistador Melchor Verdugo, devoró al hijo del curaca de Bambamarca en Cajamarca. Hernando Pizarro tenía caballos, dogos y criados traídos de España. Se le decía el “príncipe de los conquistadores”. Su jauría de perros fue útil para su hermano Francisco en las conquistas de la Puná, Tumbes, Piura y Cajamarca.
[editar] La infancia y el nivel educativo de Francisco Pizarro
La infancia de Francisco Pizarro fue muy pobre y llena de problemas familiares. Desde su niñez estuvo dedicado a la ingrata tarea de cuidar cerdos. No acudió a la escuela ni tuvo educación particular, de tal suerte que no sabía leer ni escribir. Cuando, años después, se ve obligado a suscribir documentos, pone la cruz como su firma; luego, aquella se convertirá en un garabato a semejanza de la cruz. Su secretario (tuvo cuatro) se encargará siempre de añadir el nombre Francisco Pizarro y, más tarde, el de Marqués Pizarro.
[editar] Los Caminos del Inca impresionaron a los conquistadores
Una de las cosas que llamó la atención de los españoles fue el camino por el que iban transitando.
Desde caxas y Huancabamba, escribió Jerez: “… hay un camino ancho, hecho a mano, que atraviesa toda aquella tierra, y viene desde el Cuzco hasta Quito, que hay más de trescientas leguas; va llano, y por las sierras bien labrado, es tan ancho que seis de caballo pueden ir por él a la par sin llegar uno a otro; van por el camino caños de agua traídos de otra parte, de donde los caminantes beben. A cada jornada hay una casa a manera de venta, donde se aposentan los que van y vienen”.
[editar] La traición entre los conquistadores "era pan de cada día"
Se produjo otro hecho curioso. Hernando de Soto quiso aprovechar la ocasión, y, en vez de ir primero en búsqueda de Quilimasa y sus huestes, tomó el camino a Quito. ¿Pretendió huir?. ¿Hacer su propia expedición conquistadora?. La maniobra fue descubierta por leales de Pizarro. Juan de la Torre y varios soldados se separaron de Hernando de Soto y regresaron a avisarle a Pizarro. El Gobernador mandó increpar su conducta. Hernando de Soto, viéndose descubierto, a manera de disculpa, explicó que "había confundido el camino". Como ambos conquistadores se necesitaban, disimularon el motín y se reemprendió la marcha por la ruta hacia Quilimasa. Pero, a partir de entonces, Juan y Gonzalo Pizarro siempre acompañaron a Hernando de Soto, en cada misión que se le encomendaba. La desconfianza campeó entre los conquistadores desde que Colón cumplió las tres primeras semanas de su primer viaje. Sus marineros casi se amotinan al no ver tierra, tal como les había prometido. La traición acompañó a los siguientes descubridores y conquistadores durante todo lo que restó del siglo XV y se prolongó hasta el siglo XVI. No terminó sino con las guerras civiles y la matanza entre ellos. La desconfianza murió cuando ya no había quien la mantuviera viva.
[editar] Época del Virreinato
[editar] Virreyes para todos los gustos
En el Virreinato del Perú, hubo virreyes para todos los gustos:
Un honrado pacificador- No quiso llevar regalos para el rey; sólo su quinto real: Pedro de la Gasca (Pacificador de Perú). Con la frase "el Rey me ha autorizado para dar pero no para recibir", no aceptó ningún obsequio de los vecinos españoles de Lima.
Terminaron en absoluta pobreza- Para enterrarlos, se tuvo que hacer colecta pública: Gaspar de Zúñiga Acevedo, conde de Monterrey (décimo virrey, 1561-1564), y Agustín de Jáuregui y Aldecoa (trigésimo tercer virrey, 1780-1784).
Se fueron con fortuna- Regresaron inmensamente ricos a España. Uno de ellos fue Francisco de Toledo, conde de Oropesa (quinto virrey, 1569-1581). Otro con 200.000 pesos de fortuna (3,5 veces más que lo recibido por Francisco Pizarro en el reparto del tesoro de Atahualpa): José Antonio de Mendoza Caamaño y Sotomayor, marqués de Villagarcía (vigésimo noveno virrey, 1736-1745). También con millonaria fortuna: Manuel Amat y Juniet (trigésimo primer virrey, 1761-1776).
