Historia de Andalucía
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[editar] De los Curetes a los Aqueos
Diversos hallazgos, como el jabalí de ocho patas, pintura rupestre hallada cerca de Ronda, ayudan a comprender la antigüedad que tiene el hombre en Andalucía. De entre todos los hallazgos habidos, el más importante hasta ahora es, sin duda, el Hombre de Orce, encontrado en Venta Micena, cerca de esta localidad, que ratifica esa antigüedad a que nos hemos referido.
Los primeros pobladores de la península fueron los curetes o suretes, que habitaban la zona que ahora se llama Andalucía. Se ignora de dónde venían, o si eran plenamente autóctonos.
Estos curetes cruzaron el estrecho de Gibraltar en sus rudimentarias embarcaciones. Al llegar a la otra orilla, empezaron a recorrer todo el norte de África. En un desplazamiento que les llevaría muchos años, llegaron hasta la frontera de Egipto. Allí se detuvieron e iniciaron el camino de regreso.
Es conveniente reseñar, también, que el término “íbero” significa “los del otro lado”, “los de enfrente”. Y aquí cuadra a la perfección. A aquellos que venían “del otro lado del mar”, descendientes de quienes se habían ido cien o doscientos años antes, se les conocía con ese apelativo: “los íberos”. Estos hechos también dejan claro que, cuando estos llegaron, ya había gente aquí. Por lo tanto, los que procedían de África no fueron los primero pobladores, además de que eran descendientes de los que habían salido años antes.
Hay bastante indicios, aunque aún no haya certeza absoluta, de que los aqueos, en su peregrinar de norte a sur de Europa, se dividieron en dos grupos. Cada uno de ellos terminó aposentándose en un extremo del Mediterráneo: Grecia, a un lado, y el sur de la península ibérica –la actual Andalucía- en el otro. Por ahora sólo es una probabilidad, que Blas Infante descubrió y defendió con energía, basada en las similitudes entre amos lugares y en la fascinación que Andalucía –el país de Occidente- ejerció en los griego antiguos.
Si se confirma esta teoría, quedará explicado por qué los griegos sentían tanto atractivo por nuestra tierra, lugar al que ellos llamaban “el país de Occidente” y donde situaban el paraíso terrenal. Podríamos explicarnos por qué sentían tal fascinación, y por qué las relaciones entre Grecia y Tartessos, siempre fueron tan cordiales.
[editar] Los Millares
Sólo en el sur de la península había ciudades, asentamientos de la extensión suficiente para merecer ese nombre. Pero no sólo eso: las ciudades existían porque había una organización social, con leyes, industria, artesanía, arte y cultura.
La primera cultura conocida, la más antigua, es la de Almería, que comienza en el enclave de Los Millares. Una de las cosas más importante que nos queda de esta cultura es el Indalo, un símbolo totémico que es uno de los más antiguos de Europa.
Las culturas, en la antigüedad, se extendían por la franja costera, la de Almería, sin embargo, tiene una originalidad: se extendió primero hacia el interior, hasta Sevilla. Esto que es la primera muestra de vertebración, de unidad de Andalucía, también hace pensar que ya existía una relación entre estas dos zonas tan apartadas y tan distantes entre sí.
Posteriormente, la cultura de Almería se extendió hacia el norte, esta vez sí, siguiendo la línea de la costa, por la orilla del mar. No obstante, con el paso del tiempo se fueron desarrollando dos formas distintas. Por un lado, la que evolucionó dentro de Andalucía, la tartésica. Por otro, la levantina, la que se había extendido fuera de Andalucía.
[editar] Tartessos
Tartessos es la primera gran civilización existente en la península ibérica, de la que se tienen datos fehacientes.
Es difícil definir sus fronteras, porque resulta imposible fijar las de cualquier estado, país o nación de antigüedad, debido a que las fronteras entonces no estaban tan definidas como en a actualidad. En realidad, no había fronteras fijas.
Casi todos los estados nacieron a partir de una ciudad que conquistaba a las demás y se erigía en cabeza de ellas. En el caso de Tartessos, los datos de que disponemos apuntan a que estaba formada por “polis” o ciudades estado, igual que Grecia; otro detalle que demuestra la relación existente entre los dos extremos del Mediterráneo.
