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Ejército Zapatista de Liberación Nacional

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Bandera del EZLN
Bandera del EZLN

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), organización político-militar cuyo mando, dado su composición mayoritariamente indígena, tiene por nombre el de Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General (CCRI-CG) del EZLN, salió a la luz pública en el estado mexicano de Chiapas, y es considerado uno de los movimientos sociales de la llamada posguerra fría.

La teoría y la praxis zapatistas lo colocan a la par de otros movimientos como el sin-tierra brasileño, el piquetero argentino, el cocalero boliviano, el okupa español o el juvenil francés contra el Contrato del Primer Empleo, ligados a un discurso y un quehacer etiquetado como contracultural que algunos autores identifican con una supuesta generación z [1] de movimientos de izquierda y anticapitalistas que no buscan, a diferencia de otros movimientos estadocentristas, la toma del poder estatal.

Su lucha, a la que se puede dar un seguimiento de la mano de sus seis declaraciones políticas, tiene tres expresiones mínimas que van de lo local a lo global:

  1. La defensa de derechos colectivos e individuales negados históricamente a los pueblos indígenas mexicanos.
  2. La construcción de un nuevo modelo de nación que incluya a la democracia, la libertad y la justicia como principios fundamentales de una nueva forma de hacer política.
  3. El tejido de una red de resistencias y rebeldías altermundistas en nombre de la humanidad y contra el neoliberalismo.

Tabla de contenidos

[editar] La larga víspera

A raíz de las consecutivas y sistemáticas represiones de los gobiernos posrevolucionarios en México para con movimientos campesinos, obreros y populares que disentían del modelo de nación priísta [2]; en especial las que significaron la persecución, el arresto, la desaparición y el asesinato de cientos de estudiantes a lo largo y ancho del territorio nacional; muchos jóvenes, que consideraron los canales legales de participación política cooptados por el partido en el poder, apostaron por la conformación de organizaciones armadas que dirigían todos sus esfuerzos a derrocar un régimen desde su punto de vista autoritario.

Entre estas organizaciones de corte clandestino se encuentran el Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP), la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), el Partido de los Pobres (PDLP), la Liga Comunista 23 de Septiembre o, entre muchas otras, las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN); grupo del cual, según algunas fuentes entre las que se encuentran investigaciones del propio gobierno mexicano, surgió el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Al parecer, las FLN se habían fundado hacia finales de la década de los sesenta en el norte del país (Monterrey, Nuevo León) y, a decir del general Mario Arturo Acosta Chaparro, en su informe Movimientos subversivos en México, “tenían establecidas sus zonas de operaciones en los estados de Veracruz, Puebla, Tabasco, Nuevo León y Chiapas”.

En febrero de 1974 se suscitaría en San Miguel Nepantla, Estado de México, un enfrentamiento entre un comando del Ejército federal, al frente del cual estaba el mismo Acosta Chaparro, entonces teniente coronel, e integrantes de las FLN que a raíz del combate perderían la vida, como Carmen Ponce y Dení Prieto,[3] o que serían arrestadas y arrestados para ser después torturados, como le sucedió a María Gloria Benavides.[3]

Dado lo certero del golpe, las FLN se replegarían a una clandestinidad todavía más cerrada que, de ser ciertas las versiones que las relacionan con el EZLN, no sería sino hasta principios de la década de los ochenta cuando decidirían la fundación de lo que ahora conocemos como Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Según documentos zapatistas, la historia del EZLN tuvo siete etapas. La primera fue la de selección de los insurgentes (cinco hombres y una mujer) que formarían la primera célula político-militar de la organización. La segunda sería la de la fundación propiamente dicha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, tras la instalación del primer campamento zapatista en Chiapas, al que llamarían “La Pesadilla”. La tercera etapa fue de preparación y estudio de estrategia y táctica militar, a partir de manuales de los ejércitos estadounidense y mexicano; de instalación de nuevos campamentos como “El Fogón”, “Reclutas”, “Baby Doc”, “De la Juventud” y hasta uno llamado “Margaret Thatcher”.[4]

En la cuarta etapa, más o menos hacia 1985, el grupo insurgente hizo los primeros contactos con los pueblos de la zona. A la quinta etapa el mismo EZLN la llama “de crecimiento explosivo”, porque su área de influencia abarcó no sólo la Selva Lacandona, sino también las zonas de Los Altos y el norte de Chiapas. La sexta etapa enmarcó una votación a lo interno de la organización, respecto a ir o no a la guerra contra el gobierno mexicano y, luego del “sí” mayoritario, los preparativos (los zapatistas sitúan cronológicamente en esta etapa un enfrentamiento en mayo de 1993 con elementos del Ejército federal, al que llamaron “Batalla de la Corralchén”). Entre la madrugada del 29 de diciembre de 1993 y la tarde del 31 se sucedería la séptima etapa, el objetivo: atacar simultáneamente cuatro cabeceras municipales y otras tres más “al paso”, reducir a las tropas policiacas y militares en esas plazas y asaltar dos grandes cuarteles del Ejército federal.

La irrupción del EZLN en el escenario político se da en diciembre de 1993, durante la víspera del año nuevo, con la toma de las cabeceras municipales de San Cristóbal de Las Casas, Altamirano, Las Margaritas y Ocosingo; y, “de paso”, las de Oxchuc, Huixtán y Chanal. Ése mismo día, dirigiendo el avance sobre Las Margaritas, municipio que albergaría al que sería llamado el primer Aguascalientes zapatista, caería muerto el Subcomandante Insurgente Pedro, jefe del estado mayor del EZLN. Aunque ya existían diversos informes que daban cuenta de la presencia zapatista en la región conocida como los Altos de Chiapas, el acto tomaría desprevenido al Gobierno federal, el cual se preparaba para la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre Estados Unidos, Canadá y, precisamente, México.

[editar] Primera Declaración de la Selva Lacandona

Artículo 39º [5]
La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.

Inicialmente, en la Primera Declaración de la Selva Lacandona, el grupo insurgente, amparándose en el Artículo 39º de la Constitución Política de México, plantearía el derrocamiento del entonces presidente, Carlos Salinas de Gortari, bajo la acusación de que en las elecciones de 1988 "había usurpado el puesto de primer mandatario tras un fraude electoral de enormes proporciones" y, con ese mismo presupuesto, declararía la guerra al Ejército federal y llamaría a los poderes Legislativo y Judicial “a restaurar la legalidad y la estabilidad de la Nación deponiendo al dictador”.[6]

En las primeras horas del 1 de enero el EZLN inició la ocupación de San Cristóbal de las Casas y de otras cuatro cabeceras municipales. El 2 de enero atacó la XXXI zona militar en un combate que duró más de 10 horas a pesar de que el comandante militar concedió el día franco a varios integrantes de sus tropas con motivo del año nuevo el EZLN finalmente se replegó.

Una de las batallas mas sangrientas se llevó a cabo en Ocosingo, en este poblado el EZLN atacó al batallón militar que se encontraba como refuerzo de la plaza. El Ejército Federal combatió al EZLN con la instrucción de cuidar la población civil.

El 4 de enero el ejército ya tenía el control de Ocosingo y las demás cabeceras municipales que el EZLN había tomado. Durante los siguientes 8 días la capacidad de ataque del EZLN era casi nula. Los informes confirmaban la derrota del EZLN a manos del Ejército Mexicano y su fracaso en su anuncio de la Primera Declaración de la Selva Lacandona en "marchar hasta la Ciudad de México" ya que no habían pasado de San Cristóbal de las Casas y nunca tuvieron la oportunidad de ir más lejos de los municipios que inicialmente tomó.

El ejército inició labores sociales a favor de la población ofreciendo alimentos, cobijas, medicamentos y ropa, Así también en la elaboración de albergues para los afectados y desplazados a causa de este conflicto.

En efecto, el sexenio salinista tenía como punto de partida un proceso electoral plagado de irregularidades que iban desde un padrón con ciudadanos que inclusive ya habían fallecido y aún así aparecía que habían votado, hasta un sistema de cómputo de los resultados que cuando iba arrojando cifras a favor del contrincante, el ex priísta Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, se vino abajo; pasando por la quema de la paquetería electoral cuando la sociedad y los partidos políticos de oposición demandaban la revisión de ésta para esclarecer y dar certeza a la elección. Pero, precisamente porque se quemaron las boletas de la elección, aunque la teoría del fraude es una idea que predomina en buena parte de la población mexicana, nunca se demostró. Más aún, para 1994 el gobierno de Salinas de Gortari gozaba de tan buena reputación lo mismo en México que en el extranjero, que llegó a postularse para presidir la Organización Mundial del Comercio (OMC) y se manejaba en algunos círculos de la política nacional la posibilidad de reformar la Constitución para permitir su reelección. Sin embargo, a decir de algunos analistas, el levantamiento indígena en el sureste mexicano vendría a derrumbar ambas posibilidades.

Así, el gobierno mexicano respondió a la insurrección zapatista con un despliegue de fuerza que motivó que buena parte de la sociedad civil con posiciones ideológicas más identificadas a la izquierda del espectro político, saliera a las calles demandando el cese de las hostilidades y el comienzo de un proceso de diálogo para alcanzar la paz. A ello, el gobierno respondería con dos cartas: por un lado continuaría presionando a los rebeldes con presencia militar, y por otro ofrecería una amnistía si estos deponían las armas. El EZLN, por su parte dejaría de lado el tono un tanto panfletario de su discurso inicial, que lo distanciaban inclusive de la sociedad civil que iba simpatizando con su lucha, para retomar los temas esenciales del país y el mundo con un sentido del humor y cierta inclinación a la poesía un tanto inusitados para un grupo armado; estilo que encontró en algunos sectores de la población abiertas descalificaciones, tachando a su vocero de cursi y payaso, mientras en otros la desconfianza inicial daba paso a las coincidencias.

