Trasmiera
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Trasmiera es una comarca histórica de Cantabria (España) situada al este (tras, desde el punto de vista de Asturias de Santillana) del río Miera hasta el río Asón. Se extiende entre las bahías de Santander y Santoña, ocupando gran parte del litoral oriental de Cantabria. La costa de este tramo se caracteriza por sus acantilados y sus buenas playas como las de Langre, Loredo, Isla, las de Noja y la de Berria en Santoña. Hacia el interior la comarca ofrece extensos prados así como un gran desarrollo hotelero y campista.
Está formada por los municipios de Argoños, Arnuero, Bárcena de Cicero, Bareyo, Entrambasaguas, Escalante, Hazas de Cesto, Liérganes, Marina de Cudeyo, Medio Cudeyo, Meruelo, Miera, Noja, Ribamontán al Mar, Ribamontán al Monte, Riotuerto, Santoña, Solórzano y Voto.
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[editar] Historia
Su historia se inicia en los tiempos prehistóricos cuya evidencia está en las cuevas de Puente Viesgo, La Garma (Omoño) y las de Santoña y Miera. Apenas se han encontrado vestigios de presencia romana, salvo en la bahía de Santoña, pues la romanización de esta zona fue débil y escasa. Por el contrario, persistió la cultura de los pueblos cántabros hasta el final de la monarquía visigoda. Entre los siglos VIII y X tuvo lugar un gran proceso de repoblación, lo que indica que estas tierras estaban prácticamente deshabitadas. El rey Alfonso I de Asturias (739-757), duque de Cantabria, mandó repoblar lo que ahora se conoce como comarca de Trasmiera, donde había escasa presencia de núcleos humanos. La repoblación se hizo siguiendo la costumbre de la época, con el apoyo de fundaciones de pequeños monasterios, en torno a los cuales surgirían de inmediato asentamientos de familias que llegarían a organizarse en aldeas y que serían el origen de muchos de los pueblos y villas actuales. Los monjes recibían en propiedad (lo que se llama presura) las tierras yermas a condición de cultivarlas.
Los monasterios de repoblación más antiguos fueron los de San Vicente de Fístoles (en Esles de Cayón) y Santa María del Puerto en Santoña, este último con amplio dominio jurisdiccional que duró hasta el siglo XVI. Sin embargo a partir del siglo XI se vio obligado a depender del monasterio de Nájera (La Rioja), por mandato real, y así se mantuvo hasta el siglo XIX en que la desamortización llevó a cabo la disolución de los monasterios.
En los documentos del siglo IX aparece esta comarca como delimitación geográfica y administrativa. Esta delimitación ha contribuido a que a través de los siglos se hayan podido conservar muchas costumbres y actividades ancestrales. Una de las actividades más curiosas es el uso de los molinos de mareas, que han funcionado hasta hace relativamente poco tiempo. Existe un buen ejemplo en la localidad de Isla.
[editar] Merindad de Trasmiera
A partir del siglo XIII se estableció por orden real esta demarcación como entidad administrativa. El rey estaba representado por un merino que en un principio fue una persona de la familia burgalesa de los Lara. La capital de la merindad estaba en Hoz de Anero donde se reunían las Juntas de Cudeyo, Ribamontán, Siete Villas, Cesto y Voto. Pasados los años los administradores o merinos fueron elegidos en las familias autóctonas de la comarca.
[editar] Maestros canteros de Trasmiera
La fama de los maestros canteros de esta comarca se remonta a la Edad Media. El oficio de cantero tenía una buena preparación y era tradicional y conocido más allá de sus fronteras trasmeranas. Durante los siglos XV al XVIII se dio el gran auge en España, Portugal y colonias americanas. Muchos de ellos trabajaron en obras tan especiales como el Monasterio de El Escorial y la Catedral de Sigüenza y en grandes monumentos de Galicia. Sin embargo no dejaron apenas huella en Cantabria.