Esta relación está tratada por varios autores griegos, quienes hablan de la magnificencia del que ellos llamaban “el país de Occidente”. Estos autores idealizaron la caída y destrucción de Tartessos y lo representaron como una hecatombe, en la que un continente se hunde en el océano. Habían llamado “Atlantis” al lugar porque estaba habitado por atletas. De ahí recibió nombre el océano. Y, más recientemente, nació el mito de La Atlántida.
Tartessos era un país –o un conjunto de ciudades- muy rico, culto y refinado. De sus minas se extraían materiales que eran fundamentales en el mundo antiguo, como el cobre, la plata y el hierro, que servían para fabricar armas y para otras manufacturas. Además, ellos traían estaño des las islas Británicas, -llamadas entonces Casitérides-. Es más: cuando disminuyó el interés por el hierro, los Tartessos descubrieron que, mezclando cobre y estaño, se obtenía el bronce. Fueron los únicos que lo sabían hacer y eso les dio un predominio sobre los demás. Todos esos productos, y otros, como artesanía, manufacturas o frutas, los exportaban en sus barcos a varios países del Mediterráneo.
Se tienen noticias de que vendían tanto a Grecia, como a Egipto y a Israel , entre otros países. Los barcos eran los más grandes de su tiempo, tanto que, cuando llegaban a las cercanías de Cartago –en la actual Túnez- los fondeaban y cargaban en ellos elefantes, los cuales también llevaban a Oriente entre sus mercancías.
Esta fue una de las cosas en la que Tartessos destacó entre los demás países de su época, lo que hizo ser una potencia económica, gracias a sus exportaciones.
Según algunos hallazgos, parece que sus leyes estaban escritas en verso. También es muy posible que estuvieran escritas en versículos, como en la mayoría de los países con influencias griegas. Lo importante es que Tartessos tenía leyes escritas, cosa que, hace ya seis mil años, sólo había en muy pocos países en todo el mundo.
[editar] El “País de Occidente”
Casi todo lo que sabemos de Tartessos, lo sabemos por autores griegos –como Platón en “La Atlántida”-. Algunos de sus reyes más importantes fueron Habis, Nórax, Gerión o Argantonio.
Habis es conocido como el rey civilizador, que introdujo leyes y la apicultura. De Argantonio, se dice que vivió ciento veinte años y que reinó durante ochenta. Uno de los detalles más conocidos de su reinado, es que ofreció tierras a los focenses para que fundaran una ciudad, cuando estos fueron expulsados de Grecia.
En cuanto a Gerión, se cita en uno de los trabajo del mítico dios griego Heracles. Parece seguro que los hechos que se narran están basados en personas reales que destacaron en su tiempo, aunque no exactamente de la forma en que se cuenta. Es muy posible que el guerrero en quien se basa la historia de Heracles, viajara hasta el otro extremo del Mediterráneo y que aquí, ya fuera por ansias de conquistas o, como más bien parecer, por error, entablara una lucha con Gerión en la que murió este último. Según la leyenda, después de terminada la batalla, y comprobado el desatino, decidió construir una ciudad en el mismo lugar, a la que se llamó “Jardines de Heracles” que, con el tiempo, pasó a denominarse Híspalis.
De todas maneras, varias civilizaciones han tenido un dos parecido, aunque adaptado a su propia cultura. Así, por ejemplo Roma adaptó el Heracles griego, al que llamó “Hércules”. Y los fenicios tenían el suyo propio, de similares características, “Melkart” que, según cuenta la leyenda, fundó la ciudad de Gades.
Entre los primitivos curetes y Tartessos, hay un espacio de tiempo en el que el principal pueblo que habita la actual Andalucía, fue el de los turdetanos, quienes, en determinados momentos y lugares, aparecen mezclados con los propios Tartessos. Según Shulten, había otras tribus: Hiberi, Massieni, Bástuli, Gymnetes y Cilbiceni. Algunas de ellas, localizadas en pequeñas áreas geográficas, dieron nombre a varias ciudades andaluzas. Según estudios antropológicos, el andaluz suele ser braquicéfalo , como los turdetanos; mientras el español es dolicocéfalo como los íberos del centro de la península.