El zapatismo se fue convirtiendo así, para la mirada de sus detractores, en la enésima expresión de un tipo de lucha social ya rebazado, que pretendía desempolvar el discurso de un socialismo en desuso y cuya derrota se mostraba en la caída del Muro de Berlín y de los regímenes totalitarios en Europa del Este. Pero, en la opinión de sus simpatizantes, en puente y espejo para caminar o mirar, según fuera el caso, entre la teoría y la praxis revolucionaria de un siglo XXI posmoderno, donde el neoliberalismo como fundamento ideológico del capitalismo daba paso a las paradojas de un Estado-nación condenado a desaparecer o por lo menos a quedar reducido a su mínima expresión y, al mismo tiempo, a ser garante en su doble figura de guardián y gerente de que "los desposeídos no impidieran la acumulación de riquezas por parte de los poderosos".

A ello, el EZLN a través de su vocero, el Subcomandante Insurgente Marcos, respondería con otra paradoja que parecía aún más difícil de comprender: la de un ejército conformado por hombres y mujeres que se hicieron soldados para que un día, no muy lejano, ya no sean necesarios los soldados:

“Nosotros decidimos un buen día hacernos soldados para que un día no sean necesarios los soldados. Es decir, escogimos una profesión suicida porque es una profesión cuyo objetivo es desaparecer: soldados que son soldados para que un día ya nadie tenga que ser soldado. Claro ¿no? […] Y ser un soldado que quiere que ya no sean necesarios los soldados es muy simple, basta responder con firmeza al pedacito de esperanza que en cada uno de nosotros depositan los más, los que nada tienen, los que todo tendrán […] Acumular odio y amor con paciencia. Cultivar el fiero árbol del odio al opresor con el amor que combate y libera. Cultivar el poderoso árbol del amor que es viento que limpia y sana, no el amor pequeño y egoísta, el grande sí, el que mejora y engrandece. Cultivar entre nosotros el árbol del odio y el amor, el árbol del deber. Y en este cultivo poner la vida toda, cuerpo y alma, aliento y esperanza. Crecer pues, crecer y crecerse paso a paso, escalón por escalón. Y en ese sube y baja de rojas estrellas no temer, no temer sino al rendirse, el sentarse en una silla a descansar mientras otros siguen, a tomar aliento mientras otros luchan, a dormir mientras otros velan".[7]

Este mismo discurso, de la mano de un actuar que tendría entre sus primeras manifestaciones la liberación de su prisionero de guerra, el general de división Absalón Castellanos Domínguez, un cacique ex director del Colegio Militar y ex jefe de la XXXI Zona Militar, lo mismo que ex gobernador chiapaneco; acusado por el EZLN de "los delitos de violación a los derechos humanos indígenas", y por éste encontrado culpable y condenado “a vivir hasta el último de sus días con la pena y la vergüenza de haber recibido el perdón y la bondad de aquellos a quienes tanto tiempo humilló, secuestró, despojó, robó y asesinó”, reforzaría la aceptación y el apoyo de la gente que había demandado la tregua entre los insurgentes y el gobierno, y llamó la atención de organizaciones, colectivos y personas de izquierda en otros países.

[editar] Segunda Declaración de la Selva Lacandona

Rosario Ibarra. El 8 de agosto de 1994, aniversario del natalicio de Emiliano Zapata, se llevó a cabo la primera reunión plenaria de la Convención Nacional Democrática (CND), en Aguascalientes, Chiapas. Ese mismo día fue nombrada una presidencia colectiva de la CND, conformada por cien personas: 34 invitadas por el EZLN y 64 elegidas por votación entre las y los delegados de los 31 estados y el Distrito Federal. Dicha instancia tuvo a su vez una presidencia, la cual recayó en doña Rosario Ibarra, identificada sobre todo con la lucha por la presentación con vida de las y los desaparecidos políticos; entre ellos, Jesús Piedra Ibarra, su hijo.
Rosario Ibarra. El 8 de agosto de 1994, aniversario del natalicio de Emiliano Zapata, se llevó a cabo la primera reunión plenaria de la Convención Nacional Democrática (CND), en Aguascalientes, Chiapas. Ese mismo día fue nombrada una presidencia colectiva de la CND, conformada por cien personas: 34 invitadas por el EZLN y 64 elegidas por votación entre las y los delegados de los 31 estados y el Distrito Federal. Dicha instancia tuvo a su vez una presidencia, la cual recayó en doña Rosario Ibarra, identificada sobre todo con la lucha por la presentación con vida de las y los desaparecidos políticos; entre ellos, Jesús Piedra Ibarra, su hijo.

Para mediados de 1994, El EZLN tenía ya un variado intercambio epistolar con personalidades no sólo del ámbito político; sino, especialmente, con hombres y mujeres del mundo del arte y la cultura. Así, el discurso zapatista pronto se vio plagado lo mismo de citas y alusiones a escritores como León Felipe, Federico García Lorca, Paul Valéry, Miguel de Cervantes, Bertolt Brecht, Sor Juana Inés de la Cruz, Eduardo Galeano, William Shakespeare, Manuel Vázquez Montalbán, entre otros; que de poesía, en verso o prosa, que recuerda a libros como el Chilam Balam o el Popol Vuh.

La sensación de que se estaba en medio de una guerra, fuera de Chiapas donde el Ejército federal tenía apostados según los cálculos más conservadores 12 mil efectivos y centenares de retenes y bases de operaciones militares, se había ido diluyendo en la opinión pública al grado de que de un momento a otro se esperaba la firma de la paz. El gobierno, a pesar de las acusaciones de militarizar la llamada "zona de conflicto" y de extender la presencia castrense a lo largo y ancho del territorio nacional, fue recuperando parte del control político de la situación, de modo que no se veía ningún obstáculo serio para la realización de las elecciones federales de ese año. El EZLN, por su parte, había hecho de los Diálogos de Catedral el escenario de una de sus acciones propagandísticas más importantes hasta ese momento.

Pero la crisis política terminó por hacerse manifiesta y daría paso a un episodio que vendría a trastocar todo aquello: la tarde del 23 de marzo, el candidato priísta a la presidencia de la República, el ex secretario de Desarrollo Social durante el sexenio salinista, Luis Donaldo Colosio Murrieta, sería asesinado en Lomas Taurinas, una colonia de la ciudad de Tijuana, al norte de México, en medio de una serie de equívocos que terminarían por desvelar la complicidad de altos mandos políticos y militares que, según no pocos analistas, sólo sería posible coordinar bajo las órdenes de la misma oficina presidencial.

En respuesta, el EZLN se retiraría del diálogo en San Cristóbal y tras emitir una alerta roja en el territorio de su influencia, convocaría en la que sería su Segunda Declaración de la Selva Lacandona a la realización de una Convención Nacional Democrática (CND), “nacional, soberana y revolucionaria”, cuya apuesta a mediano plazo sería la "instauración de un gobierno de transición" y la conformación de un "nuevo Constituyente" que a su vez redactaría una "nueva Carta Magna".

Los mensajes, ensayos, cartas y comunicados zapatistas darían cuenta de argumentaciones políticas, demográficas, culturales, filosóficas, económicas, que entretejían los elementos fundamentales de su pensamiento. Aparecerían frases como “mandar obedeciendo” o “un mundo donde quepan muchos mundos”, que irían mostrando lo que los zapatistas entienden por democracia e internacionalismo; develando lo que de complejo tienen fenómenos como la guerra de baja intensidad y la militarización; el neoliberalismo y la globalización; los derechos colectivos de los pueblos indígenas y particulares de las mujeres; la autonomía y la resistencia, o la dignidad y la rebeldía.

Sin embargo, la CND se vería desmovilizada luego de las elecciones federales de 1994 y del triunfo de Ernesto Zedillo Ponce De León, quien siendo coordinador de campaña de Colosio, tras la muerte de éste, se convertiría en el candidato priísta a la presidencia de la República.

[editar] Tercera Declaración de la Selva Lacandona

Con Zedillo, el zapatismo enfrentaría una ofensiva político-militar mucho más determinante que con Salinas. El punto de partida sería la convalidación del fraude electoral a nivel estatal que dejaba la gubernatura de Chiapas en manos del priísta Eduardo Robledo Rincón, a pesar del cúmulo de pruebas (cartografía amañada, aprobación de distritos y casillas atravesando montañas y cañadas en vez de secciones electorales siguiendo la geografía natural para impedir que miles de campesinos e indígenas pudieran votar, recolección de credenciales de elector por parte del Ejército federal; presencia de caciques en las urnas, coacción del voto a través de formas clientelares diversas, amenazas directas y de desaparición o cambio de actas, etcétera) presentadas por Alianza Cívica Nacional y Chiapaneca, y que venían a demostrar que el conjunto de las irregularidades sí afectó los resultados de la elección, modificando la correlación de fuerzas a favor del candidato priísta local.

Amado Avendaño Figueroa.
Amado Avendaño Figueroa.

En respuesta, organizaciones chiapanecas democráticas e independientes trazaron un plan de resistencia civil que incluyó, en diciembre de ese 1994, la toma de posesión de Amado Avendaño Figueroa, director del periódico local El Tiempo y candidato perredista a la gubernatura, como “gobernador en rebeldía”; ello incluyó la entrega del bastón de mando por parte de los pueblos indígenas del estado, los cuales habían decretado su autonomía desde octubre.

