Teoría económica anarquista
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Este artículo forma parte de la serie sobre |
Teoría e historia |
Conceptos · Escuelas |
Temas |
Animales · Capitalismo |
Otros enlaces |
Anarquistas |
Aunque no se puede hablar en un sentido estricto de una escuela de teoría económica anarquista, [1] ha habido varios autores libertarios que han realizado análisis y postulado tesis en la economía. Es un conjunto muy heterogéneo de pensadores, puesto que entre ellos han convivido defensores de formas la economía de mercado junto a partidarios tipos de economía planificada y valedores de la propiedad individual de los frutos del trabajo, al lado de proponentes de la socialización de éstos.
Una constante de todos los autores libertarios es la negación de la propiedad privada lockeana. Pierre-Joseph Proudhon criticó duramente a ésta defendiendo en su lugar la posesión, de tal manera que el control de los recursos naturales y medios de producción estuviera siempre en manos de los productores. Muchos anarquistas han apoyado la teoría laboral del valor. De ésta, Josiah Warren derivó el "principio del coste" que dice que es contrario a la ética poner un precio más alto a un producto que el coste de producirlo o servirlo. Recientemente Kevin Carson ha incorporado a esta teoría conceptos del marginalismo. Uno de los economistas más influyentes dentro del anarquismo contemporáneo es uno de los teóricos de la economía participativa Michael Albert.
Tabla de contenidos |
[editar] Sobre el carácter humano
Piotr Kropotkin postuló en La ayuda mutua: un factor en la evolución que la cooperación entre individuos es común entre las especies animales. Esa conclusión la extrajo de sus observaciones en Siberia de las diferentes comunidades humanas y animales. Sus argumentos los planteó como una respuesta a la teoría del darwinismo social y la visión de la competencia constante entre individuos, ideas muy defendidas en su época por partidarios del capitalismo. De esta manera Kropotkin intentaba refutar la tesis de la naturalidad de la desigualdad social.
Algunos anarquistas como Mijaíl Bakunin o los comunistas anárquicos abrazaron el materialismo histórico y por lo tanto el determinismo que sostiene que las relaciones de producción en una sociedad determinan la mentalidad de los individuos. Sin embargo no todos los anarquistas han apoyado esta idea totalmente.
[editar] Sobre la propiedad
Todas las variantes del anarquismo tanto individualistas como societarias se han opuesto a la concepción privada absoluta o lockeana de la propiedad (que la hace infinitamente acumulable) anteponiendo a esta visión una concepción de la propiedad basada en la posesión y el trabajo ya sea de forma individual (pequeña propiedad) o colectiva (propiedad cooperativa) intentando así dar a cada uno lo que se merece y evitando la concentración de propiedad que genera el capitalismo que da lugar a sociedades estratificadas jerárquicamente, lo que para los anarquistas es sinónimo de control social y autoritarismo.
Solo se considera propiedad "privada" o posesión constante aquellos recursos que han sido modificados por una o varias personas y se mantienen gracias a ellas, dependiendo de la corriente anarquista o de el acuerdo mutuo se accede individualmente a los productos según el mérito o según las necesidades. Los recursos de uso colectivo o que por su naturaleza deben estar coordinados se conservan como propiedad comunitaria aunque pudiendo ser mantenidos individualmente incluso con derecho a usufructo pero no apropiados privativamente (a menos que hayan sido creados o desarrollados por cuenta propia, donde el socializarlos se vuelve opcional). Una importante diferencia organizativa con el capitalismo radica en que individual o colectivamente en el anarquismo todos los participantes activos del quehacer económico productivo forman parte de las decisiones y la propiedad sea de las herramientas y su uso como de los productos realizados.
El hecho de existir una propiedad individual no debe confundirse con el capitalismo ya que el capitalismo no se basa exclusivamente con la propiedad individual sino en la propiedad privativa de personas naturales o jurídicas que suelen ser colectivas, es más en el capitalismo predominan las sociedades anónimas y corporaciones, que son entidades colectivas, como los mayores beneficiados de este sistema. En el capitalismo, estas personas naturales o jurídicas concentran propiedad que a criterio de los anarquistas pertenece a todos los participantes activos de la producción y también los excluye de las decisiones importantes en torno a esta.