Sospechosos de contrabandistas- Aprovecharon de sus cargos para enriquecerse mediante esa actividad ilícita que ellos estaban en el deber de combatir. Por ejemplo: Manuel de Oms y de Santa Pau, marqués de Castelldosrius (vigésimo cuarto virrey, 1707-1710). Lo mismo ocurrió con Baltazar de la Cueva Henríquez, conde de Castellar (vigésimo virrey, 1674-1678).
Más cortesanos que virreyes- Se dedicaron a la vida fácil, a la farándula y al arte: Diego de Zúñiga y Velasco, conde de Nieva (cuarto virrey, 1561-1564), que murió asesinado; y Felipe de Borja y Aragón, príncipe de Esquilache (duodécimo virrey, 1616-1621), sonetista.
[editar] Fueron expulsados los jesuitas del Virreinato del Perú
Víctimas de los cofanes, cocamas, gayes, cunibos, campas, aguaricos, pebas y abijiras (etnias de la selva peruana) murieron ocho misioneros jesuitas. Pero los jesuitas fueron víctimas también de la Corona española. El 27 de febrero de 1767, el rey Carlos III firma el decreto de expulsión de la Compañía de Jesús de los territorios de la corona española. Se trata de 2.641 jesuitas de España y 2.630 que residían en América. Se les otorgó una renta vitalicia de cien pesos anuales y sus bienes fueron confiscados en beneficio de la corona. El decreto alude en términos vagos a las "gravísimas causas" que le habían llevado a tomar tal decisión, así como a "razones urgentes, justas y necesarias" que, sin embargo mantiene secretas ("que se guarda las causas en su pecho real"). En plena época reformista en España, los reformistas (Campomanes, José Moñino, futuro conde de Floridablanca, el conde de Aranda...) no ven con agrado al clero regulal, sobre el que no tenían ninguna autoridad. El desarrollo del regalismo también causa la oposición de la Compañía de Jesús. Las investigaciones sobre los instigadores del Motín de Esquilache, ordenada por Campomanes, hacen recaer en los jesuitas la mayor parte de la responsabilidad en las agitaciones. En cualquier caso, Carlos III, profundamente enojado por los motines de Madrid, se deja convencer y decreta la expulsión. El 9 de setiembre de 1767, el virrey Manuel Amat y Juniet da cumplimiento a dicho decreto, apresando a los jesuitas de sus casas limeñas y embarcándolos en el Callao rumbo a España. En otras fechas, lo hicieron con los jesuitas que vivían en provincias, incluidos los misioneros del Marañón, Amazonas, Mojos y Chiquitos; todas ellas, tierras lejanas.
[editar] Época Republicana
[editar] La cuantiosa deuda interna proveniente de la época colonial
"Entre estos se hallaban los provenientes de la época virreinal. El Estatuto Provisorio dado por San Martín, el Congreso Constituyente, la administración dictatorial de Bolívar y la capitulación de Ayacucho indicaron que se reconocería aquella deuda que no hubiese servido directa y expresamente para ayuda en la guerra contra la libertad nacional. El gobierno español había recibido capitales cuyos intereses debían ser abonados al Tribunal del Consulado, a otros cuerpos colegiados y obras pías, y aún a personas particulares. Al Congreso de 1827 fue prsentado un estado de esta deuda, ascendente a poco más de 14´200,000 pesos en establecimientos de Lima, de los cuales correspondían al Consulado 7´760,000 pesos" (Jorge Basadre Grohmann).
[editar] Un momento cumbre en la vida de Simón Bolívar
Bolívar llegó a La Paz y fue recibido con magnificencia, eclipsando, dicen, aquellos recibimientos que hacían los collas a los incas.
Luego de los solemnes homenajes, Bolívar se puso a redactar la Constitución de la República de Bolívar. El 11 de noviembre de 1825, decía: "Yo me intereso por este país por gratitud y por orgullo y de consiguiente me esforzaré siempre en favorecerlo... Yo moriré bien pronto, pero la República Bolívar quedará hasta el fin de los siglos".