En el campo de lo abiertamente militar, Ernesto Zedillo sostenía el discurso de que le importaba alcanzar una paz con justicia y dignidad mediante el diálogo verdadero, pero en la práctica dispuso en tanto Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas todo lo contrario. Así, mientras se esperaba el reinicio de las pláticas de paz, unilateralmente ordenó el cese de la tregua que se había mantenido desde enero de 1994 y en febrero de 1995 ordenó el aumento de presencia militar en Chiapas, con una estancia inicial de 50 mil soldados.

El Gobierno federal parecía estar siguiendo el esquema israelí de combate a la insurgencia: “con una mano o una estrategia, se buscaban negociaciones políticas con el EZLN por parte de la Secretaría de Gobernación, mientras con la otra la Procuraduría General de la República dictaba órdenes de aprehensión en contra de quienes supuestamente conformaban su dirigencia, sin fundamentos jurídicos ni éticos, para dar cobertura judicial a una acción fundamentalmente político-militar en que el Ejército fue utilizado contraviniendo la Constitución[8].

En tan sólo 15 días, más de 20 mil personas huyeron desplazadas de sus comunidades hacia la selva mientras el Ejército ocupaba el territorio abandonado destrozándolo todo a su paso: la llamada guerra de baja intensidad, doctrina estadounidense heredera de los métodos contrainsurgentes en Centroamérica y otros puntos del planeta, de la cual las invasiones a Granada y Panamá habían sido sus botones de muestra más recientes hasta entonces, se había instalado de lleno no nada más en Chiapas, sino en todo México.

Apenas un mes antes, el EZLNhabía emitido su Tercera Declaración de la Selva Lacandona, en la cual, luego de citar un manifiesto de Benito Juárez, reivindica que su lucha es nacional y no local, pues “la cuestión indígena no tendrá solución si no hay una transformación radical del pacto nacional”, y hace un llamado a todas las fuerzas sociales y políticas del país a la formación de un Movimiento para la Liberación Nacional. Este movimiento, se supone, lucharía “por la instauración de un gobierno de transición, un nuevo constituyente, una nueva carta magna y la destrucción del sistema de partido de Estado”; para ello, invitaban a la CND y a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, candidato presidencial en 1988 por parte del Frente Democrático Nacional (FDN).[9], a encabezar lo que esperaban se convirtiera en un gran frente opositor.

La persecución y el arresto de la supuesta dirigencia zapatista llamó a la sociedad civil a volcarse de nuevo a las calles; no necesariamente para constituir el Movimiento para la Liberación Nacional, sino para detener la nueva escalada represiva. El resultado inmediato fue la aprobación de la Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas [4] que, por un lado, dio paso a las Mesas de San Miguel, escenario de la firma entre el Gobierno federal y el EZLN del “Protocolo de Bases para el Diálogo y Negociación del Acuerdo de Concordia y Pacificación con Justicia y Dignidad”, punto de partida del diálogo en San Andrés (Larráinzar, para el gobierno; Sakamch’en, para los rebeldes); y, por otro lado, a la organización de lo que el EZLN llamó la Consulta Nacional e Internacional por la Paz y la Democracia.

[editar] Primera consulta

Consulta por la Paz y la Democracia (1995).
1. ¿Estás de acuerdo en que las principales demandas del pueblo de México son: tierra, vivienda, trabajo, alimentación, salud, educación, cultura, información, paz, seguridad, combate a la corrupción y defensa del medio ambiente?

2. ¿Deben las distintas fuerzas democratizadoras unirse en un amplio frente ciudadano, social y político de oposición y luchar por estas 12 demandas principales?

3. ¿Los mexicanos debemos hacer una reforma política profunda que garantice la democracia?

4. ¿Debe el EZLN convertirse en una fuerza política, independiente y nueva, sin unirse a otras organizaciones políticas?

5. ¿Debe el EZLN unirse a otras organizaciones y, juntos, formar una nueva organización política?

6. ¿Debe garantizarse la presencia y participación equitativa de las mujeres en todos los puestos de representación y responsabilidad en los organismos civiles en el gobierno?

La Consulta por la Paz y la Democracia vendría a ser la primera que el EZLN haría a los sectores progresistas de la sociedad civil. Ya en abril de 1994, la Coordinadora Nacional de Acción Cívica-Liberación Nacional, conocida por sus siglas como CONAC-LN, cuyo buffet jurídico sería designado por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN como sus abogados por un corto tiempo, había realizado una consulta respecto a los 11 puntos que el mismo EZLN enarbolaba en su Primera Declaración; pero, la consulta de 1995, sería la primera convocada directamente por el Ejército Zapatista.

Las preguntas de esta consulta eran inicialmente cinco; pero, en reconocimiento de la participación equitativa de las mujeres en la vida política y social del país, se incluyó la pregunta de si se estaba o no de acuerdo en que se debía garantizar la presencia y participación equitativa de las mujeres en todos los puestos de representación y responsabilidad en los organismos civiles en el gobierno.

El total de participantes fue de un millón 300 mil, en la Consulta Nacional (que incluyó un ejercicio de Consulta Juvenil para menores de 15 años), y de casi 60 mil en la Internacional, provenientes de 28 países distintos. Las respuestas más claramente definidas fueron las relacionadas con las preguntas 1, 2, 3 y 6; pero en las 4 y 5, donde se preguntaba por la definición que tomaría el EZLN respecto a su futuro político, la votación quedó muy cerrada, determinando que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional debía convertirse en una fuerza política, independiente y nueva, sin unirse a otras organizaciones para juntas formar una nueva organización política.

[editar] Los Acuerdos de San Andrés.

Artículo principal: Acuerdos de San Andrés

Entre 1995 y 1996, San Andrés Sakamch’en sería escenario de uno de los ejercicios más democráticos que se tenga memoria en la historia reciente de México. Gobierno y EZLN construirían entre estires y aflojes, pero de cara a la sociedad, las propuestas que luego tendrían que verse convertidas en acuerdos para firmar la paz. Para ello, tanto los delegados gubernamentales como los zapatistas se hicieron acompañar de asesores expertos para cada uno de los temas en las mesas; a saber:

  1. Derechos y Cultura Indígena.
  2. Democracia y Justicia.
  3. Bienestar y Desarrollo.
  4. Conciliación en Chiapas.
  5. Derechos de la Mujer en Chiapas.

El año de 1996 llegaría con la respuesta política del EZLN acerca de los resultados de la Consulta Nacional e Internacional por la Paz y la Democracia y con la firma de los acuerdos de la primera de las seis mesas. Estos compromisos serían conocidos como los Acuerdos de San Andrés.

[editar] Cuarta Declaración de la Selva Lacandona

Mientras se desarrollaban los diálogos de San Andrés, el EZLN retomó el llamado que había hecho a la sociedad civil en su Tercera Declaración de conformar un frente amplio de oposición. Para ello, y como respuesta a la opinión vertida en torno a la Consulta de 1995, convocó a la construcción de nuevos Aguascalientes como lugares de encuentro entre la sociedad civil y el zapatismo, a la celebración de un encuentro intercontinental por la humanidad y contra el neoliberalismo, a la realización de un foro nacional indígena (del que nacería lo que luego se conocería como Congreso Nacional Indígena) y a la creación de una nueva fuerza política nacional, con base en el EZLN, cuyos integrantes no desempeñarían cargos de elección popular o puestos gubernamentales porque no aspiraría a la toma del poder: el Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN).

Su programa de lucha, descrito en la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona, estaría trazado en torno a los ya 13 puntos, contra el sistema de partido de Estado, en aras de un nuevo constituyente y una nueva Constitución Política y a favor de la justicia, la libertad y la democracia en todo y no sólo en lo electoral, es decir, una democracia donde quien mande “mande obedeciendo”:

“Es razón y voluntad de los hombres y mujeres buenos buscar y encontrar la manera mejor de gobernar y gobernarse, lo que es bueno para los más para todos es bueno. Pero que no se acallen las voces de los menos, sino que sigan en su lugar, esperando que el pensamiento y el corazón se hagan común en lo que es voluntad de los más y parecer de los menos, así los pueblos de los hombres y mujeres verdaderos crecen hacia dentro y se hacen grandes y no hay fuerza de fuera que los rompa o lleve sus pasos a otros caminos. Fue nuestro camino siempre que la voluntad de los más se hiciera común en el corazón de hombres y mujeres de mando. Era esa voluntad mayoritaria el camino en el que debía andar el paso del que mandaba. Si se apartaba su andar de lo que era razón de la gente, el corazón que mandaba debía cambiar por otro que obedeciera. Así nació nuestra fuerza en la montaña, el que manda obedece si es verdadero, el que obedece manda por el corazón común de los hombres y mujeres verdaderos. Otra palabra vino de lejos para que este gobierno se nombrara, y esa palabra nombró 'democracia' este camino nuestro que andaba desde antes que caminaran las palabras. Los que en la noche andan hablaron: 'Y vemos que este camino de gobierno que nombramos no es ya camino para los más, vemos que son los menos los que ahora mandan, y mandan sin obedecer, mandan mandando. Y entre los menos se pasan el poder del mando, sin escuchar a los más, mandan mandando los menos, sin obedecer el mando de los más. Sin razón mandan los menos, la palabra que viene de lejos dice que mandan sin democracia, sin mando del pueblo, y vemos que esta sinrazón de los que mandan mandando es la que conduce el andar de nuestro dolor y la que alimenta la pena de nuestros muertos. Y vemos que los que mandan mandando deben irse lejos para que haya otra vez razón y verdad en nuestro suelo. Y vemos que hay que cambiar y que manden los que mandan obedeciendo, y vemos que esa palabra que viene de lejos para nombrar la razón de gobierno, de 'democracia', es buena para los más y para los menos."[10]

La fundación del FZLN traería consigo la tercera incursión pacífica fuera de territorio chiapaneco de insurgentes zapatistas: la primera había sido en octubre de 1996, cuando la Comandanta Ramona asistiera en representación del EZLN a la primera reunión plenaria del Congreso Nacional Indígena y dirigiera desde el zócalo capitalino un mensaje a la nación con motivo del considerado por algunos Día Continental de Lucha-Grito de los Excluidos; la segunda fue en agosto de ese mismo 1997 en que se fundaba el FZLN, cuando Dalia y Felipe, integrantes de las bases de apoyo del EZLN, acudieron al II Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, llevado a cabo en distintas ciudades españolas. Esta vez, un hombre y una mujer por cada municipio zapatista, 1.111 en total, acompañarían la celebración que se llevaría a cabo en el Salón Los Ángeles, de la colonia Guerrero, en la Ciudad de México; a unas cuadras de la histórica Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco.