[editar] La Invasión Cartaginesa
Fenicia ocupaba, aproximadamente, el lugar donde hoy está Líbano, y estaba formada por dos ciudades estado: Tiro y Sidón. Los tirios crearon Cartago, una colonia en el centro de la costa africana. Cartago formó un fuerte ejército, lo que la convirtió en una potencia capaz de enfrentarse a los griegos y a los romanos.
Los fenicios también crearon varias “colonias” en territorio tartesio. Entre ellas Abdera (Adra), Gades (Cádiz), Sexi (Almuñécar) o Malaca (Málaga). Al principio las relaciones fueron cordiales, pero poco a poco, estos intentaban adueñarse todo los productos que daba el país. Los tartesios, entonces, se les opusieron. Y se fue gestando un enfrentamiento, que acabó en guerra. Entre otros, se tiene noticias de una gran batalla naval, en el golfo de Cádiz, entre la escuadra fenicia de Gades y la tartesia de Híspalis.
Tartessos expulsó a los fenicios de su territorio. Cartago envió un ejército muy potente, mucho más que el de los andaluces de entonces, donde el nivel cultural era muy alto, pero la guerra no se fomentaba en absoluto.
Mientras, Grecia perdía poder debido a las luchas internas de algunos de sus generales y gobernadores. También decaían los etruscos, un pueblo amigo de Tartessos que habitaba el norte de la península itálica., por la ascensión de Roma, una pequeña ciudad que se había expandido desde su ubicación inicial, primero por El Lacio y luego por toda la península.
En el año 218 a. C., el general Publio Cornelio Escipión desembarcó en Ampurias para cortar los abastecimientos a los cartagineses. Tras derrotarlos en algunos encuentros, en 210 a. C. es nombrado cónsul, momento en el que empieza la conquista de la península.
[editar] Edad Antigua
En el primer milenio antes de Cristo se asienta en Andalucía el primer Estado con organización sólida en lo político, lo social y lo económico. Se trata de Tartessos, a quienes conocemos por los contactos que tuvieron con los mercaderes fenicios y griegos que llegaron hasta las costas andaluzas. Aunque no sabemos mucho de ellos, los yacimientos arqueológicos nos han permitido tener algún conocimiento de sus costumbres, así, por ejemplo, sabemos del origen tartésico de la estrella de ocho puntas, representación del Sol, que hoy en día sigue siendo profusamente usada en toda Andalucía con fines ornamentales y simbólicos. Entre estos yacimientos destaca el Tesoro del Carambolo, descubierto en 1958. Tras la batalla de Alalia, Tartessos queda incorporado a los cartagineses.
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Los púnicos o cartagineses eran descendientes de los fenicios, un pueblo originario de las actuales Siria y Palestina, quienes fundaron Gadir (hoy Cádiz) en 1100 adC. A partir de entonces se mantienen unas estrechas relaciones entre Andalucía y otros pueblos del Mar Mediterráneo. Desde la conquista de Tiro por los babilonios, fueron los cartagineses los que relevaron a los fenicios en el comercio mediterráneo, rivalizando con los griegos por el control de las costas andaluzas. Con los cartagineses se produjo un gran desarrollo demográfico en Andalucía; sin embargo, fueron derrotados por los romanos en las Guerras Púnicas.
Aunque de menor importancia, también hay que destacar la presencia de la civilización griega, quienes fundaron Mainake (que se supone próximo a Málaga). Entre los pueblos prerromanos de Andalucía contamos los turdetanos, bastetanos, libio-fenicios, oretanos y celtas.
[editar] Periodo romano
En la Segunda Guerra Púnica, los cartagineses abandonan Andalucía y su presencia es sustituida por la de los romanos, los cuales sufrieron focos de resistencia, como en Astapa o el caso de Viriato. En principio, los romanos dividieron Hispania en dos provincias, la citerior y la ulterior, perteneciendo Andalucía a ésta última, hasta que Augusto impuso una nueva división administrativa, creándose la provincia Bética (con capital en Corduba) excepto el alto Guadalquivir y el extremo oriental de la Comunidad, que quedaron bajo la administración de la provincia Tarraconensis y posteriormente de la Cartaginensis.
El alto grado de desarrollo de Andalucía explica la rápida absorción de las costumbres romanas. La romanización que sufrió la Bética sirvió de modelo a otros territorios del Imperio Romano; este grado de romanización podemos verlo patente en la cantidad de figuras célebres que la Bética aportó a Roma, como el emperador Trajano, o el filósofo Séneca.