Para dar a la nueva república una salida al mar, se determinó construír el Puerto de La Mar (Cobija) en el Océano Pacífico.
[editar] La Confederación
[editar] Los enemigos de la Confederación Peruano - Boliviana
Se habían afincado en Chile numerosos políticos y militares peruanos adversarios a Santa Cruz, cobijados muy astutamente por el ministro Portales. Un grupo lo constituían los vivanquistas (seguidores del general Vivanco), con el mismo Vivanco a la cabeza y sus colaboradores Martínez y Felipe Pardo. También se hallaban los adeptos a Agustín Gamarra (quien se refugió al principio en Guayaquil), tales como Bujanda, Torrico, Negrón, Frisancho, Frías, Lasarte, Arrisueño, etc. El otro grupo, más cercano a Portales, estaba dirigido por La Fuente. Dice Rubén Vargas Ugarte, S.J.:
"Nada había que atenuara el crímen de los emigrados: a fin de conseguir su propósito no se unían solamente con los enemigos que el protector tenía en el Perú y Bolivia, sino que acudieron a Chile a mendigar el apoyo de ese país, aprovechando el odio acérrimo de Portales contra el Perú". — Rubén Vargas Ugarte S.J.
[editar] Sobre la Batalla de Yungay
"Fue, para cuantos participaron en ella, restauradores y confederados, una de las más tenaces, heroicas y sangrientas de cuantas se libraron en el Perú; según Castilla, héroe de la decisión final, ni la misma Batalla de Ayacucho había sido más decisiva y desastrosa. Santa Cruz, a quien acompañaron valerosos patriotas como Herrera, Morán, Cerdeña, Necochea, Espino y Trelles, tuvo más de 2.400 muertos, entre éstos 2 generales, 135 oficiales y 1.600 prisioneros. Los restauradores, comandados por Bulnes y Agustín Gamarra, apoyados por jefes como Castilla, Vidal, Torrico y Eléspuru, contaron más de 1.300 muertos y 400 heridos. Esta batalla verificada el 20 de enero de 1839, se inició muy temprana la mañana y solamente vino a concluir avanzada la tarde; en ella ambos ejércitos hicieron prodigios de valor, sabiendo que aquí se decidiría de una vez para siempre la suerte de la confederación de Santa Cruz, o bien de los llamados restauradores, a quienes providencialmente salvó el arrojo de Castilla (más tarde Mariscal peruano y Presidente de la República), que logró voltear la batalla cuando estaban los restauradores por emprender la retirada, logrando así una victoria que todos daban por imposible" (Rubén Vargas Ugarte, "Historia General del Perú", Tomo XVIII).
[editar] Desde la disolución de la Confederación
[editar] Anécdota en California
El tráfico de naves mercantes entre el Perú y Estados Unidos de América, siempre fue fluido desde la independencia del Perú; muchas de las naves peruanas, hacían la carrera marítima entre los puertos de Pisco y el Callao y el puerto estadounidense de California, llevando entre otros productos el pisco del Perú. En la década de los años 1840, se desató en el oeste californiano, la Fiebre del oro, que atrajo a toda suerte de aventureros, desempleados, sub empleados e incluso a las tripulaciones de los buques que hacían el tráfico comercial con Estados Unidos desde todas partes del mundo, entre ellas, las del Perú.
En 1848, en el puerto de California, se encontraban surtas varias naves mercantes peruanas, sin tripulaciones que habían abandonado sus buques atraídos por la fiebre del oro; el Gobierno del Perú, decidió entonces, enviar una nave de la Marina de Guerra del Perú al puerto de California para cautelar los intereses navales del Perú, hasta que se diera solución al problema de las tripulaciones de las naves mercantes surtas allí. La tarea se le encargó al BAP "General de división EP Agustín Gamarra'" al mando del capitán de fragata AP José María Silva Rodríguez. En dicho puerto el bergantín permaneció diez meses.