Se sabe que a principios del siglo XII un gran número de canteros de Trasmiera fueron llamados para trabajar en la construcción de las murallas de Ávila. A partir del siglo XV se sabe por documentos que estaban trabajando por toda Castilla y que tenían puestos de gran responsabilidad. Se vieron en la necesidad de crear una agrupación de gremio, agrupación cerrada y esotérica en la que se comunicaban por medio de una jerga especial que sólo ellos conocían. Esta jerga lingüística se llamaba la pantoja. El oficio se trasmitía de padres a hijos, por lo que estos últimos gozaban de un aprendizaje especial que les permitía ser maestros y dirigir obras de catedrales antes de los 30 años.
Las contratas eran temporales. La emigración se daba por lo general en el mes de marzo para regresar en el invierno. Los canteros de más fama y más solicitados estaban a veces años fuera de su tierra y sólo regresaban para contraer matrimonio o para administrar sus propiedades y a veces para hacer testamento. Aunque estuvieran largos años fuera de su casa no perdían su condición de vecinos del lugar de origen. El apellido suele reflejar casi siempre el lugar de procedencia. Algunos de estos canteros llegaron a obtener una condición de hidalguía con sus propias armas heráldicas otorgadas por el rey, por lo que ocuparon en ocasiones cargos públicos.
[editar] Maestros canteros de renombre y algunas de sus obras
- Martín, Bartolomé y Gaspar de Solórzano: catedral de Palencia.
- Gil de Hontañón: catedrales de Toledo, Segovia y Salamanca.
- Diego de Riaño: catedral y casa consistorial de Sevilla.
- Juan de Herrera, el Trasmerano: catedral de Santiago de Compostela.
- Juan de Maeda: catedrales de Granada y Sevilla.
- Diego de Praves: arquitecto real en Valladolid.
- Juan de Nates: obras en Valladolid.
- Francisco de Praves: arquitecto del duque de Lerma en Valladolid.
- Marcos de Vierna: Comisario General de Obras Públicas en los reinados de Fernando VI y Carlos III.
- Valentín Mazarrasa: obras en Valladolid, Toro y Zamora.
- Julián Mazarrasa: autor de un tratado de arquitectura.
[editar] Maestros retablistas
Otro de los oficios tradicionales de Cantabria y sobre todo de la comarca de Trasmiera es el de retablista, es decir, el que concibe y compone un retablo, el que piensa y dispone sus trazas. El trabajo de la madera fue muy estimado durante la Edad Media y Renacimiento. Después de las normativas del Concilio de Trento (1563) en que se promueve el culto a las imágenes y los retablos, surgen en esta comarca cántabra multitud de talleres. La época de mayor auge es el siglo XVII de la que se tiene una amplia documentación.
Algunos retablistas como Simón de Bueras, Juan de Alvarado, Bartolomé de la Cruz, alcanzan un gran prestigio y son llamados para trabajar en La Rioja, Castilla y País Vasco. Los llamados Maestros de las Siete Villas (en torno a la bahía de Santoña) son los que más contacto tienen con los talleres castellanos. Muchos de estos retablistas eran arquitectos consumados y contaban con un buen taller donde trabajaban los talladores, los carpinteros, ensambladores, doradores y toda una serie de oficios necesarios para la culminación de la obra. Se ponían de acuerdo con los escultores y pintores, artistas necesarios para llevar a cabo un buen retablo. Estos son algunos de los oficios indispensables en un taller de retablista:
- Maestro arquitecto, que organizaba la estructura y presentaba las trazas
- Maestro entallador, que se encargaba de los motivos de decoración
- Maestro carpintero
- Maestro escultor
- Maestros pintores, que se ocupaban de la policromía
- Maestros doradores, que hacían el estofado y el dorado.
Además de estos maestros consumados se movían por el taller los aprendices y oficiales. Durante los primeros cinco años el maestro enseñaba al aprendiz y le daba alimento y zapatos. Si el aprendiz quería continuar con el oficio, pasaba otros cinco años como oficial hasta alcanzar un nivel en el oficio que le pudiera independizar y establecerse por su cuenta.
