Historia de Cantabria
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Cantabria, una de las Comunidades Autónomas de España, posee una dilatada Historia que va desde los primeros asentamientos humanos, con evidencias como las pinturas de la Cueva de Altamira, hasta nuestros días; pasando por ser pieza fundamental para el país en diversas ocasiones, como por ejemplo durante la Reconquista o en las relaciones comerciales con el Nuevo Mundo gracias al puerto de Santander.
[editar] Prehistoria en Cantabria
[editar] Cantabria prerromana
La primera referencia escrita del nombre de Cantabria se remonta hacia el año 200 adC en el que el historiador Catón el Viejo habla en su libro Orígenes del nacimiento del río Ebro en el país de los cántabros: "... fluvium Hiberum; is oritur ex Cantabris; magnus atque pulcher pisculentus". A partir de aquí las citas sobre cántabros y Cantabria se suceden continuamente, puesto que los cántabros se empleaban como mercenarios en diferentes conflictos tanto dentro como fuera de la Península. Hay constancia de que participaron en la guerra de los cartagineses contra Roma durante la Segunda Guerra Púnica por las referencias de Silio Itálico (libro III) y Quinto Horacio Flacco (lib. IV, oda XIV). También se les menciona durante el sitio de Numancia llevado a cabo por Cayo Hostilio Mancino, que se dice levantó el sitio a la ciudad al ser informado de que cántabros y astures acudían en su auxilio.
La mayor parte de las referencias posteriores aparecen a raíz del inicio de las Guerras Cántabras contra Roma en el año 29 adC. Se conservan en torno a 150 referencias de este pueblo de cuya fama dejan constancia textos griegos y latinos. Su territorio rebasaba significativamente los límites de la actual comunidad autónoma de Cantabria, localizándose al norte con el Mar Cantábrico, nombre con el que le bautizaron los romanos; al oeste con el río Sella, en el actual Principado de Asturias; por el sur se extendía hasta el castro de Peña Amaya, en la actual provincia de Burgos, y al este se extendía hasta casi Castro-Urdiales, en torno al río Agüera.
[editar] Cantabria romana
[editar] Ducado de Cantabria
Tras la caída del imperio romano, Cantabria recuperó su independencia frente al reino visigodo hasta el año 574 en el que, según Braulio de Zaragoza en su Vida de San Millán de la Cogolla[1], el rey Leovigildo conquista Cantabria y su capital Amaya. Durante este periodo de la historia hispano-goda, Cantabria se integra dentro del reino como provincia fronteriza y se configura un ducado (ver imagen), regido por un Dux, delegado regio en el país. Esta fórmula garantizaría así mismo la libertad del pueblo cántabro y al mismo tiempo su control por el poder real.
A partir de aquí se sucede un periodo oscuro debido a la escasez de fuentes, no solo relativas a Cantabria sino a todo el norte de España. No obstante, es probable que debido a la escasa asimilación cultural visigoda de Cantabria y el mantenimiento las arraigadas costumbres bárbaras, no se consiguiera una seguridad política y militar plena en la región, lo que propiciaría años de rebeliones y levantamientos contra el poder real. Ya a este parecer, hacia el año 632, San Isidoro [2]advierte al hablar de los cántabros de su obstinada disposición al pillaje, las luchas y a desafiar los castigos, por lo que se deduce que a principio del siglo VII aún se les consideraba como una posible amenaza.
También durante estos años hubo al parecer luchas fronterizas entre los reyes visigodos de España y los reyes francos de Austrasia y Borgoña en la que Cantabria se vio involucrada. Así, según el Chronicon[3] del cronista franco Fredegario del siglo VII, estos últimos intentaron someter la región de los cántabros y Vasconia, siendo recuperada la primera por Sisebuto. En este mismo texto se cita la existencia en el Ducado de Cantabria de un dux llamado Francio allá por los finales del siglo VI o comienzos del VII, que rendía tributo a los francos desde hacía tiempo, un personaje que sigue siendo aún oscuro.
De estos últimos testimonios se deduce que el Ducado de Cantabria sería tierra fronteriza entre reinos. Se desconoce si los reyes merovingios tuvieron éxito en sus conquistas al sur de los Pirineos, pero lo que parece probable es que este ducado era importante para el reino visigodo a modo de marca fronteriza desde donde poder lanzar ofensivas contra los vascones y al mismo tiempo poder controlar a un pueblo cuyo sometimiento era inestable y superficial y que no daba suficientes garantías de paz a los reyes visigodos.