Otro criterio en contra de la noción capitalista de propiedad es que la legitimidad en la propiedad la crea la el usufructo y posesión reiterada con ánimo de continuidad, al desaparecer situación esta desaparece la propiedad.
Otros criterios además consideran que justificarse en la teoría capitalista de la propiedad fortalece el monopolio capitalista, tanto si es de la burguesía o de la burocracia que para los anarquistas son dos aspectos de un mismo problema, haciendo que ciertas personas se conviertan en propietarios exclusivos de recursos que originalmente son abiertos, privando de su uso a las demás personas, generando de tal forma escasez para el resto que utilizan libremente los recursos sin apropiarse de ellos, ya que el hecho de que nadie reclame una propiedad como suya de forma excluyente (por ejemplo el agua, la tierra, el aire, los bosques, el conocimiento, etc) no significa que no sea utilizada -individual o colectivamente- ni que se creen nuevos productos partir de ellos. La propuesta ante eso por parte de los anarquistas es fomentar o crear formas de "propiedad" que sean inclusivas y abiertas.
[editar] Los anarquistas frente a otras escuelas
[editar] Frente a los clásicos
Los anarquistas Pierre-Joseph Proudhon y Josiah Warren utilizaron —al igual que su contemporáneo Karl Marx y como ya había hecho con anterioridad Thomas Hodgskin— la teoría laboral del valor de los economistas clásicos para denunciar lo que consideraron la apropiación de los capitalistas de una parte del salario de los trabajadores.
Del principio de Smith de que el trabajo es la verdadera medida del precio —o, como lo expresó Warren, que el costo es el límite apropiado del precio— estos tres hombres extrajeron a las siguientes conclusiones: que el salario natural del trabajo es igual a su producto; que este salario, o producto, es la única fuente legítima de ingresos (dejando de lado, por supuesto, los regalos, las herencias, etc); que todos los que derivan ingresos de cualquier otra fuente lo sustraen directa o indirectamente del natural y justo salario del trabajo; que este proceso de substracción generalmente toma tres formas, — interés, renta y lucro; que estas tres formas constituyen la trinidad de la usura, y son simplemente diferentes métodos de imponer un tributo por el uso de capital; que siendo el capital simplemente trabajo almacenado que ha recibido ya su pago completo, su uso debe ser gratuito, bajo el principio que el trabajo es la única base del precio; que el prestamista de capital se merece el retorno intacto de la cantidad que prestó, y nada más; que la única razón por la cual el banquero, el accionista, el terrateniente, el fabricante, y el mercader están capacitados para extraer usura desde el trabajo yace en el hecho de que están respaldados por privilegios legales o monopolios, y que la única manera de asegurar que el trabajo reciba el salario natural —es decir, su producto íntegro— consiste en derribar los monopolios. — Benjamin Tucker, Socialismo de Estado y anarquismo: en qué coinciden y en qué difieren
Acusaron a los economistas de su época de ser inconsecuentes con la doctrina del laissez faire.
...Warren y Proudhon acusaron a los economistas de tener miedo de su propia doctrina. Los seguidores de la Escuela de Manchester fueron llamados inconsecuentes. Creían en la libre competencia entre los trabajadores para reducir sus salarios, pero no en la libre competencia entre los capitalistas para reducir su usura. El laissez-faire era bueno para el trabajo pero no para el capital. Cómo corregir esta inconsistencia, cómo someter a los capitalistas a la competencia, como poner al capital al servicio tanto del hombre de negocios como del trabajador al precio de costo, o sea libre de usura, ese era el problema. — Benjamin Tucker, Socialismo de Estado y anarquismo: en qué coinciden y en qué difieren
Sin embargo coincidieron con ellos en que la libre competencia ejerce el papel en el largo plazo de nivelador de los precios hasta el coste de producción, y acusaron de la desviación del precio de cambio del valor de producción a una serie de monopolios salvaguardados por la legislación estatal.