[editar] Proceso de contratación y ejecución de la obra
Cuando había necesidad de requerir un trabajo de retablo se colocaba un domingo en la puerta de la iglesia un bando dirigido a estos maestros. Pasado un mes, los retablistas se reunían en dicha iglesia y allí iban exponiendo a los mayordomos y clero de la parroquia sus dibujos, las trazas ideadas y las condiciones de trabajo y de remuneración. El clero y mayordomos escogían una de estas ofertas que exponían a los concursantes para comenzar con la subasta. Dicha subasta duraba el tiempo en que tardaba en consumirse una vela (a veces eran tres) y se concedía la obra al maestro cuya cantidad ofrecida estuviese puesta en el momento en que dicha vela se consumía del todo. El requisito siguiente era que el maestro asignado pagaba una especie de fianza o bien presentaba a otros compañeros como fiadores.
Una vez terminada esta sesión, se hacía legalmente el contrato ante notario. Había además una comisión formada por maestros, encargada de hacer cumplir tanto el proyecto como las condiciones expuestas.
[editar] Estilo de las imágenes en Trasmiera
La influencia romanista de Miguel Ángel y sus seguidores que se refleja en la primera etapa de la Contrarreforma es el estilo a seguir por los maestros trasmeranos. Las imágenes se representan con gran realismo y expresividad y el sufrimiento de los santos y mártires está patentes. El máximo exponente de esta corriente es Juan de Anchieta discípulo de Juan de Juni. El estilo de los maestros va evolucionando y a mediados del siglo XVII se dejan influir por la corriente de Gregorio Fernández. Los talleres de los retablistas imitan y difunden las nuevas modas hasta que los gustos van cambiando y ya a finales de ese siglo se van suprimiendo paulatinamente las imágenes y la estructura del retablo se va presentando con otro tipo de decoración.
[editar] Maestros campaneros
La fabricación de campanas en Cantabria es una tradición que se remonta a la Edad Media. La comarca de Trasmiera fue cuna de prestigiosos fundidores de campanas, cuya fama trascendió los límites de España, llegando incluso a ser requeridos en parte de Europa y América. La importancia que alcanzaron estos artesanos fue tal que diversos estudiosos señalan que no existe en España una catedral, basílica o iglesia que no tenga o haya tenido en sus campanarios la huella de algún fundidor cántabro.
En Trasmiera el oficio se desarrolló fundamentalmente en la Junta de Siete Villas, formada por los pueblos de Ajo, Arnuero, Bareyo, Castillo, Güemes, Isla, Meruelo, Noja y Soano, siendo numerosos los talleres de campanas existentes por aquel entonces. Este conocimiento fue trasmitido de padres a hijos a través de los siglos, constituyendo verdaderas sagas de maestros campaneros.
De sus importancia destaca el hecho de que importantes catedrales en México o Perú posean campanas hechas por trasmeranos a pie de obra. Así en Lima se fundió en 1797 para su catedral la campana denominada "La Cantabria" que refleja la importancia de estos artesanos y su lugar de procedencia. En 1753 se realizaría por maestros fundidores de Arnuero la considerada campana más grande de España, de 22 toneladas, destinada a la catedral de Toledo y en la que se estuvo trabajando durante dos años. Cuentan las crónicas que cuando se estrenó, su sonido provocó la ruptura de los cristales de la ciudad, lo que obligó a agujerearla para amortiguar el volumen de sus tañidos, y que del susto "malparieron" todas las damas que estaban embarazadas.
Como presente a los Príncipes de Asturias con motivo de su boda en el año 2004, el regalo oficial de Cantabria a la pareja fue la campana "Vírgen Bien Aparecida" de 1.600 kg forjada en Gajano (Marina de Cudeyo) por unos de los últimos maestros campaneros, los hermanos Portilla, herederos de la tradición campanera trasmerana.
[editar] Bibliografía consultada
- CAMPUZANO RUIZ, Enrique. Cantabria. Pas y Miera. Trasmiera. Patrimonio Artístico Religioso, 2002. ISBN 84-931754-5-5
- Folleto turístico Cantabria infinita, editado por el Gobierno de Cantabria en julio de 2004.
- GARCÍA GUINEA, Miguel Ángel. Románico en Cantabria. Guías Estudio, 1996, Santander. ISBN 84-87934-49-8
Ver también
[editar] Enlaces externos
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