[editar] Cantabria en la Reconquista
En el año 714 los musulmanes invaden los valles altos del Ebro y llegan a conquistar Amaya, la capital cántabra, obligando a los cántabros a ceñirse a las tradicionales fronteras bélicas, para organizar su defensa.
En las primeras crónicas de la Reconquista sigue apareciendo Cantabria definida como región. Así, en la Crónica Albeldense al tratar de Alfonso I dice "iste Petri Cantabriae ducis filius fuit", con lo que, junto a la figura de Pedro, se nombra el título de Duque de Cantabria, que atestigua la territorialidad de su ducado.
A partir de este periodo las fuentes documentales apenas sí hacen referencia a Cantabria con este nombre, dado que prevalecerá el de Asturias con las comarcas denominadas Asturias de Santillana, Asturias de Trasmiera y Asturias de Laredo. El territorio formará parte del condado de Castilla y del reino de Castilla.
A partir del núcleo inicial formado por la Hermandad de las Cuatro Villas, Santander, Laredo, Castro Urdiales y San Vicente de la Barquera, se forma la Hermandad de las Marismas, uniendo así a todos los puertos importantes situados al este de Asturias
Las Cuatro Villas participan muy activamente con hombres y barcos en la Reconquista de Andalucía, siendo repobladas Cádiz y El Puerto de Santa María con familias procedentes de los puertos del Cantábrico. En el caso de Cádiz la mayoría procedían de Castro Urdiales, y en el del Puerto de Santa María, de Santoña, conocida entonces como Santa María del Puerto. También participaron naves de las Cuatro Villas en la toma de Sevilla, rompiendo el puente de barcas que unía Triana y Sevilla, hecho de armas que se representa con una Nao y la Torre del Oro de Sevilla en el escudo de Santander.
[editar] Provincia de Cantabria
Con los Reyes Católicos desaparece la Hermandad de las Marismas, quedando el Corregimiento de las Cuatro Villas, que abarca las áreas de influencia de los puertos de la antigua Hemandad de las Cuatro Villas (casi toda Cantabria). Sus juntas se celebraban o en Bárcena de Cicero o en turno rotatorio entre las villas que la componían, prestándose especial atención a que ninguna prevaleciera sobre las demás.
En el siglo XVI se difunde a nivel popular y literario el uso del nombre La Montaña para designar a la antigua Cantabria en contraposición a Castilla, con la que se aludía exclusivamente a La Meseta. Esta distinción ha llegado hasta nuestros días.
Durante la Baja Edad Media y el Antiguo Régimen los grandes señoríos de Cantabria estuvieron dominados principalmente por tres de las grandes casas nobiliarias españolas, los Mendoza (Duques del Infantado, Marqueses de Santillana); los Manrique de Lara (Marqueses de Aguilar de Campoo, Condes de Castañeda) y los Velasco Duques de Frías, Condestables de Castilla).
A partir del siglo XVI resurge el interés por los estudios relativos a Cantabria y los cántabros, apareciendo el problema de la localización del territorio que ocupó este pueblo. No será hasta el siglo XVIII cuando se zanje definitivamente la gran controversia sobre la situación y extensión de la Cantabria antigua gracias a obras tan trascendentales para el conocimiento de la historia regional como La Cantabria del padre agustino e historiador Enrique Flórez de Setién. Paralelamente a este interés por los cántabros y a la clarificación de la aludida polémica se aplicó el nombre de cántabro o Cantabria en el territorio montañés a diversas instituciones, organismos y jurisdicciones.
En 1727 se producirá el primer intento de lo que sería después la Provincia de Cantabria.
Aún así, el alto grado de autonomía que disfrutaban las pequeñas entidades en que estaba fraccionado el viejo solar de Cantabria, conjugado con la proverbial pobreza de recursos, siguió siendo la razón principal de su debilidad, incrementada con el progresivo avance de la eficacia administrativa del centralismo borbónico, por lo que cada día se mostraba más evidente la imposibilidad de hacer frente en solitario a la multitud de problemas de todo tipo: desde las siempre difíciles comunicaciones hasta las trabas para el ejercicio de la justicia, desde las dificultades para el abastecimiento en épocas duras, hasta la saca indiscriminada de levas de soldados, y sobre todo la progresión de las imposiciones fiscales. Todo ello determinó que se aceleraran los contactos entre las villas, valles y jurisdicciones. En esta ocasión se polarizaron en torno a las Juntas de la Provincia de Nueve Valles, conducidos por los diputados elegidos a través de los órganos tradicionales de autogobierno. Dos fueron los hechos que catalizaron la culminación del proceso de integración en este segundo intento:
- Por un lado el interés colectivo por evitar contribuir a la construcción del puente de Miranda de Ebro, según imponía la orden del Intendente de Burgos de 11 de julio de 1775, cuando aquel mismo año había sufrido Cantabria dos tremendas inundaciones: 20 de junio y 3 de noviembre.