En ese lapso de tiempo, se produjo la única intervención armada de fuerza naval foránea en territorio estadounidense en la historia de esa nación. Resulta que en tierra, se había generado un gran desorden que las autoridades californianas no pudieron contener; entonces decidieron pedir ayuda a la nave de guerra peruana que se encontraba surta en el puerto. Su comandante, Silva Rodríguez, ante tal solicitud, decidió desembarcar con parte de la marinería armada, para ponerse a órdenes de las autoridades locales.
Las autoridades estadounidenses conjuntamente con la fuerza naval peruana del buque de guerra surto en el puerto, lograron finalmente reestablecer el orden público en la ciudad de California.
[editar] Miguel Grau se suma al homenaje a Carlos Condell de la Haza
Luego del Combate Naval de Iquique y de la desgracia de Punta Gruesa, en donde se hundió la “Independencia”, el día 26, la ciudad de Antofagasta (Bolivia) ocupada, le preparó un homenaje al chileno Carlos Condell de la Haza. Lo que nadie se imaginó en Antofagasta, era la visita del Almirante Miguel Grau Seminario y del monitor “Huáscar”. Guillermo Thorndike, en su libro 1879, al narrar este episodio, nos dice:
“Un temporal postergó veinticuatro horas el homenaje preparado al comandante Condell en Antofagasta. Nadie esperaba que asistiera Miguel Grau, pero cuando los siete mil soldados del ejército expedicionario estuvieron en posición de firmes y la comisión de autoridades políticas y militares se disponían a abordar la “Covadonga”, a cuatro millas de distancia, el “Huáscar” disparó un cañonazo de 300 afianzando su pabellón de combate. Por el largavistas, a Grau le pareció haber confundido un hormiguero con un ruidoso pisotón. Corren los batallones a refugiarse en las breñas de Antofagasta, se enredan sus estandartes en cadenetas de papel puestas a través de las calles, tropiezan los músicos con la caballería, se espanta el populacho llegado de las salitreras a festejar al nuevo héroe nacional. También vio a la corbeta moviéndose a espía para ocultarse tras diez mercantes neutrales apiñados en el puerto. El vapor chileno “Rímac” arrancaba al sur a toda máquina”... “Lentamente el “Huáscar” se acercó al puerto... Sus ojos rebuscaron a la “Covadonga”...” “Allá van los chilenos, descubrió Carvajal con el anteojo”. “... Junto a un cañón de 40, el teniente Pedro Rodríguez descubrió a la “Covadonga” asomado por detrás de los mercantes neutrales... La corbeta chilena, se escondía en un canal.” “A callar los fuertes, ordenó Grau...” “Diez cañonazos silenciaron la batería norte... Ocho cañonazos callaron la batería sur... El duelo de artillería se apagaba en la creciente oscuridad de las seis y media, las siete...” “¿Dónde estará el señor Condell?, preguntó distraídamente el jefe de la división peruana, antes de dar por terminado el combate”. — Guillermo Thorndike, "1879"
[editar] Los castigos de Grau
El escritor Guillermo Thorndike, nos cuenta que el 16 de mayo a las 17H00 el zambo Rentería rezongaba por la cubierta del monitor “Huáscar”. Era un zambo alto y musculoso como pescador chalaco que era. El zambo era apodado “Real Felipe” por la fortaleza chalaca y era temido por todos los playeros del Callao. Al zambo envanecido por su invicto prestigio de valiente, lo enviaban a trapear la cubierta del monitor “Huáscar”, cuando él se había ofrecido de voluntario para reventar chilenos. El guardián Tiburcio Ríos creyó preferible corregir la arrogancia del gigante que mandarlo de regreso a tierra. El contramaestre Dueñas aprobó la idea de Tiburcio Ríos, y se le ordenó trapear la cubierta del monitor, antes de la llegada del comandante, capitán de navío Grau. El zambo obedeció de mala gana.
