A torpedear al Almirante Cochrane
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"A torpedear al almirante Cochrane" fue la orden del Supremo Director de la Guerra, general de división EP Mariano Ignacio Prado. El 7 de agosto de 1879, el "Huáscar", intentó entrar al espolón contra el "Blanco Encalada", en navegación de noche en alta mar a la altura del puerto de Taltal, en Chile.
[editar] Antecedentes
Las poblaciones ribereñas chilenas ubicadas entre Valparaíso y Antofagasta vivían una psicosis y creían ver al monitor peruano a lo largo de esas costas. Los diarios chilenos habían bautizado al BAP “Huáscar” después de su incursión hasta Charañaral y de la captura del “Rímac” como el “mataperros”. Sumado a la crisis gubernamental en Santiago, los puertos ubicados a lo largo de la extensa costa chilena y boliviana ocupada, estaban paralizados. Los viajes entre Valparaíso y Antofagasta se comenzaron a considerar como una aventura peligrosa. Las noticias son confusas en Chile: desde Montevideo, Uruguay, los agentes chilenos informan que ha llegado a ese puerto la “Unión”, rectificándose luego que se trata de una nueva corbeta comprada por el Perú. Los periódicos chilenos hacen un recuento de los daños que ha causado a su escuadra, cuatro meses de actividad del “Huáscar”. La escuadra chilena se desplaza por esas aguas en un estado ruinoso. El Blindado Cochrane tiene tres cuartas partes de sus tuberías calcinadas y debe ir a puerto seguro para su reparación, el Almirante Banco Encalada”, también tiene sus máquinas agotadas y a la “Abtao” tuvieron que llevársela a remolque a Iquique. Y lo peor de todo, el contralmirante Juan Williams Rebolledo, a pesar de sus fracasos, se niega a renunciar.
[editar] Los hechos
Luego de la reunión que en Arica sostuvieron los comandantes de las naves peruanas y de partir la “Unión” hacia el estrecho de Magallanes a interceptar a los transportes con las armas que debía entregar a Chile, al monitor “Huáscar” se le asignó la tarea de torpedear al “Almirante Cochrane”, que según informes de inteligencia se hallaban con sus calderas en pésimas condiciones y que había reducido su velocidad a seis nudos.
La casa Grace & Brothers había entregado al Perú torpedos de la clase Lay y enviado a Iquique un grupo de torpedistas al mando del ingeniero William Alfred Scout, que había transportado desde Estados Unidos de América al Pacífico por Panamá. Sus 100 kilos de dinamita de carga explosiva era capaz de perforar blindajes de hasta 12 pulgadas y su sistema de impulsión le daban una autonomía de 500 metros.
El “Huáscar” navega esas aguas a seis nudos acompañado por el recientemente capturado transporte “Rímac” que le sirve de apoyo y bodega. No habían tenido tiempo de limpiar los fondos al monitor y éste navegaba con sus fondos tan sucios que le impiden levantar más de 10 nudos. A bordo de las naves peruanas ignoran que el contralmirante Juan Williams Rebolledo había presentado ya su renuncia a la comandancia de la escuadra chilena y que ésta había sido aceptada por el ministro Domingo Santa María en Antofagasta a la vez que ordenaba una reorganización de los mandos navales.
En alta mar, se desató una tormenta que obligó a las naves peruanas a reducir aún mas su velocidad para capear el temporal. Estando en navegación hacia el sur en búsqueda del “Almirante Cochrane”, el “Rímac” rompió las excéntricas de sus máquinas y hubo que pararlas para su reparación, cosa que no se pudo hacer y fue enviada por Grau al Callao. El monitor continuó sólo.
Cuando amainó el temporal, el “Huáscar” interceptó a la nave alemana “Ibis” que hacía la carrera entre Valparaíso y el Callao. Por las investigaciones a bordo del “Ibis” se llegó a la conclusión que el acorazado chileno estaba en Coquimbo; Grau decidió buscarlo a lo largo de la costa chilena y puso proa a Caldera. En este puerto, lo buscaron sin éxito.
Grau decidió incursionar más al sur en su búsqueda del acorazado chileno; a la altura de Carrizal, se desató otra tormenta, peor que la anterior que por poco echa a pique el monitor peruano; a pesar que también se capeó este último temporal, el “Huáscar” sufrió daños que le impedirían afrontar con éxito un nuevo combate y hubo que regresar al norte. El comandante peruano ordenó volver a intentar el viaje a Coquimbo y en medio del temporal el “Huáscar” navegó 200 millas al sur y otra vez hubo que virar y regresar a Caldera pegados a tierra. El temporal había durado 50 horas. El 6 de agosto de 1879, a las 19H15, el “Huáscar” volvió a entrar en el puerto de Caldera y permaneció a la vista de los fuertes del puerto hasta las 20H30 sin ser detectado desde tierra. Buscaban al transporte “Lamar” por todo el puerto.
Encontraron al vapor “Valdivia” de la Compañía Inglesa con el vicecónsul británico a bordo y se confirmó la presencia del “Lamar” en el puerto; sin embargo, la búsqueda que duró hasta las 23H00, fue infructuosa, debido a la oscuridad total reinante. La ciudad estaba a oscuras. Por versión del vicecónsul británico, Grau se entera del levantamiento del bloqueo de Iquique. Al no encontrar nada en Caldera, el “Huáscar” se retiró del puerto.
A las 14H30 del día 7 de agosto, el monitor peruano entró en el nuevo puerto de Taltal; en este puerto reconocieron a las naves neutrales ”Annie Brener” y “Meteore”, alemanas; “Adelina B”, guatemalteca y “Coquimbo”, inglesa.
Grau, ordenó al teniente primero AP Enrique Palacios desembarcar para avisar al gobernador de Taltal la intención del “Huáscar” de hundir todas las embarcaciones chilenas a fin de que sus tripulaciones se pongan a salvo. Al retorno del teniente Palacios, Grau se enteró de la renuncia del contralmirante Juan Williams Rebolledo a la comandancia general de la escuadra de Chile y su reemplazo por el capitán de navío Galvarino Riveros Cárdenas. El teniente segundo AP Gervasio Santillana fondeó los botes chilenos; cuando se encontraba en esta faena, aparecieron humos en el horizonte.
A las 16H00 reconocieron al acorazado “Almirante Blanco Encalada” y al transporte “Itata”, que forzaban máquinas. El “Huáscar” comenzó a escapar rumbo oeste para vencer la punta sur del puerto, rumbo sudoeste durante veinte minutos y rumbo sudsudoeste hasta que llegó la noche. Con la oscuridad de la noche, Grau puso proa a tierra para embestir con el espolón a las naves chilenas. Los cañones de 300, de 40 y las ametralladoras cargadas y listas para disparar. Pero las naves chilenas modificaron su velocidad y Grau las cruzó en la oscuridad de la noche sin impactarlas; la superioridad chilena era evidente y Grau decidió regresar al norte.