En el siglo IV se produce la aceptación romana del Cristianismo, con lo cual se introduce esa religión en la Bética, y tras la división del Imperio Romano en dos partes, Andalucía asiste a la llegada de los pueblos germánicos.
[editar] Edad Media
En el siglo V Andalucía recibe las hordas germánicas de suevos, alanos y vándalos. Éstos últimos se quedarán durante poco tiempo antes de pasar al Magreb. Sin embargo, son los visigodos los que acaban fundando un Estado en Hispania, conservando la organización del Estado romano. La resistencia a la presencia visigoda es importante y eso origina el asentamiento de los bizantinos en las zonas costeras del Levante y el Sur, motivados por la idea de Justiniano de reunificar el Imperio Romano. La administración visigoda era bastante caótica, caracterizándose por constantes luchas de poder y sublevaciones de los nobles. La última de ellas, la pugna entre Rodrigo y los sucesores de Witiza, origina la llegada de la civilización árabo-islámica en 711.
[editar] Civilización andalusí
La hipótesis más probable de la expansión árabo-islámica por tierras visigodas supone que los árabes acudieron llamados por los sucesores de Witiza para derrocar al rey Roderico (Rodrigo). Eso hay que asociarlo al carácter expansionista de la civilización árabo-islámica, que debido a la flexibilidad de su recién nacida religión, daba grandes ventajas fiscales a quienes se sometieran a su mandato. Así, entre 711 y 732 llegaron hasta los Pirineos y el Mar Cantábrico, zonas que no llegaron a anexionar. En 756 Abderramán I proclama el Emirato Independiente con capital en Córdoba después de huir de Damasco al llegar los Abbasíes al poder. En este período sobresale Abderramán II, el cual llevó a Al-Andalus a una islamización plena, destacando el especial auge de Córdoba como capital y la imposición de una estructura estatal al estilo árabe.
En 929 Abderramán III se proclama califa, desligándose así totalmente del califato de Damasco. Comienza la etapa de mayor importancia del periodo andalusí, en la cual Al-Andalus se convierte en un Estado con una gran importancia en el comercio internacional, manteniendo relaciones con el Imperio Germánico y Bizancio, y convirtiendo a Córdoba en una de las ciudades principales del comercio en el ámbito mediterráneo, con Constantinopla y Bagdad. La última figura de relevancia de este período fue Almanzor (primer ministro de Hixem II), que dirigió duras campañas militares contra los cristianos del norte. Poco después de su muerte se derrumbó el Califato, dando paso a los Reinos de Taifas.
Este desmembramiento del territorio andalusí es la ocasión que sirvió a los cristianos para avanzar en su conquista, lo cual movió a ciertos reyes andalusíes a pedir ayuda a los almorávides. Éstos establecieron un imperio a ambos lados del Estrecho de Gibraltar, sin embargo no pudieron evitar un nuevo desmembramiento en los segundos reinos de taifas. El último periodo de unidad andalusí lo constituye la invasión almohade, que traslada la capital a Isbilya (Sevilla). Sin embargo, la derrota en la batalla de las Navas de Tolosa (ya en tierras andaluzas) es un golpe de muerte a la civilización andalusí, que acaba desmembrada en los terceros reinos de taifas, los cuales aprovechará Fernando III para conquistar el valle del Guadalquivir. El terreno restante, el Reino de Granada, sobrevivirá hasta 1492, cuando los Reyes Católicos terminan la conquista.
[editar] Edad Moderna
Tras la conquista castellana, el territorio de la actual Andalucia estaba ocupada por cuatro reinos: Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada. Sin embargo, el término Andalucía se solía usar para designar los reinos de Sevilla y Córdoba.
Un hecho clave en el territorio de la actual Andalucía es la Guerra de las Alpujarras de 1570-72. Al final de la misma, la inmensa mayoría de la población morisca fue tristemente expulsada de la tierra donde había vivido durante generaciones. En un primer momento fueron redistribuidos en el interior de Castilla, para luego ser expulsados totalmente en 1609. Muchos de estos andalusíes terminaron en ciudades del norte de África como Fez o Tetuán, donde su descendencia se prolonga en el tiempo hasta el día de hoy.