Cuando la falúa del comandante apareció, a Rentería se le ocurrió espesar su jaboncillo y cuando Grau asomó por el portalón y recibía los honores de la tripulación y de sus oficiales, Rentería escogió ese preciso instante para echar un baldazo de su jaboncillo en cubierta mojándole los zapatos y el pantalón al comandante. "¡Marinero!", tronó el comandante Grau. Rentería miró con desgano al comandante, no prestó atención a las insignias de capitán de navío y le dio la espalda, diciendo “¡Chis!”. El contramaestre Dueñas, murmuró: “te fregaste zambo”. El capitán de navío Miguel Grau Seminario, que en una fracción de segundo evaluó la situación dijo: “¡So bribón!” y paralelamente volteó al zambo y le engarfió la manazo izquierda capaz de romper una baraja inglesa de un tirón y lo levantó del suelo.
El soldado Hurtado del batallón “Ayacucho” levantó su fusil, Tiburcio Ríos agarró una pica. El segundo comandante capitán de fragata Ezequiel Otoya contuvo a la tripulación con la mirada, mientras Grau levantaba con la mano izquierda al descomunal zambo hasta que sus pies quedaron colgando buscando piso como un ahorcado. “Real Felipe” supo que una fuerza superior a las que había conocido hasta entonces lo sujetaba y descubrió mucho más que unos ojos a un palmo de distancia: vio descargas de cañón, hachas de abordaje, peste y hambruna y los ojos de Grau, asustaron por primera vez a Rentería. El comandante lo sostuvo unos segundos y mirándolo directo a los ojos supo Grau que el marinero se había arrepentido, lo depositó en el piso y dijo:
-
- “¡contramaestre!”
- “¿señor?”
- “laven la cubierta”
- “¡si, señor!”.
“Caballeros”, dijo Grau pausadamente, como si nada hubiera ocurrido, “tenemos mucho que hacer”.
-
- “Perdón, comandante…”
- “Diga Usted, Dueñas”
- “…creo que el marinero merece unos azotes”
- “No hay necesidad”, cortó la voz de Grau, “ya lo he castigado”.
[editar] Juan C. de Mora
Nació en el distrito de Chincha Baja. Siguió la carrera de las armas en la Marina de Guerra del Perú. Entró como guardiamarina y al tiempo de la guerra con Chile, era Alférez de Fragata; estuvo embarcado en la “Independencia”, el “Huáscar”, en la lancha “Meteoro” y en la torpedera “Alianza”. En Arica, luego de la batalla fue comisionado para hacer volar la torpedera para evitar que caiga en manos chilenas.
Posteriormente, fue nombrado Capitán de puerto de Cerro Azul y tuvo que hacer gala de su temperamento en una zona ocupada. Al hacer escala el vapor “Arequipa”, un soldado chileno se encolerizó al ver el uniforme naval peruano e impuso tenazmente que el “Arequipa”, zarpase de inmediato. El joven Juan C. de Mora se impuso, diciendo: “Aquí flamea el pabellón peruano, las órdenes del Perú se cumplen y el vapor zarpará cuando yo lo ordene”. Murió terminada la guerra y fue sepultado en el Cementerio de Chincha Baja.
[editar] La verdad sobre el asesinato de Leoncio Prado
Entre los celebérrimos inmolados en Huamachuco debe citarse en lugar destacado al coronel Leoncio Prado Gutiérrez, jefe de estado mayor del Destacamento del Norte en esa memorable batalla, librada en los llanos de Purrubamba el 10 de julio de 1883. En el fragor de la lucha y batiéndose como siempre en primera línea, recibió un balazo en el pecho y la metralla le destrozó las piernas, a decir de la crónica escrita por Enrique Carrillo, publicada en Lima el 28 de julio de 1884.
Pero Prado sobrevivió al desastre y fue ocultado por fieles seguidores en la estancia de Serpaquino, cerca de Cushuro. Abelardo Gamarra "El Tunante", el famoso compositor que participó en esa memorable campaña, dejó un pormenorizado relato de lo sucedido, señalando que en ese lugar los chilenos hallaron a Prado el 14 de julio, asesinándolo sin miramientos, de un balazo en la mejilla disparado a boca de jarro. (Abelardo Gamarra, La Batalla de Huamachuco y sus desastres, Lima, 1980, p.357).