[editar] “Un mundo donde quepan muchos mundos”

[editar] Intergaláctico 1: “Todos somos iguales porque somos diferentes”

En julio de 1996, la Mayor Insurgente Ana María leería en el Aguascalientes 2, Oventic, el discurso de bienvenida al I Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, el Primer Intergaláctico, a unas 4 mil personas que desde diferentes latitudes del planeta acudieron a la cita que el EZLN hiciera a través de la Primera Declaración de La Realidad, desde el mes de enero; en torno a cinco mesas de trabajo: 1) ¿Qué política tenemos y qué política necesitamos?; 2) La cuestión económica: historias de horror; 3) Todas las culturas para todos. ¿Y los medios? De las pintas al ciberespacio; 4) ¿Qué sociedad que es no es civil?, y 5) En este mundo caben muchos mundos [5].

Como resultado de los trabajos, donde participaron personalidades como Danielle Mitterrand, Eduardo Galeano, Daniel Viglietti, Alain Touraine, Yvon Le Bot, Gisèle Halimi, Tessa Brisac, James Petras, Douglas Bravo, Luis Villoro, Ofelia Medina o León Gieco, el EZLN emitió la Segunda Declaración de La Realidad. En ella, las y los anfitriones propusieron tejer redes intercontinentales de resistencia contra el neoliberalismo y por la humanidad, sin estructura, sin mando central y sin jerarquía, y de comunicación alternativa contra el neoliberalismo y por la humanidad; llevar a cabo en sus pueblos, países y naciones la Consulta Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, que incluía preguntar si suscribían la Segunda Declaración de La Realidad y, por último, realizar el Segundo Intergaláctico en el continente europeo, donde el EZLN participaría directamente.

[editar] Intergaláctico 2: La globalización de la esperanza

En marzo de 1997, durante el Encuentro Europeo por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, celebrado en Praga, se llama a la realización del Segundo Intergaláctico, con sedes en Madrid, Cataluña, Ruesta (en Aragón), Almuñécar y El Indiano (en Andalucía), y se informará de una propuesta acerca de llevar a cabo un Tercer Intergaláctico en el Sahara Occidental.

En un comunicado con fecha de julio de 1997, un año después del Primer Intergaláctico, el EZLN manifestaría que acudió al segundo encuentro “a presentar la imagen del otro México, el México indígena, el México rebelde y digno que lucha por ocupar un lugar en la historia junto a todos y no sobre todos, el México que resiste y no se rinde, el México que construye un futuro que no niegue ni se avergüence de su pasado”.

Más de 3 mil personas de 48 países asistieron a la fiesta del Segundo Intergaláctico, y llegaron, entre otras, a las conclusiones de formar una Red Mundial por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, que luche contra la Organización Mundial del Comercio (OMC) y contra el Tratado de Maastricht. Tiempo después se crearía Acción Global de los Pueblos (AGP) en 71 países, teniendo entre sus luchas principales ir contra el Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI).

[editar] ¿Qué guerra es esta guerra?

[editar] Mexicanos al grito de netwar

Con su irrupción el 1 de enero de 1994, el EZLN demostraría ser un ejército con capacidad, armamento y estrategias militares, que además tendría la facultad de diluirse en las comunidades indígenas para reposicionarse y organizar la ofensiva en otros frentes. Es entonces cuando el gobierno mexicano solicita de la asesoría estadounidense. Sin embargo, para el Pentágono también hubo sorpresas: los mandos y asesores castrenses norteamericanos se toparon con un ejército que tampoco encajó en sus modelos conocidos de insurgencia y fue necesario que expertos en asuntos estratégicos y militares de México determinaran las características particulares de esta guerrilla con base indígena.

Lo que el grupo de investigadores concluyó fue que el EZLN había estrenado una nueva forma de lucha, la Netwar Social, una especie de respuesta a la guerra psicológica que desarrolla la llamada Guerra de Baja Intensidad (GBI), que vino a eufemizar las famosas operaciones de contrainsurgencia de las décadas de los setenta y ochenta,[11] pues, al ser la meta de esta última el mantener controladas las mentes de su población-objetivo por conducto de la desinformación, con la Netwar Social se busca restituir los lazos de comunicación entre las agrupaciones que luchan por cambiar sus sistemas de explotación nacionales, al tiempo que “apuntan a afectar lo que su antagonista sabe o piensa que sabe no nada más sobre quien lo desafía, sino también sobre él y el mundo que le rodea”.[12]

A decir del estudio, el EZLN tuvo entonces la visión y la capacidad de capitalizar una demanda de paz cada vez más creciente en la ciudadanía ya no únicamente de México, sino también en la de otros países, que miraba lo que sucedía pues inmediatamente las redes de información habían comenzado a propagar "la voluntad pacífica y democrática del zapatismo" en contraposición al "discurso y accionar guerreristas del gobierno", y dieron cuenta de las múltiples violaciones a los derechos humanos que cometían las fuerzas públicas y armadas en nombre de "la unidad y la soberanía nacionales".

Cámaras fotográficas, grabadoras de audio y video, equipos de radiocomunicación electrónica y celular y, por supuesto, computadoras u ordenadores se convirtieron entonces en los principales conductos por los que se transmitirían la palabra y el silencio zapatistas. Así, “los insurgentes se pusieron al frente de las operaciones de información”, lo que provocó que “descentralizaran su organización aún más y desenfatizaran las operaciones de combate para lograr vínculos más firmes con las ONG’s de la sociedad civil global, cuyo enfoque es más informativo que económico, político o militar”; ocasionando a su vez que la rebelión diera un giro enorme para, de ser una guerra popular prolongada tipo maoísta, convertirse en la primera demostración mundial de lo que es la Netwar Social.[13]

[editar] Lealtad, disciplina y obediencia

Contrarias a este ejército que según el Pentágono había creado un nuevo tipo de conflicto bélico; las Fuerzas Armadas (FFAA) en México, por órdenes de su Comandante Supremo, el presidente de la República, actuaban más en una lógica contrainsurgente, propia de la década de los años 70. Así que se vieron en la necesidad de entrar en una dinámica que la administración federal llamó de modernización, pero que los insurgentes y las organizaciones sociales que simpatizaban con su lucha identificaron con el nombre de militarización.

Según algunos analistas, sería durante los sexenios de José López Portillo y Miguel de la Madrid cuando se trastocaría la función que dentro del sistema habían asumido las FFAA, herederas de una revolución popular y, por ende, sin el estilo pretoriano que comparten sus pares en América del Sur, agregando a sus labores de contención para con las protestas sociales, donde la masacre del 2 de octubre de 1968 viene a ser emblemática, el trabajo de eliminar la crítica y legalizar la exclusión de la representación política de una parte de la ciudadanía.

Pero será en el salinismo, donde los juristas al servicio del Estado neoliberal –valga el oxímoron- se encargarían de volver sinónimos conceptos como Seguridad Nacional y Seguridad Pública o Interior, de modo que la presencia del Ejército afuera de sus cuarteles pudiera legalizarse o, más aún, irse legitimando. Y, ya con Ernesto Zedillo en la Presidencia, le tocaría su turno a las reformas en artículos como el 21º y el 73º constitucionales, que serían la piedra angular para que en octubre de 1995 el Senado aprobara la Ley General que Establece las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública[6], integrando en tareas de policía política lo mismo a las secretarías de Gobernación, Defensa Nacional, Marina y Comunicaciones y Transportes, que a los gobiernos de los 31 estados y del Distrito Federal y la Procuraduría General de la República (PGR).

Paralelamente, las FFAA dispondrían también de más recursos para modernizarse, a razón de un incremento que iba de los 10 mil 352 millones de pesos presupuestado en 1995, a los 23 mil 200.5 millones en 1999, y que para el año 2000 alcanzaría los 28 mil 334.5 millones. Esto repercutió en que el mapa de la militarización se extendería entonces por todo el país, originando una reorganización de las instituciones castrenses en 12 regiones, 41 zonas y 23 guarniciones militares a nivel nacional; implicando con ello la creación de cuatro zonas militares más a las que había en 1994, cuando la irrupción zapatista.