Vieron en la competencia el gran nivelador de los precios hasta alcanzar el costo de producción del trabajo, en lo que coincidían con los economistas clásicos. En ese momento, la cuestión que naturalmente se presento ante ellos fue ¿porqué los precios no coinciden con el costo del trabajo?; ¿donde se generan los espacios para adquirir ingresos fuera del trabajo?; en una palabra, ¿porque existen el usurero, el receptor de intereses, renta, y lucro? La respuesta fue encontrada en el actual desequilibrio de la competencia, en su carácter unilateral. Descubrieron que el capital ha manipulado la legislación para permitir una competencia ilimitada en el suministro de la fuerza de trabajo, manteniendo los salarios de hambre o en un puro nivel de subsistencia; que una gran competencia es permitida en el suministro del trabajo de distribución, o el trabajo de las clase mercantil, manteniendo así, no los precios de los bienes, sino el lucro que los mercaderes derivan de esos bienes muy próximo a la justa recompensa por el trabajo de esos mercaderes; pero que, por el contrario, no se permite casi ninguna competencia en el suministro de capital, de cuyo apoyo dependen tanto el trabajo productivo como el distributivo para su poder adquisitivo, manteniendo así la tasa de interés del dinero, el alquiler o renta de viviendas y bienes inmuebles y el alquiler o renta de la tierra a un precio tan alto como las necesidades de la gente puedan soportarlo. — Benjamin Tucker, Socialismo de Estado y anarquismo: en qué coinciden y en qué difieren
[editar] Frente a los marxistas
Proudhon y Warren defirieron de los economistas marxistas en la consideración del capital.
Marx [...] resolvió el problema al declarar al capital una cosa diferente del producto, y mantener que el capital pertenecía a la sociedad, que debe ser capturado por ésta y empleado para el beneficio de todos por igual. Proudhon, por el contrario, despreció esta distinción entre capital y producto. Mantuvo que capital y el producto no son diferentes clases de riqueza, sino simplemente condiciones o funciones alternativas de la misma riqueza; que toda la riqueza sufre una incesante transformación de capital a producto y, nuevamente, de producto a capital, que este proceso se repite interminablemente, que capital y producto son términos puramente convencionales; que lo que es producto para un hombre inmediatamente se convierte en capital para otro, y viceversa; que si hubiera una sola persona en el mundo, toda la riqueza sería para él, al mismo tiempo, capital y producto; que el fruto de la labor de A es su producto, el cual, al ser vendido a B, se transforma en el capital de B (a menos que B sea un consumidor no productivo, en cuyo caso sería simplemente riqueza gastada, lo que queda fuera del ámbito de la economía política);que una máquina a vapor es tan producto como una capa, y que una capa es tan capital como una máquina a vapor; y que las mismas leyes de igualdad que gobiernan la posesión de uno gobiernan la posesión del otro. — Benjamin Tucker, Socialismo de Estado y anarquismo: en qué coinciden y en qué difieren
Para los anarquistas el capitalismo es un fenómeno político y no económico; la capacidad del capital de extraer beneficios al trabajo se sustenta en una serie de monopolios salvaguardados por el Estado. [2]
Engels dejó claro que el capital tenía una prioridad superior al Estado en la secuencia de causa y efecto y dibujó la línea entre marxistas y anarquistas en esta cuestión. En una carta del 4 de septiembre de 1867, Engels resumió convenientemente la diferencia entre los anarquistas y socialistas de Estado: "Ellos dicen 'abolid el Estado y el capital se irá al demonio'. Nosotros proponemos hacer al revés". Engels fue bastante acertado al dibujar la línea donde lo hizo. Como los liberales clásicos, los socialistas libertarios (incluyendo tanto a los laissez-fairistas como Benjamin Tucker como los colectivistas como Bakunin) vieron la explotación como imposible sin el poder de un Estado para aplicar la coerción. Las clases dirigentes sólo funcionan a través del Estado. — Kevin Carson, Teorías austríaca y marxista del capital monpólico. Una síntesis mutualista
[editar] Frente a los marginalistas
Kevin Carson despreció las críticas de los economistas marginalistas a la teoría laboral del valor, considerando por una parte que los propios clásicos ya había previsto una serie de excepciones y por otra considerando que las fluctuaciones entre la oferta y la demanda y por lo tanto la desviación del coste de producción del precio de mercado de los productos no es una razón significativa y que por lo tanto invalide el principio de que el trabajo es la medida del precio.