No hay por qué dudar que así ocurriera, puesto que Prado figuraba entre los comandos patriotas a los que más temió el enemigo. Patricio Lynch Solo de Zaldívar, jefe del ejército de ocupación, al parecer avergonzado por el inicuo asesinato de quien fuera hijo de un presidente peruano, informó lacónicamente a su gobierno: "Prado se suicidó", en un telegrama que remitió al presidente de Chile el 27 de julio de 1883. (Documento publicado en la Recopilación de Pascual Ahumada Moreno, Valparaíso, 1895, t. VIII, p.211).
Y para escapar de la condena general ante la barbarie cometida, circuló después la falsa versión de que Prado dirigió su pelotón de fusilamiento, porque es un hecho incontestable que nunca hubo en la guerra antecedente de caballerosidad chilena, como la que se desprende de ese imaginado relato. Su autor fue Eneas Rioseco Vidaurre, quien lo publicó en una carta fechada en Lima el 18 de julio de 1883, si damos crédito a lo reeditado por Ahumada Moreno, op. cit., t. VIII, p. 225.
Tiempo es ya de reconocer que la verdad fue dicha por Abelardo Gamarra. Leoncio Prado, el más valiente de los de Huamachuco, simple y llanamente fue repasado por los chilenos y muy posiblemente entregado a sus asesinos por los traidores partidarios de Miguel Iglesias, quienes festejaron los sucesos de Huamachuco como triunfo propio. Esto que parece increíble consta en varios documentos de la época. Por eso apenas dos días después de la batalla, desde Mollepata, Cáceres lanzó una vibrante proclama al ejército y a la nación anunciando que la lucha continuaba, ahora en la senda forjada por los héroes de Huamachuco: "La sangre por ellos vertida, dijo, caerá sobre los traidores y retemplará más, no lo dudéis, nuestro valor".
Así, pues, Huamachuco se convirtió en lo que Cáceres llamó la Senda del Honor, sostén principal de la voluntad inquebrantable de no doblegarse jamás ante la adversidad y de continuar la justa lucha contra el invasor y contra los traidores.
[editar] "... expulsar a los sacerdotes peruanos de Tacna y Arica"
En el año 1909, Chile había hecho circular un documento secreto, elaborado por una Comisión Consultiva Especial, mediante el cual, para asegurarse de que los territorios de Tacna y Arica ya no retornaran al Perú, se recomendaba: "...expulsar a los sacerdotes peruanos y reemplazarlos por otros, chilenos". Los curas peruanos utilizaban el púlpito para mantener vivo el amor a su patria, esa prédica se proyectaba a los hogares, a los ciudadanos peruanos, quienes en tertulias, folletines y actos cívicos mostraban también su identificación con sus raíces. Los chilenos pues, en su afán por desmantelar el crecimiento del espíritu nacionalista de los peruanos, optaron por reemplazarlos comenzando por los sacerdotes. Querían crear las condiciones para un posible plebiscito o en caso contrario, para una forzada anexión.
[editar] Cosas de negros
La historiadora peruana María Josefina Medrano Amoretti chinchana de nacimiento, escribió un libro de historia denominado "La resistencia chinchana en la guerra del Pacífico, 1879 - 1883"; pues bien, el libro tiene una sección denominada anécdotas, y ella cuenta:
"Recordando la familia, que en un ataque de los montoneros peruanos a los chilenos en Tambo de Mora y desplazándose entre los barrancos de "Chepe Calavera" y El Cote, entre los naturales de Chincha, también marchaban fieles servidores negros.
El grupo iba en el más absoluto silencio y a la vez dándose valor pues el enemigo tenía fama de ser harto sanguinario; un negro que presumía de muy valiente, iba exclamando: "Me amaiga la boca po tirá bala".
Al escuchar el primer balazo, el negro cayó de espaldas gritando: "Ayayai que me han mueito""
[editar] Cosas de una guerra
Durante la Guerra del Pacífico, se dieron cosas extrañas; si nos referimos a las estadísticas, nos pueden llevar a errores. Una de ellas está referida a la campaña naval de la guerra. Así, estadísticamente, Chile no hundió un sólo buque del Perú, durante los cuatro años que duró la guerra: así tenemos que la "Independencia" se hundió por una mala maniobra al acercarse demasiado a la costa y encallar en roqueríos que no estaban marcados en la carta de navegación; la "Unión" fue hundida por su tripulación en el Callao, luego de las batallas de San Juan y Miraflores. La "Manco Cápac", fue hundida por su tripulación, luego de la Batalla de Arica para evitar que cayera en manos de los chilenos. Lo único que los valerosos chilenos hicieron, fue capturar al Huascar, Símbolo del poder naval peruano.