- Por otro la necesidad de hacer frente mancomunadamente a la gran cantidad de bandidos que actuaban impunemente en Cantabria, ante la inoperancia de la justicia por la escasez de recursos.
Tras la convocatoria enviada por el Diputado General de Nueve Valles para que acudieran a la Junta que había de celebrarse en Puente San Miguel el 21 de marzo de 1777, las jurisdicciones afectadas por éstos y otros males, mandaron a sus respectivos diputados con poderes suficientes para que pudieran decidir el agregarles a la Provincia de Nueve Valles, según decían unos, para unirse y acompañarse según otros, y en definitiva, para ser unos con los demás, como manifestó el Concejo de Pie de Concha.
En aquella Junta General se establecieron las bases y pusieron en marcha las gestiones que habrían de desembocar el año de 1778 en la unidad administrativa y jurisdiccional. Todo ello culminó en el éxito de la Asamblea celebrada en la Casa de Juntas de Puente San Miguel el 28 de julio de 1778, donde quedó constituida la Provincia de Cantabria, mediante el acto de aprobar las ordenanzas comunes, confeccionadas para aquél fin y previamente discutidas y aprobadas en los concejos de todas las villas, valles y jurisdicciones comprometidas. Eran, además de los Nueve Valles, Rivadedeva, Peñamellera, Provincia de Liébana, Peñarrubia, Lamasón, Rionansa, Villa de San Vicente de la Barquera, Coto de Estrada, Valdáliga, Villa de Santillana del Mar, Lugar de Viérnoles, Villa de Cartes y su jurisdicción, Valle de Buelna, Valle de Cieza, Valle de Iguña con las villas de San Vicente y Los LLares, Villa de Pujayo, Villa de Pie de Concha y Bárcena, Valle de Anievas y Valle de Toranzo.
Escarmentados por el fallido intento del año 1727 el primer objetivo a cubrir consistió en conseguir la aprobación por el rey Carlos III de la unión de todos en una provincia, cuya ratificación la lograrían mediante real provisión el 22 de noviembre de 1779.
Las veintiocho jurisdicciones que asumieron en primer lugar el empeño de crear la Provincia de Cantabria, postularon con toda claridad su voluntad de que en ella se incluyeran todas las demás que formaban el Partido y Bastón de las Cuatro Villas de la Costa. En consecuencia establecieron toda clase de facilidades para la integración, que podían realizar en cualquier momento que así lo solicitasen, sujetándose a las ordenanzas, con los mismos derechos y deberes de las fundadoras, en el plano de la más estricta igualdad. De este modo se fueron agregando la Abadía de Santillana, los valles de Tudanca, Polaciones, Herrerías, Castañeda, la Villa de Torrelavega y su jurisdicción, Val de San Vicente, Valle de Carriedo, Tresviso y las villas pasiegas de La Vega, San Roque y San Pedro, así como la Ciudad de Santander con su Abadía.
A causa de la competencia de Laredo, el Ayuntamiento de Santander, que al comienzo había aceptado la titulación de Cantabria para la provincia creada a principios del siglo XIX, reaccionó después imponiendo que se la denominará con su nombre para que no hubiese duda alguna de cual era su capital. Cuando en 1821 la Diputación Provincial presentó en las Cortes constitucionales su proyecto definitivo sobre la fijación de los límites de la provincia y de los partidos judiciales, proponiendo la denominación de Provincia de Cantabria, el Ayuntamiento de Santander replicó imponiendo "que a esta provincia se le conserve el nombre de Santander". Aún así, muchos periódicos exhibieron en sus cabeceras el nombre de cántabro o Cantabria.
[editar] Guerra de la Independencia
Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), el obispo Menéndez de Luarca, gran defensor del absolutismo, se erigió "Regente de Cantabria" y constituyó en Santander el Armamento Cántabro, un cuerpo del Ejército para salir a los puertos de acceso desde la Meseta para detener a los franceses. Fue derrotado, pero más tarde se reorganizó en Liébana bajo el mando del general Juan Díaz Porlier, llamándose División Cántabra, en la que había varios regimientos y batallones, como los Húsares de Cantabria (caballería) o Tiradores de Cantabria (infantería). Durante las Guerras Carlistas se formó una unidad denominada Brigada de Cantabria.
El auge registrado por tales términos de resonancia ancestral a lo largo del siglo XVIII y todo el XIX, continuó pujante durante el siglo XX, adquiriendo un carácter político claramente regionalista hasta 1936.