El principal crítico de la TLV fue el austriaco Bohm-Bawerk, quien construyó una versión ingenua de la teoría para refutarla. De acuerdo a BB, la TLV no es válida en muchos casos —tales como el valor de antigüedades o de pinturas raras—, y nunca es exacta en otras situaciones. Más aún, también el capitalista crea valor al invertir el capital que ha conseguido acrecentar mediante su ‘abstinencia’. Los terratenientes producen valor mediante el uso de su tierra. Ahora, los economistas clásicos, como Ricardo y Smith, admitían la escasez de algunos bienes. La TLV se aplicaba solamente a aquellas cosas que podían ser reproducidas libremente. Debido a las fluctuaciones en la oferta y demanda de estos bienes, nunca podría haber una correlación exacta entre su precio y su valor. Para Carson, esta queja sobre la inexactitud "tiene tanto sentido como decir que la ley de la gravedad ha sido invalidada... por la resistencia del aire..." — Larry Gambone, Más allá de Karl... ¡el anarquismo ha vuelto!
[editar] Teóricos libertarios de economía
- Pierre-Joseph Proudhon
- Josiah Warren
- Benjamin Tucker
- Piotr Kropotkin
- Elisée Reclus
- Errico Malatesta
- Kevin Carson
- Michael Albert
[editar] Bibliografía
- Tucker, Benjamin, Socialismo de Estado y anarquismo: en qué coinciden y en qué difieren.
- Gambone, Larry, Más allá de Karl... ¡el anarquismo ha vuelto!.
[editar] Notas
- ↑ Larry Gambone comenta en Más allá de Karl... ¡el anarquismo ha vuelto!:
Los anarquistas tienden a sentirse desconcertados en materia de economía. Lo que hacemos es mascullar alguna cosilla de Proudhon, y a continuación, no sin vergüenza, tomamos prestadas las ideas de Karl Marx. Es chocante, e irónico, que el anarquismo haya comenzado, en gran medida, como una teoría económica —tan sólo piénsese en Josiah Warren, Proudhon y Tucker—, pero después haya abandonado ese campo a los marxistas. Una aproximación específicamente anarquista al análisis económico ha permanecido en estado latente durante los últimos 130 años. Sin embargo, con la publicación de STUDIES IN MUTUALIST POLITICAL ECONOMY, de Kevin A. Carson, ese período de letargo ha llegado a su fin.
- ↑ Fragmento del ensayo Austrian and Marxist theories of monopoly-capital. A mutualist synthesis, de Kevin Carson. Traducción propia del texto original:
Engels made it clear that capital took priority over the state in the sequence of cause and effect, and drew the dividing line between Marxists and anarchists on this issue. In a letter of 4 September 1867, Engels aptly summed up the difference between anarchists and state socialists: "They say 'abolish the state and capital will go to the devil.' We propose the reverse." (168) Engels was quite right in drawing the line where he did. Like the classical liberals, libertarian socialists (including both laissez-fairists like Benjamin Tucker and collectivists like Bakunin) saw exploitation as impossible without the state's power to coerce. Ruling classes could function only through the state.
168. Marx and Engels, Selected Correspondence 1846-95 (New YOrk, 1942), cited in Patrick Renshaw, The Wobblies (Garden City, N.Y.: Anchor Books, 1967), p. 18.