´Los marinos peruanos en la misma campaña naval, hundieron tres buques de guerra chilenos: la "Esmeralda" en el Combate Naval de Iquique, frente a las costas de este puerto; la "Covadonga", fue torpedeada y hundida, frente a las costas de Chancay y el "Loa", también fue torpedeada y hundida frente a las costas del Callao. En total, fueron seis los buques que no regresaron a Chile. Así, las estadísticas quedan mal al perder Perú la guerra.
[editar] Anecdotario de la fuga de Cáceres por La Breña
[editar] Allca, protector del Héroe de La Breña (1)
Una tarde visité Paca, invitado por los comuneros que agasajaban a su diputado. Primeramente fui a la Iglesia a trabar conocimiento con el Crucificado milagroso, que salvara al entonces general Cáceres, cuando, prófugo después de la derrota de Huamachuco, recorría los senderos ocultos de cabras y venados de la cordillera, cruzando a lo largo de ella por entre las guarniciones chilenas, que le buscaban con ahínco. Dirigíase a Ayacucho, en pos del regazo consolador de la ciudad materna.
Tiénese en Paca la idea de que el caminante que de pronto se ve seguido de un perro, tendrá feliz viaje y fácil arribo. Ya Cáceres refirióme el feliz presagio que tuvo al acercarse a Jauja en aquellos días luctuosos. Hallábase extraviado entre las breñas, y de pronto salióle al paso un perrito blanco, haciéndole fiestas con la cola. El héroe tuvo una corazonada: abandonó las riendas al caballo y éste marchó decididamente tras el perro. A menudo el amable animalillo volvía la cara como para ver si su protegido lo seguía. Dos horas después Cáceres, dormido sobre la cabalgadura tras tantos días de hambre y de vigilias, al detenerse el caballo, despertó sobresaltado: estaba delante de la casa del cura Vianderas, amigo y pariente suyo; y fueron infructuosas sus averiguaciones para obtener informes sobre su diminuto guía, que desapareció tan misteriosamente como habíase presentado.
Este episodio concuerda con la creencia Huanta de que "Allca", el perro, es una divinidad bienhechora del hombre, vigilante y fiel por excelencia. Sin duda por eso hoy nunca falta uno de esos lanudos canes de los Andes en la choza del indio; y éste a menudo arriesga su vida para salvar la de su leal amigo, cuando cae bajo las ruedas de un automóvil o en las aguas torrentosas de un río.
¡El perrito blanco era Allca, protector del Héroe de las Breñas del Mantaro!.
[editar] La versión de Cáceres (2)
“… El piquete enemigo había llegado a Tarma después de mi salida de esta ciudad e inmediatamente mandó batidores sobre Tarmatambo. Fue entonces cuando los jefes que me acompañaban me urgieron para proseguir la marcha, asegurándome que ellos irían en pos protegiéndome. Convenido así, me puse en camino solo. Apenas había avanzado unos metros, cuando observé que un perrito blanco seguía el aire de mi marcha al pie del caballo; había momentos en que este animalito se adelantaba para husmear el camino y regresaba luego corriendo y alegre como para darme a entender que no había novedad, proporcionándome así este nuevo acompañante un gracioso entretenimiento durante toda la noche de mi viaje.
Con el amanecer llegué a Jauja, en momentos que el “pongo” (sirviente) de la casa del cura Vianderas abría el portón de la calle; pregunté por él y le mandé decir que yo estaba allí esperándole. Salió mi amigo, muy sorprendido con mi inesperada visita, y trató de inquirir la causa que la motivaba; le respondí que por el momento no podía suministrarle ningún dato, ni pormenores de ninguna clase; y que solamente deseaba me proporcionase una taza de té y una copa de coñac y cama, porque estaba rendido de sueño y cansancio, suplicándole que no me despertara hasta que le llamase, y que también atendiera a los jefes que me acompañaban, que luego llegarían.