Allí no acabó todo: la llamada modernización de las FFAA incluyó la creación de escuadrones de fuerzas especiales, tipo rangers y boinas verdes estadounidenses, llamados Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales (GAFE's) que, de uno existente en 1998, para 2000 sumaban ya 70; más 36 Grupos Anfibios de Fuerzas Especiales (GANFE's), 3 Brigadas de Infantería, 1 Brigada de Policía Militar, 2 Batallones de Infantería, 1 Regimiento de Caballería Motorizado, 8 Regimientos Mecanizados y 24 Compañías de Infantería no encuadradas nuevas. Al tiempo que la PGR pondría en marcha desde noviembre de 1995 un programa que supuestamente mejoraría el trabajo de la dependencia con la participación activa de militares en todas sus delegaciones estatales y regionales, mismo que llegaría a su punto más alto cuando en diciembre de 1996 mil 493 soldados serían comisionados en varios estados de la República para su apoyo.[14]

Sin embargo, 1999 vendría a ser el año cúspide en la escalada de un fenómeno que parecía tener como punto de partida la incursión de grupos guerrillero como el EZLN, al que ya se le había sumado el Ejército Popular Revolucionario (EPR): el mes de julio, 4 mil 988 elementos de la Tercera Brigada de la Policía Militar, apoyados con 65 vehículos militares, 99 perros y mil 862 armas de fuego, serían transferidos a la entonces recién creada Policía Federal Preventiva (PFP), pilar del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en lo que para muchos investigadores vendría a ser la muestra más evidente de militarización del país.

Calificados por el entonces secretario de Gobernación, Diódoro Carrasco Altamirano, como elementos “altamente especializados”, los nuevos “policías” habían sido los mismos que patrullaron las calles de la delegación Iztapalapa del Distrito Federal, entre 1996 y 1997: cuando los militares se hicieron cargo de la policía, en la ciudad de México se denunciaban 679 delitos al día, al regresar a sus cuarteles la cifra había aumentado a 701 cada 24 horas.[15]

[editar] "Mas si osare un extraño enemigo"

Aprovechando la coyuntura originada por estos y otros resultados, el Pentágono, que había venido estrechando las relaciones bilaterales con México en materia de seguridad hemisférica desde julio de 1995 con la Cumbre de Williamsburg, Virginia, y con la posterior visita del secretario de Defensa estadounidense, William J. Perry, a tierras mexicanas, empezó a manejar oficialmente la posibilidad de llevar a cabo maniobras conjuntas entre las que se contemplaba la expansión del programa International Military Education and Training (IMET) para México, con un costo de 500 mil a un millón de dólares.[16] Dicha cifra pronto se vería rebasada, cuando el IMET alcanzara los 3 millones de dólares y, en 1997, la administración Clinton destinara otros 83 millones en ayuda militar a México; sin contar los 27 millones 466 mil dólares entregados en 1998 y los 24 millones 799 mil que otorgó el Congreso estadounidense para 1999, año en que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional celebraba su Consulta por el Reconocimiento de los Derechos de los Pueblos Indios y contra la Guerra de Exterminio.

Finalmente, no sólo los presupuestos militares en México registraron aumentos; también el número de militares mexicanos recibiendo entrenamiento en el extranjero crecería considerablemente. Países como Rusia, Ucrania, Guatemala, Israel, España, Alemania, China, Francia, Inglaterra, Argentina, Bélgica, Chile, Japón, Panamá, El Salvador, Canadá, Venezuela, Italia, Perú, Bolivia, Brasil y Estados Unidos alojarían en sus instalaciones castrenses a por lo menos 4 mil 173 oficiales, desde 1978 a 1999; de los cuales, a decir del propio Pentágono, 3 mil lo harían en bases y cuarteles estadounidenses, sólo desde 1996. Una de las instalaciones preferidas por el gobierno mexicano de Ernesto Zedillo para el adiestramiento de sus soldados serían las de Fort Benning, Georgia, sede de la entonces llamada United State Army School of Americas (USARSA), mejor conocida como la Escuela de las Américas.

[editar] La Escuela de las Américas

Responsable de la formación militar de diez dictadores latinoamericanos de la talla de Hugo Banzer, en Bolivia o Fernando Romeo Lucas García, en Guatemala, la USARSA es conocida también por haber entrenado a soldados del Ejército salvadoreño involucrados en asesinatos como el de monseñor Óscar Romero, seis jesuitas de San Salvador o la masacre del Mozote, donde perdieron la vida cientos de civiles desarmados.

Los primeros oficiales mexicanos que cursaron en la USARSA (rebautizada en febrero de 2001 como WHINSEC)[17] llegaron hacia el año de 1953, cuando ésta se llamaba Escuela del Caribe del Ejército de los Estados Unidos y se encontraba en Fort Gulick, Panamá.

De 1953 a 1960, un total de 96 soldados del Ejército mexicano participaron en cursos de la USARSA, siendo uno de los más notables el entonces teniente Juan López Ortiz, quien años después, ascendido a general, sería el encargado de combatir al Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Ocosingo, en cuyo mercado público serían ejecutados sumariamente cinco zapatistas prisioneros a principios de enero de 1994.

Entre 1961 y 1990, 723 oficiales mexicanos asistieron a la USARSA para tomar, entre otros, los cursos de “Adiestramiento”, “Operaciones de Selva, “Contrainsurrección”, “Guerra irregular”, “Operaciones antidrogas”, “Operaciones psicológicas”, “Contrainsurgencia urbana” y “Contrainteligencia”. Algunos de ellos llegarían a ocupar posiciones importantes al interior de las Fuerzas Armadas durante la década de los noventa: Gastón Menchaca Arias, sería comandante de la 31ª Zona Militar, con sede en Rancho Nuevo, Chiapas; Miguel Leyva García, estaría al mando del 83º Batallón de Infantería, también de la 31ª Zona Militar, y se haría “famoso” en informes sobre violaciones de los derechos humanos en Guerrero durante las acciones en contra del Ejército Popular Revolucionario (EPR); José Luis Ruvalcaba, llegaría a ser comandante de la Base de Operaciones Mixtas de la VII Región Militar en Chiapas; Edmundo E. Leyva Galindo, se convertiría en comandante de la 27ª Zona Militar, en Acapulco, Guerrero; Adrián Maldonado Ramírez, comandaría la 33ª Zona Militar, en Chilpancingo, y sería destituido un mes después de la masacre de Aguas Blancas, en 1995; Mario Delfino Palmerín Cordero, señalado como participante de la llamada guerra sucia por ex miembros de la Liga Comunista 23 de Septiembre, sería comandante tanto de zona como de región en Oaxaca; Luis Montiel López, acusado por uno de los capos del llamado Cartel del Golfo de ser su cómplice “al más alto nivel”, sería comandante de la Zona Militar de Chihuahua cuando, siendo gobernador del estado el panista Francisco Barrio, se encontraron los primeros cuerpos de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez; José Domingo Ramírez Garrido Abreu, llegaría a ser comandante de la XII Región Militar, en Guanajuato, y jefe de la Región Militar con sede en Tapachula, Chiapas, cuando el EZLN salió a la luz pública. Unos años después, estos tres hombres figurarían junto con Mario Renán Castillo Fernández, comandante de la VII Región Militar en Chiapas entre 1994 y 1997, en la lista de posibles secretarios de Defensa Nacional del llamado “gobierno del cambio”, el de Vicente Fox Quesada.

Pero antes, el gobierno de Ernesto Zedillo, a pesar de todos estos antecedentes, haría de México el país con más miembros de sus fuerzas armadas en el mundo recibiendo adiestramiento por parte de militares estadounidenses hacia finales del siglo XX. Únicamente de 1991 a 1997, 957 oficiales mexicanos cursaron en USARSA; de ellos, 839 lo harían durante el sexenio zedillista, y se estimaba que al terminar 1999 unos 3 mil 200 soldados que integraban los GAFE's y los GANFE's habían recibido instrucción castrense en Estados Unidos.[18].

Sin embargo, eso no sería todo. A principios de febrero de 1998, William S. Cohen, entonces jefe del Pentágono, informaría al Congreso de su país que “en septiembre de 1997, el cuadro de Distribución y Subvenciones nombró a 74 instructores [de los cuales] 2 son parte del Personal Exchange Program (PEP), un programa de intercambio ‘uno por uno’ de personal de los EE.UU. con personal de otro país. El PEP proporcionó dos instructores de América Latina a USARSA en reciprocidad con dos personas de los Estados Unidos, quienes enseñan en Honduras y México”.

¿Qué enseñaban los instructores de la otrora Escuela de las Américas a los militares mexicanos? El 20 de septiembre de 1994, las Fuerzas Especiales de Estados Unidos habían publicado el Manual de Campo 31-20-3: defensa interna extranjera, tácticas, técnicas y procedimientos para fuerzas especiales; editado en Fort Bragg. El manual tomaba como punto de partida un “análisis histórico, sociológico, económico, político y religioso” elaborado por otro mexicano egresado de USARSA, el general José Rubén Rivas Peña, que serviría de directriz para la creación del Plan de Campaña Chiapas 94. Entre sus disposiciones, el Chiapas 94 prescribe la cooptación secreta de ciertos sectores de la población civil para la creación de fuerzas de autodefensa, conocidas también como grupos paramilitares. Precisamente, al general Mario Renán Castillo se le señalaría como “padrino” de uno de esos grupos.