[editar] La Revolución de 1868 y la I República
Durante el reinado de Isabel II de España, los sentimientos liberales y republicanos fueron adquiriendo fuerza en Cantabria, especialmente en las zonas costeras. La revolución de septiembre de 1868 fue duramente reprimida por los ejércitos isabelinos, llegados de Valladolid al mando del general Calonge. No obstante, el triunfo de los insurgentes en el resto de España permitieron tomar el poder a los grupos progresistas, representantes de la burguesía comerciante, que veía así atendidas sus demandas de desestancos y liberalizaciones, lo cual facilitaba el intercambio con los puertos américanos y la distribución de los productos coloniales en España y Europa.
[editar] La Restauración
[editar] La II República
El Partido Federal elaboró en 1936 un Estatuto de Autonomía para un Estado Federal Cántabro-Castellano, que no pudo aprobarse por el estallido de la Guerra Civil. Como consecuencia de la Guerra y de la marginación subsiguiente de estas tendencias, se utilizó menos el nombre de Cantabria, que, a nivel oficial, quedó relegado a las federaciones deportivas, únicas en las que Cantabria seguía figurando como región.
[editar] La Guerra Civil
Después de la sublevación militar del 18 de julio de 1936, Cantabria permaneció fiel al gobierno legítimo de la República, pero su aislamiento del resto del territorio republicano impidió una eficaz resistencia. La capital fue conquistada en agosto de 1937, y la llamada Batalla de Santander concluyó el 1 de septiembre del mismo año, cuando toda la región pasó al llamado bando nacional.
[editar] Franquismo
En 1963 el presidente de la Diputación Provincial, Pedro Escalante y Huidobro, propuso recuperar el nombre de Cantabria para la Provincia de Santander, en base a un erudito informe redactado por el cronista Tomás Maza Solano. A pesar de las gestiones realizadas y del voto afirmativo de los ayuntamientos, la petición no prosperó, sobre todo por la oposición de nuevo del Ayuntamiento de Santander.
[editar] Transición a la democracia
[editar] Proceso autonómico
El 30 de diciembre de 1981 concluyó el proceso iniciado en abril de 1979 por el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal, bajo la presidencia de Ambrosio Calzada Hernández. Este municipio abrió el proceso previsto en el Artículo 143 de la Constitución Española que condujo a la Autonomía de Cantabria. Otros 85 ayuntamientos de la región y la Diputación Provincial se sumaron en los meses siguientes a la propuesta aprobada por el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal. Cantabria basó su autonomía en el precepto constitucional que abría la vía del autogobierno a las "provincias con entidad regional histórica".
La Asamblea Mixta, integrada por los diputados provinciales y los parlamentarios nacionales, inició el 10 de septiembre de 1979 los trabajos para la redacción del Estatuto de Autonomía. Tras la aprobación de éste por las Cortes Generales, el 15 de diciembre de 1981, el Rey de España firmó la correspondiente Ley Orgánica del Estatuto de Autonomía para Cantabria el 30 de diciembre de ese mismo año. De esta forma, la provincia de Santander se desvinculó de su histórica pertenencia a Castilla y salió del régimen preautonómico de Castilla y León en el que se encontraba junto con las provincias de Ávila, Burgos, León, Logroño, Palencia, Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora.
El 20 de febrero de 1982 se constituyó con carácter provisional la primera Asamblea Regional provisional (hoy Parlamento). A partir de entonces el nombre de Provincia de Santander fue sustituido por el de Cantabria, recuperando así su nombre histórico. Las primeras elecciones autonómicas se celebraron en mayo de 1983.
En el transcurso de la IV Legislatura (1995-1999) entraría en vigor la primera gran reforma del Estatuto de Autonomía para Cantabria, consensuada por todos los grupos parlamentarios.
[editar] Cronología histórica de Cantabria
[editar] Véase también
[editar] Referencias
- ↑ San Braulio. Vita S. Aemil., (II) 9: «eodem igitur anno, quadragesimae diebus ruelatur ei etiam excidium Cantabriae; unde nuncio misso iubet ad diem festum paschae senatum eius praesto esse ( ...) Aat ille denuntiat ei rem per semetipsum experiri, quod post probauit euentus nam gladio uindice Leuuegildi est interemtus»
- ↑ San Isidoro de Sevilla. Etim.., VIII, 2, 113
- ↑ Fregedario et alii, Chron., IV.33: «Provinciam Cantabriam Gothorum regno subaegit, quam aliquando Franci possederant; dux Francio nomen qui Cantabriam in tempore Francorum egerat, tributa Francorum regibus multo tempore impleverat»