Me acordé de mi canino compañero y encargué que lo buscaran; pero no lo encontraron”.
Notas del Anecdotario de la fuga de Cáceres por La Breña
-
- (1) Luis Alayza y Paz Soldán, “Mi País: En las Breñas del Perú”, Lima, 1944, pp. 17.
- (2) Andrés Avelino Cáceres, “Memorias”, Lima, 1973, pp. 235.
[editar] Una revuelta singular
Una revuelta singular, al más puro estilo novelesco, fue la del 29 de agosto de 1909, cuando un grupo de ciudadanos simpatizantes del Partido Demócrata, de tendencia pierolista, logró ingresar en tumulto a Palacio de Gobierno en Lima. Encontraron a Augusto B. Leguía en su despacho. Los revoltosos le pidieron su renuncia. Entre ellos estaban el hermano y los hijos de "El Califa" (Nicolás de Piérola Villena o Nicolás Fernández Villena, su verdadero nombre): Carlos de Piérola, Isaías de Piérola y Amadeo de Piérola. Leguía se negó a renunciar. Entonces, los amotinados secuestraron al Presidente de la República y lo llevaron hasta la Plaza de la Inquisición (Plaza Bolívar, hoy día)y al pie del monumento a Bolívar, lo conminaron a renunciar por segunda vez. Leguía volvió a negar su renuncia. En eso, intervino la fuerza pública, al mando del alférez Enrique Gómez, jefe de un piquete de caballería, quien logró rescatar al Presidente de la República, luego de un tiroteo que mató más de cien manifestantes. Leguía fue llevado al Palacio Legislativo para ponerlo a salvo y de ahí fue repuesto en Palacio de Gobierno a unas cuadras de ese edificio.
[editar] La rebelión de los jóvenes universitarios
En el año 1929, el Presidente de la República Augusto B. Leguía, siempre deferente con el clero y la iglesia a pesar de que él era "masón grado 33", había autorizado la consagración del Perú al Corazón de Jesús, propiciada por el Arzobispado de Lima. Los universitarios se opusieron a esa medida, produciéndose serios disturbios. Su líder, Víctor Raúl Haya de la Torre fue apresado y deportado a México, donde, años más tarde fundó la "Alianza Popular Revolucionaria Americana" (Apra).
[editar] ¡Arriba... más arriba... hasta las estrellas!
El 23 de setiembre de 1910 se produjo la gran hazaña de Jorge Chávez. En efecto, este aviador peruano, radicado en Europa, realizó una proeza sin precedentes en una época donde la aviación estaba en sus inicios, pues eran tiempos de aeroplanos aún inseguros y frágiles. Jorge Chávez, se propuso cruzar los Alpes en uno de esos frágiles aviones, marca "Bleriot", desde la localidad de Briga (Suiza) a Domodossola (Italia). Superando todos los obstáculos, el aeroplano de Jorge Chávez levantó vuelo, se empinó por encima de las cumbres alpinas. Por la radio que llevaba el avioncito, se escuchó decir a Jorge Chávez: "¡Arriba... más arriba!, ¡hasta las estrellas!", las que fueron sus últimas palabras de esa hazaña heroica. El "Bleriot" traspuso el límite espacial Suiza - Italia, bajó a Domodossola... ¡apareció triunfante!... pero, al momento de aterrizar, se destruyó la frágil nave. Jorge Chávez salió mortalmente herido y a los pocos días falleció. ¡Pero el valiente aviador había cumplido su promesa!. Sus restos mortales fueron traídos a Lima, luego de 47 años, en setiembre de 1957, y descansan en paz en la Escuela de Oficiales de la Fuerza Aérea Peruana, en la base de Las Palmas de Lima. Jorge Chávez es considerado uno de los héroes de la aviación peruana. En su homenaje, se le erigió un monumento en la plaza que lleva su nombre en la ciudad de Lima y en otras ciudades del interior del país.