Según algunos analistas, entre mayo y diciembre de 1997 ocurrieron unos 30 sucesos violentos en las comunidades de Yaxjemel, Quextic, Pechiquil, Yabteclum, Los Chorros, Colonia o Ejido Puebla, La Esperanza, Polhó, Tzanembolom, Majomut, Canolal, Yibeljoj, Aurora Chica, Takiukum, Chimix, entre otros; donde estuvieron involucrados por lo menos unos siete grupos paramilitares. Todos estos eventos vendrían a significarse hacia el 22 de diciembre como la crónica de una masacre anunciada: la matanza de Acteal.

[editar] Entre Acteal y El Bosque

En diciembre de 1997, mientras el Gobierno federal y el EZLN, a pesar de que aún no se hubiera cumplido lo acordado en la mesa anterior sobre derechos y cultura indígena, continuaban sentados en la Mesa de Democracia y Justicia, segunda de los diálogos de San Andrés, un grupo de aproximadamente 60 hombres vestidos con uniformes de campaña negros arribaría en camionetas de la Secretaría de Desarrollo Social al lugar donde entre 200 y 300 personas, refugiadas políticas de la organización Sociedad Civil Las Abejas, rezaban en favor de la paz y del pronto regreso a sus comunidades de origen.

Los hombres, entrenados y acompañados por efectivos del Ejército federal, dispararían sin misericordia sobre la gente, que además estaba en ayuno, por poco más de seis horas, persiguiéndola en cuevas, barrancas y cualquier otro sitio donde intentaran esconderse. Cuando a eso de las 17:00 horas la policía (que se encontraba desde las 10:30, hora en que inició el ataque, a unos 200 metros del lugar de los hechos), decidió entrar a la comunidad de Acteal, en el municipio de Chenalhó, Chiapas, lo primero que hicieron fue levantar los cuerpos ya sin vida para que de aparecer la prensa no los viera. No les serviría de nada, conforme se fueron uniendo las piezas sueltas que distintos informantes dejaron sueltas a partir de sus testimonios se iría descubriendo el grado de complicidad de todas las fuerzas armadas gubernamentales, policías o militares, apostadas en el estado.

El resultado de ésta, la muestra más evidente y dolorosa de la guerra de exterminio orquestada por el gobierno mexicano en contra de quienes simpatizan con el zapatismo, fue de nueve hombres, 21 mujeres y 15 niños asesinados. Cuatro de las mujeres cursaban además entre 10 semanas y cinco meses de embarazo, y sus verdugos, no conformes con quitarles la vida, les abrieron el vientre para arrancarles las semillas que hasta esa mañana germinaban en ellas; sus entrañas quedarían regadas por las paredes y el suelo como enmudecido testimonio de lo que puede llegar a ser capaz la barbarie humana.

Por el número de víctimas y sus edades, pero también por las características del crimen: al más puro estilo de los grupos de kaibiles entrenados por militares estadounidenses en su guerra de intervención en El Salvador; la matanza de Acteal obligó una vez más a los sectores progresistas de la llamada sociedad civil a salir a las calles, hacer acto de presencia en la comunidades de desplazados o realizar las más variadas acciones de solidaridad. De manera destacada, sin ser zapatistas, estuvieron tanto la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas y su obispo, Samuel Ruiz García, quien no quitaba el dedo del renglón hacia la consecución de la paz, como el Gobierno en Rebeldía y su mandatario, el periodista Amado Avendaño, comprometido realmente con la democracia y la lucha autonómica de los pueblos indígenas chiapanecos. Sin embargo, esto no sería suficiente para detener la guerra de exterminio que se cebaba sobre las comunidades indígenas pertenecientes a los municipios autónomos zapatistas.

Taniperla. El 11 de abril, un operativo policial, militar y migratorio desmantela la sede del municipio autónomo zapatista Ricardo Flores Magón. Decenas de indígenas son detenidos y 12 extranjeros provenientes de Bélgica, Estados Unidos y España que hacían labores de observación para la paz son extraditados. Un campamento castrense y un retén policial se instalan en el centro de la comunidad y a su amparo crece en la zona el grupo paramilitar llamado por sus siglas MIRA (Movimiento Indígena Revolucionario Antizapatista).

Amparo Aguatinta. El 1 de mayo, un operativo policial, militar y migratorio de más de mil efectivos desmantela la sede del municipio autónomo zapatista Tierra y Libertad, con un saldo de 63 detenidos, tres heridos, tres mujeres violadas y 140 desplazados. Un campamento militar y varios retenes policiales se instalan en los accesos y en el pueblo. Los miembros del Concejo que no van a la cárcel son perseguidos. Los nuevos patrullajes siembran el miedo en la población y cientos de familias son desplazadas.

Nicolás Ruiz. A las 6 de la mañana del 3 de junio más de dos mil efectivos de la policía y del ejército rodean el pueblo de Nicolás Ruiz, en el municipio del mismo nombre, caracterizado por ser de oposición al PRI y haber apoyado al EZLN. Las fuerzas armadas llegaron disparando gases lacrimógenos e incursionaron con violencia en el centro de la población, golpearon a varias mujeres embarazadas, decenas de personas y niños fueron heridos e intoxicados, las casas fueron registradas sin órdenes de cateo, y todo el dinero y pertenencias de valor fueron saqueados.

San Juan de la Libertad. Tras ocupar la sede del municipio autónomo zapatista en El Bosque, el 10 de junio miles de soldados y policías penetran a las comunidades de Chavajeval y Unión Progreso, en el municipio autónomo zapatista de San Juan de la Libertad, y abren fuego contra los campesinos causando la muerte a nueve indígenas zapatistas bases de apoyo. La gente atemorizada huyó de sus casas y se adentró en el monte. El resultado fue más de mil desplazados, pertenencias robadas y saqueadas, templos y capillas profanadas, animales muertos, cosechas destruidas y robadas también todas las identificaciones personales que existían en las viviendas de la gente.

En tan sólo un año, el costo de la militarización y la guerra de exterminio, amén de los 28 mil millones de pesos mexicanos que el Gobierno federal destinó para apoyar a los gobiernos oficiales de los municipios ubicados en la zona del conflicto, arrojaría nada más en Chiapas un saldo de por lo menos 64 expulsiones de ciudadanos extranjeros, provenientes de Italia, Suiza, España, Noruega, Francia, Estados Unidos y Canadá, entre otros países; 172 operativos policiacos, militares y paramilitares (con la participación del Ejército federal, agentes judiciales, de Seguridad Pública del estado y del Instituto Nacional de Migración, así como de militantes del PRI, PT, PFCRN); casi 500 desplazados, 296 detenidos, 28 heridos, 17 asesinatos y seis casos de violaciones a mujeres. En la mayoría de los casos con participación de las mentadas “fuerzas de autodefensa”, verdaderos grupos paramilitares.

Entre los grupos paramilitares operando en Chiapas, además del priísta Máscara Roja, a quien se le responsabiliza de la masacre de Acteal, se encuentran: Paz y Justicia (dirigido por el entonces diputado local priísta Samuel Sánchez Sánchez). Los Chinchulines, conocido públicamente como Frente Juvenil Revolucionario “Luis Donaldo Colosio”, apoyados por el ex gobernador Elmar Setzer Marseille y aliados de los dirigentes municipales en Chilón de los partidos del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN), Demócrata Chiapaneco (PDCH) y Acción Nacional (PAN). Los Degolladores, relacionados incluso con cuestiones de “brujería”. Alianza San Bartolomé de los Llanos, compuesto por comuneros de los barrios El Paraíso, El Grijalva, El Convento, San Pedro y 3 de Marzo; algunos comerciantes, propietarios y terratenientes de la región y militantes del PFCRN y las llamadas Fuerzas Armadas del Pueblo. Movimiento Indígena Revolucionario Antizapatista, con nexos con el diputado federal priísta Norberto Santiz López. Tomás Muntzer, considerado más un grupo de pistoleros y “guardias blancas” al servicio de los terratenientes de la región, que un grupo paramilitar, en su mayoría priístas. Los Tomates, con presencia en el municipio de Bochil. Los Quintos, que se dieron a conocer en el municipio de Venustiano Carranza a raíz de una agresión contra el perredista Comité de Campesinos Pobres. Los Plátanos, priístas vinculados a los diputados de su partido Alonso López Gómez y Norberto Santiz López. Los Chentes, asentados a un costado de la Base Militar de Los Sabines. Los Puñales, grupo de priístas de la comunidad La Floresta, municipio de Comitán, con apoyo del Ejército federal y la policía de Seguridad Pública. Justicia Social, comandada por los priístas Hernán Villatoro, Horacio Enríquez Escobar e Israel Molina Santiago. La Organización Clandestina Revolucionaria (OCR), guardias blancas que decían tener apoyo del gobernador en turno para poseer armas y hacer con ellas “lo que les viniera en gana”. Los Aguilares, considerado más un grupo de familiares delincuentes; asociado, eso sí, con Paz y Justicia y Los Chinchulines.[19]

[editar] Quinta Declaración de la Selva Lacandona

El 12 de marzo de 1999, 5 mil hombres y mujeres, insurgentes del EZLN, saldrían de los cinco Aguascalientes zapatistas (centros de encuentro político y cultural entre los sectores progresistas de la sociedad civil y el zapatismo) con rumbo a los más de 2 mil municipios del territorio nacional a promover la Consulta Nacional por el Reconocimiento de los Derechos de los Pueblos Indios y por el Fin de la Guerra de Exterminio, que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional convocó en su Quinta Declaración de la Selva Lacandona desde julio de 1998, en el marco del incumplimiento gubernamental de los llamados Acuerdos de San Andrés y la escalada guerrerista emprendida por el Ejército federal, las policías locales del estado de Chiapas y los grupos paramilitares.