Tras la Guerra de las Alpujarras, Castilla organiza repoblaciones cuyo éxito o fracaso comienza a ser estudiado en la actualidad. Podemos afirmar que no se consiguió el peso demográfico de la época morisca hasta mediados del siglo XVIII; sin embargo, estas repoblaciones supusieron la llegada de miles de colonos de otros puntos de Castilla, Aragón y otros países europeos, que llevaron sus costumbres y formas de vida a lugares cuya población quedó severamente mermada tras la expulsión morisca. Algunos autores atribuyen a estas repoblaciones las rivalidades existentes en la actualidad entre pueblos cercanos.
La campaña de expansión castellana en América durante el siglo XVI causará un periodo de esplendor en Andalucía occidental, especialmente en Huelva, Sevilla y Cádiz, debido a su situación como puerta de salida hacia América. El Reino de Granada, por el contrario, tenía sus intereses en el Mediterráneo, por lo que sus contactos con las colonias americanas fueron bastante menores. Sin embargo, el siglo XVII es desastroso para Andalucía, por las epidemias de peste que sufrió. Se produce asimismo una nueva señorialización de las tierras, con el consiguiente perjuicio para los campesinos andaluces.
Los abusos fiscales del conde-duque de Olivares llevan al duque de Medina-Sidonia a organizar una revuelta nobiliaria en Andalucía Conspiración independentista en Andalucía (1641). En el periodo entre 1640 y 1655 se producen revueltas en varios puntos de Andalucía por la crisis económica.
La Guerra de Sucesión (1700) apenas tuvo repercusión en Andalucía, que estuvo desde el principio del lado de Felipe de Anjou. Sin embargo, la escuadra inglesa y holandesa atacan en 1702 la costa atlántica cercana a Cádiz, y aunque fracasan en su intento de establecerse allí, toman Gibraltar en 1704 aprovechando su indefensión.
En este siglo se da una importante repoblación, obra del ilustrado Pablo de Olavide, en la cual se establecen más de 1.400 familias, que sufren una profunda asimilación cultural.
[editar] Edad contemporánea
Andalucía vivía una época dorada hasta el comienzo del siglo XIX. La Guerra de la Independencia y la independencia de las colonias españolas en América tiene consecuencias fatales para Andalucía. Durante la Guerra de la Independencia se redacta en Cádiz la primera constitución democrática de España (promulgada el 19 de marzo de 1812), derogada poco más tarde por el rey Fernando VII, hasta cuya muerte no se pudo superar el absolutismo. Sin embargo, el período liberal tampoco ayuda a Andalucía, pues se pasa de un gobierno absolutista a un gobierno de unos pocos, que sólo legislan a su favor. Las revueltas se siguen sucediendo por todo el territorio andaluz, y hace su aparición el bandolerismo. La grave crisis económica conducirá a los andaluces a apoyar la revolución de 1868 (la Gloriosa), aunque la república cantonal a la que da lugar fracasa casi inmediatamente*, dando paso a otro período monárquico.
En 1883 se aprueba la Constitución Federal de Antequera, que fue un intento fallido por dotar a Andalucía de un Estado independiente que se integraría voluntariamente como estado federal en una federación hispánica, fruto de las convulsiones vividas desde la revolución de 1868. Es en este momento cuando muchos sitúan el nacimiento del Nacionalismo andaluz.
Este nuevo período monárquico no arregla ninguno de los problemas existentes, salvo la guerra civil desatada por el cantonalismo. No prospera la burguesía autóctona y los recursos naturales son explotados por empresas extranjeras; los latifundios no se modernizan y el comercio no sale de su crisis. La inmovilidad política propiciada por el turno de partidos y el caciquismo agrava aún más la situación y aumenta la miseria reinante en Andalucía. Con la pérdida de las últimas colonias en 1898 Andalucía toca fondo, con unos niveles de paro y hambre extremos. Estas situaciones hacen surgir en Andalucía todo tipo de movimientos obreros, desde el comunismo hasta el anarquismo, así como el Nacionalismo andaluz. La dictadura de Primo de Rivera entre 1923 y 1930 traerá consigo leves mejoras para Andalucía, destacando el declive del caciquismo.