Esta vez, las preguntas versarían sobre si se debían o no reconocer los derechos de los pueblos indígenas, si se debían o no cumplir los Acuerdos de San Andrés, si se debía o no retirar el Ejército federal a sus cuarteles y si se debía o no “mandar obedeciendo”. Para ello se llegarían instalar unas 20 mil casillas en torno a las cuales participarían alrededor de casi 28 mil personas de la sociedad civil en la promoción y organización, así como en la certificación de los resultados, que el 21 de marzo, día de las votaciones, recogieron el parecer de 2 millones 854 mil 737 personas en México; 58 mil 378, en el extranjero.

Más de dos mil brigadas serían registradas a lo largo y ancho del país, y 265 en otros 29 países, en un despliegue sin precedentes de organización, movilización, seguridad e ingenio de la llamada sociedad civil mexicana, al margen de los partidos políticos; los cuales, dicho sea de paso, también se preparaban para la elección de sus candidatos presidenciales.

La Consulta de 1999 significará también un acercamiento y el contacto directo entre el EZLN y otros sectores (empresarios, ganaderos, barzonistas, priístas, sacerdotes, religiosos, indígenas y no indígenas, obreros, campesinos, hasta una buena participación de miembros del ejército), que por una u otra razón se habían mantenido al margen del conflicto; implicará así mismo una vez más el rompimiento del cerco mediático gubernamental en torno de la lucha, la palabra y el pensamiento zapatistas, y se convertirá, después de los mismos diálogos de San Andrés, en la muestra más determinante de que la democracia es un ejercicio y no sólo un discurso en toda la praxis zapatista.

Por otra parte, la Consulta llegaría a ser una demostración de fuerza y de capacidad organizativa de la sociedad civil progresista, y un claro mensaje de ésta a todos los niveles de gobierno de que no apostaba por la guerra, pero tampoco estaba dispuesta a que se le escamoteara la posibilidad de una nación con libertad, justicia y democracia verdaderas. Causa de ello fue que en algunas entidades, aunque no las suficientes, las organizaciones pudieron presionar a los medios de difusión a dar una cobertura más o menos objetiva de los trabajos de las y los delegados zapatistas; se hizo una mejor difusión respecto a los contenidos de los Acuerdos de San Andrés que incluyó hasta el montaje de pequeñas puestas en escena, y se construyó un amplio escenario de participación social, cultural y política de sectores generalmente dejados de lado, como mujeres y menores de 18 años, criterio que en México determina la mayoría legal de edad y por ende la “llegada” a la ciudadanía.

Para la sociedad civil y los movimientos de izquierda que en ella se aglutinan, entre las lecciones quizás más importantes de la Consulta están la certeza de que se puede trabajar en colectivo, independientemente de las diferencias de corte ideológico; la experiencia de que el respeto y la tolerancia pueden y deben ser parte de la praxis política; la demostración de que es posible organizarse sin necesidad de acudir a apoyos gubernamentales, y que dicha organización no necesita de momentos coyunturales que la limiten a ser mera reacción, sino acción vanguardista; el reconocimiento de que para la construcción de la democracia no bastan las marchas, los mítines y demás manifestaciones públicas por sí solas, que éstas deben de acompañarse del trabajo desde las bases, desde abajo.

[editar] De máscaras y silencios

Entre marzo de 1999 y julio de 2000, el EZLN pareció disminuir su presencia en los medios de comunicación, lo cual fue leído como “el silencio zapatista”. Sin embargo, este “silencio” no era tal. Haciendo un breve seguimiento de las cartas, documentos y comunicados zapatistas se puede observar que en lo que al proceso autonómico toca, si bien es cierto que quien hasta ese momento había sido el vocero del EZLN, el Subcomandante Marcos, parecía estar “callado”, no sucedía igual con las autoridades de los llamados MAREZ, los Municipios Autónomos en Rebeldía Zapatistas, ni con el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN, pues eran reiteradas sus denuncias acerca de las continuas agresiones que el Gobierno federal dirigía en contra de las comunidades zapatistas o simpatizantes de su lucha autonómica.

Por otro lado, el llamado “silencio zapatista” se rompería también cuando se celebraron encuentros como el Segundo Intergaláctico en España o el Segundo Americano por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, en Belém do Pará, Brasil; y no faltarán los saludos e intervenciones zapatistas y de su propio vocero para con artistas y trabajadores de la cultura, en octubre de 1999, o miembros varios de la sociedad civil reunidos “contra la militarización”, en junio de 2000.

Pero la muestra más clara de que no existía el llamado “silencio zapatista” se tendría de cara a la huelga general estudiantil estallada en abril de 1999 en la máxima casa de estudios del país, la Universidad Nacional Autónoma de México, y ante el pretendido desalojo por parte del Ejército federal de los pobladores de Amador Hernández, una comunidad zapatista que impedía la construcción de una carretera cuya intención parecía ser el saqueo sistemático de la reserva natural en Montes Azules.

[editar] El ¡Ya basta! Estudiantil

El 20 de abril de 1999, estallaría una huelga en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), encabezada por estudiantes que contaron con el apoyo de buena parte de los investigadores y académicos universitarios, así como de la mayoría de padres y madres de familia. El movimiento estudiantil, representado por el Consejo General de Huelga (CGH), declararía en un comunicado que recuerda en cierta manera la redacción de la primera declaración zapatista ser garante “de una de las conquistas más importantes de las luchas revolucionarias de 1910, y de los movimientos estudiantiles de 1929, 1966, 1968, 1987 y 1992 que defendieron y refrendaron este derecho: la gratuidad de la educación”, y demandaría el cumplimiento de un pliego petitorio que pedía la abrogación del Reglamento General de Pagos (RGP), la creación de “un espacio de diálogo y resolución sobre los problemas que enfrenta la Universidad”, el retiro de sanciones y castigos a quienes participaron del movimiento, la recuperación de días de clase invertidos en el movimiento, la anulación de todo tipo de vínculo con el Centro Nacional de Evaluación (CENEVAL), a quien se le responsabiliza de que miles de estudiantes fueran rechazados por la UNAM año con año, y la derogación de las reformas de 1997, que impedían el “pase automático” y la prioridad en la elección de carrera a quienes llegaban del bachillerato de la UNAM, entre otros aspectos.

A los pocos días de estallada la huelga, las posiciones entre quienes estaban a favor y quienes estaban en contra del movimiento y el CGH se habrían de radicalizar. Por un lado, a favor de la privatización de la educación superior, estarían el entonces todavía rector de la UNAM, Francisco Barnés de Castro, y algunos ex rectores recientes, así como casi todas las autoridades académicas y administrativas universitarias; el Gobierno federal y los partidos Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI), y los medios masivos de comunicación, en especial las televisoras privadas. Por otro lado, a favor del derecho a la educación pública y gratuita, estarían madres y padres de familia organizados ya en una asamblea, un número importante de profesores y académicos, comunidades universitarias de otras escuelas del país, organizaciones sociales y movimientos de izquierda, incluyendo al Ejército Popular Revolucionario (EPR), que hizo su aparición a raíz de la masacre de junio de 1995 en Aguas Blancas, Guerrero, y el EZLN; así como algunos medios impresos de comunicación, entre los que destacaría el diario La Jornada.

Pronto, la represión sería el pan de cada día, participando de ella lo mismo fuerzas policiacas tanto del Distrito Federal como del Estado de México, que grupos de “porros”, el equivalente estudiantil a los grupos paramilitares en términos contrainsurgentes, aunque con menos capacidad de fuego y acción. La escalada represiva enfrentaría al movimiento y al CGH con el gobierno de la Ciudad de México, encabezado por el perredista Cuauhtémoc Cárdenas, a quien los estudiantes declararían persona non grata.

Dado que el CGH contó siempre con el apoyo del Frente Zapatista y se hizo presente en Amador Hernández para hacer frente al Ejército federal, el EZLN le manifestaría su apoyo incondicional de manera reiterada. Pero, para finales de 1999 el movimiento estudiantil se presentaría cada vez más dividido y con menos apoyos de la sociedad civil y la izquierda partidista. Con todo, el 12 de noviembre Barnés de Castro presentaría su renuncia y sería reemplazado por el hasta ese momento secretario de Salud de Ernesto Zedillo, Juan Ramón de la Fuente. Sin embargo, los cambios no ayudarían de mucho, pues el 11 de diciembre la represión subiría de tono y serían detenidos 98 estudiantes que habían participado en una manifestación frente a la embajada de Estados Unidos, reivindicando las protestas en Seattle contra la Organización Mundial del Comercio.

El 2000, año electoral, traería consigo la fragmentación del movimiento y su arrinconamiento, que vendrían de la mano de un plebiscito convocado por parte de Rectoría para pulsar la opinión de la comunidad universitaria respecto a la llamada “Propuesta Institucional”, del mismo rector. Diversas voces de personalidades del ámbito cultural se expresaron a favor del plebiscito e hicieron un llamado al CGH a aceptar sus resultados, pues, decían, el movimiento ya había ganado y de no levantar la huelga podría perderse incluso la propia Universidad.

Finalmente, la madrugada del 6 de febrero de 2000 elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP) irrumpirían en la máxima casa de estudios violentando la autonomía universitaria y detendrían a poco más de 700 activistas en una acción que mucho tendría de operativo militar. No sería sino hasta el 23 de abril, que los 3 mil 100 elementos de la PFP que patrullaron Ciudad Universitaria desde el mes de febrero abandonarían las instalaciones para dar paso al reinicio de las actividades académicas y administrativas.