[editar] Siglo XX
Tras la caída de la dictadura, la transición fue especialmente ajetreada. Proliferó la representación republicana en los Ayuntamientos, lo cual desembocó en la proclamación de la Segunda República Española. Este nuevo período intentó resolver los grandes problemas de Andalucía, entre ellos la Reforma agraria y el analfabetismo. Sin embargo, la inestabilidad política y la corta duración del período republicano no permitieron grandes cambios en la situación andaluza. Blas Infante, actual Padre de la Patria Andaluza y parte indispensable del Nacionalismo andaluz, junto con los miembros de la Asamblea de Ronda aprobaron en 1918 la oficialidad de la bandera de Andalucía, una de las más antiguas de Europa, y se crearon el escudo y el himno. Más tarde en 1933 hubo una nueva reunión, la Asamblea de Córdoba donde se debatía la formación de un estado federal.
Es de reseñar que fue redactado un borrador de Estatuto de Autonomía para Andalucía y una gramática nueva para la lengua andaluza, que no llegaron a entrar en vigor debido al estallido de la Guerra Civil.
La Guerra Civil en Andalucía fue especialmente dramática debido a la represión fascista de las tropas franquistas, aunque en el plano estrictamente bélico se redujo a batallas menores; el suceso más trágico fue el bombardeo alemán sobre Almería cerca del final de la guerra. Desde aquel momento se instaura el franquismo, un sistema centralista y dictatorial dirigido por Francisco Franco y basado en la represión y la falta de libertad. Este sistema comienza por destruir todo resto de democracia restante, deshaciendo los pequeños avances realizados en la reforma agraria y llevando al Estado español a la autarquía (y al racionamiento de los bienes que conllevaba) hasta principios de los cincuenta, siendo los años de ls posguerra especialmente duros en Andalucía. A partir de los sesenta se van produciendo ligeros cambios en el sistema, desde el desarrollo del turismo en las costas mediterráneas, pero también la salida de miles de emigrantes (sobre todo del campo) cuya situación no era nada buena. Se fomentó la industria por medio de los planes de desarrollo, que incluían Sevilla y Huelva en una primera fase y Córdoba y Granada en la segunda, y se mejoraron las autopistas y el transporte por carretera. Sin embargo, todos estos cambios de apertura vinieron aparejados a un creciente movimiento de desacuerdo con el régimen, que cada vez costaba más reprimir. En 1973 resurge el movimiento andalucista de la mano de Alejandro Rojas Marcos; dos años después muere Franco y con él, el régimen que creó.
La transición democrática fue ampliamente apoyada en Andalucía, dejando así paso a una monarquía parlamentaria que hoy sigue vigente en Andalucía. Se establece un gobierno autonómico provisional en 1978, y tras la promulgación de la Constitución de 1978, se inicia el proceso autonómico, paralizado sin embargo por los distintos criterios de la Junta de Andalucía y el gobierno de UCD; éstos últimos intentaron imponer la vía de la autonomía reducida por el artículo 143 de la Constitución, dado que el Estatuto de la Segunda República no llegó a aprobarse, mientras que la Junta de Andalucía optaba por la de la autonomía plena del artículo 151. el 4 de diciembre de 1977 cerca de dos millones de andaluces se manifestaron por todo el país exigiendo la Autonomía por la "vía rápida" del artículo 151 de la Constitución Española. En el referéndum del 28 de Febrero de 1980 la mayoría de los andaluces y andaluzas decidieron que Andalucía debía tener autonomía plena. Tan sólo en Almería no se superó la exigencia de mayoría absoluta del censo. Finalmente Andalucía adoptó la autonomía plena, reconociéndose su condición de Nacionalidad, no con pocas dificultades, ya que desde el Gobierno central y los partidos centralistas se hicieron infructuosas campañas para dificultar su aprobación, llegándose a contabilizar como abstencionistas a los fallecidos.
Después de esto, Andalucía ha entrado en una época de lenta recuperación, en la que a pesar de seguir por detrás de la economía estatal, el ritmo de crecimiento es mayor. En 1992 se inaugura el tren de alta velocidad entre Sevilla y Madrid, se celebra la exposición universal de Sevilla y en estos años se ha potenciado aún más el turismo, sobre todo en la costa del Sol.