[editar] Julio 2: el ascenso de la derecha

Con el reposicionamiento político que la movilización en el entorno de la Consulta de 1999 le otorgó, el EZLN se colocaría en el patio de butacas del gran teatro de la lucha electoral por la toma del poder y observaría los acontecimientos que enmarcarían las elecciones federales del año 2000. Aquella jornada electoral del 2 de julio, el sistema político de partido de Estado sostenido en la siamésica relación entre el presidente y el PRI, sufriría un golpe para muchos imposible de remontar: el candidato panista a la Presidencia, ex gobernador de Guanajuato y ex gerente de Coca-Cola en México, Vicente Fox Quesada, por su propio esfuerzo y apoyándose más en estrategias mercadotécnicas que en la estructura de su partido, ganaría la carrera hacia Los Pinos. El EZLN no podía hacer menos que reconocer el triunfo en las urnas del candidato de la Alianza por el Cambio y saludaría su actitud pacifista manifestada desde el primer día de su gestión, con el repliegue, que no retiro, del Ejército federal en la zona de conflicto, la designación del ex cocopo Luis H. Álvarez como Comisionado Gubernamental para la Paz y el anuncio de enviar la iniciativa de COCOPA al Congreso.

Para el EZLN, Fox no representaba un cambio real en las relaciones entre gobernantes y gobernados; así que le solicitará tres señales como muestras de voluntad pacífica y política. Una de ellas, la desmilitarización, quedaría reducida al retiro y cierre de sólo siete posiciones de las Fuerzas Armadas federales, cuando según el mismo EZLN hacia diciembre de 1999 había un total de 259 puntos geográficos en Chiapas controlados por el Ejército mexicano. La demanda, según declararía el EZLN en voz de la Comandanta Esther, había sido cumplida; a pesar de que no significó sino el reacomodo de puestos, bases y campamentos en otras zonas de la entidad.

Otra sería la liberación de todos los zapatistas presos en cárceles de Chiapas y otros estados; pero ésta se cumpliría a medias, pues si bien algunos de ellos alcanzarían la libertad, otros seguirían detenidos “por el grave delito de ser zapatistas”. Esto implicaba además violaciones tanto a la Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas [7] como a la Ley de Amnistía, por parte del gobierno panista y su Ejecutivo, cuyo jefe habría de olvidar su frívola promesa de campaña de “resolver el conflicto chiapaneco en 15 minutos”; lejos de cumplir con su compromiso, el primer presidente no priísta en 70 años apostaría por continuar con la estrategia contrainsurgente de quienes le antecedieron en la silla presidencial.[20]

La tercera, que en realidad era la primera, sería el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés con base en la aprobación de la iniciativa de reformas constitucionales que en materia de derechos y cultura indígena había elaborado la COCOPA, y para darle una ayudadita anunciaría la realización de la Marcha por la Dignidad Indígena, mejor conocida como la Marcha del Color de la Tierra.

Ante este anuncio, los sectores más conservadores pondrían el grito en el cielo, pues veían en la marcha una suerte de bola de nieve que conforme avanzara hacia su destino se iría haciendo más grande, reactivándose la movilización social a favor del cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés y quedando en evidencia aquellos legisladores que le habían estado apostando a conservar sus cotos de poder, cometiendo lo que Luis González Souza llamaría “terrorismo legislativo”, “burla al electorado” y “traición a correligionarios”, y no se equivocaban.[21]

[editar] La Marcha del Color de la Tierra

[editar] De Jovel al Anáhuac

Trazando una suerte de caracol en las regiones, sur, sureste y centro del país, 23 comandantes y comandantas del CCRI-CG del EZLN y un subcomandante, representantes de las etnias tzotzil, tzeltal, tojolabal, chol, zoque, mame y mestizo, se dirigieron a la Ciudad de México protagonizando la siguiente de muchas demostraciones de la voluntad zapatista para con la firma de una paz digna y verdadera.

David, Eduardo, Tacho, Gustavo, Zebedeo, Sergio, Susana, Omar, Javier, Filemón, Yolanda, Abraham, Isaías, Daniel, Bulmaro, Míster, Abel, Fidelia, Moisés, Alejandro, Esther, Maxo, Ismael y Marcos recorrería entre el 24 de febrero y el 11 de marzo de aquel 2001 los estados de Chiapas (saliendo de San Cristóbal de Las Casas), Oaxaca, Puebla, Hidalgo, Tlaxcala, Michoacán (donde asistirán al III Congreso Nacional Indígena, en Nurío), Querétaro, Estado de México y Morelos; para, luego de seguir la ruta que Zapata y el Ejército Libertador del Sur tomaran en 1914, llegar al Distrito Federal y tener un acto central en la Plaza de la Constitución, frente a Palacio Nacional.

Un ejemplo de lo sucedido a lo largo del recorrido lo tenemos en una carta que leyera el Subcomandante Marcos en la capital del estado de Morelos, tierra de Emiliano Zapata, General en Jefe del Ejército Libertador del Sur y, según la carta de Marcos, “Mando Supremo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional”. Después de una larga espera, amenizada por músicos de la entidad que entonaban las composiciones más variadas sobre los Acuerdos de San Andrés y la importancia de que fueran respetados, el vocero zapatista pediría a los francotiradores panistas, émulos de los soldados a las órdenes de Guajardo, no disparar hasta que terminara de leer la mentada carta, supuestamente escrita por el mismo Emiliano Zapata.[22]

En ella, el discurso zapatista echaría mano una vez más de su herencia histórica y de su aportación burlona e irreverente a los movimientos de izquierda; hablaría de Fox como de Madero, quien “después de la dictadura quería que todo siguiera igual, o sea que no cambiara nada”, y lo mismo haría con el PRI y Porfirio Díaz. Citaría textualmente al Caudillo del Sur para decir que está “resuelto a luchar con todo y contra todos sin más baluarte que la confianza, el cariño y el apoyo de mi pueblo…”, y agregará que “estos muchachos y muchachas [del EZLN] no se van a rendir ni se van a vender. Pero lo más importante es que no van a perder. Y no van a hacerlo porque yo [Zapata] les he enseñado todo lo que sabemos quienes tenemos a Morelos como cuna y destino”. Ante una audiencia que con cada palabra cabía cada vez menos en sí, como si de lo que se tratara aquello fuera de una fiesta, el Subcomandante zapatista terminaría la lectura con la misma frase con que Zapata había rubricado el Plan de Ayala noventa años antes: “los que no tengan miedo, que pasen a firmar”... cuatro años después, el EZLN en voz escrita del mismo Marcos parecerá decir esto mismo de nuevo respecto a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.

La Marcha del Color de la Tierra concluiría en la Ciudad de México, centro político aunque no geográfico del país, con la participación de la delegación zapatista en la máxima tribuna de la nación: el Congreso de la Unión. Allí, ante la ausencia de la mayoría de los legisladores correligionarios del presidente de la República, la Comandanta Esther y los comandantes David, Zebedeo y Tacho, hablarían al pueblo de México y a algunos de sus representantes en el parlamento, con “palabra de verdad y respeto”.

[editar] “Mi voz no faltó al respeto a nadie, pero tampoco vino a pedir limosnas”

El mensaje central de los zapatistas en el Congreso de la Unión estaría a cargo de la Comandanta Esther; en él, la comandanta hablaría de la situación de la mujer indígena y pondría el dedo en la llaga de la deuda histórica que como nación se tiene para con los pueblos indígenas:

“Mi nombre es Esther, pero eso no importa ahora. Soy zapatista, pero eso tampoco importa en este momento. Soy indígena y soy mujer, y eso es lo único que importa ahora."[23]

La Comandanta Esther también reconocerá que el anuncio de la desocupación militar de Guadalupe Tepeyac, La Garrucha y Río Euseba, y las medidas para que ello se cumpliera no podían pasar desapercibidas para el EZLN: “Las armas zapatistas no suplirán a las armas gubernamentales”.

Ofreció garantías a la población civil de que la fuerza militar zapatista no sería empleada para dirimir conflictos o desacuerdos, e invitaba a la sociedad civil nacional e internacional para que instalara campamentos de paz y puestos de observación civil y certificar así que no habría presencia armada de los zapatistas.

Y solicitó al Congreso de la Unión que facilitase “un lugar dentro de su espacio para que se dé, si así lo acepta el comisionado gubernamental de paz, este primer encuentro entre el gobierno federal y el enlace del EZLN”. La puerta del diálogo parecía abrirse de nuevo.

“Cuando se reconozcan constitucionalmente los derechos y la cultura indígenas de acuerdo a la iniciativa de ley de la COCOPA, la ley empezará a unir su hora a la hora de los pueblos indios. Los legisladores que hoy nos abren puerta y corazón tendrán entonces la satisfacción del deber cumplido. Y eso no se mide en cantidad de dinero, pero sí en dignidad. Entonces, ese día, los millones de mexicanos y mexicanas y de otros países sabrán que todos los sufrimientos que han tenido en estos días y en los que vienen no fueron en vano."

Y, antes de pasar la palabra a los tres comandantes que compartirían con ella palabra y estrado, a modo de despedida, remató:

“Señoras y señores legisladoras y legisladores: Soy una mujer indígena y zapatista. Por mi voz hablaron no sólo los cientos de miles de zapatistas del sureste mexicano, también hablaron millones de indígenas de todo el país y la mayoría del pueblo mexicano. Mi voz no faltó al respeto a nadie, pero tampoco vino a pedir limosnas. Mi voz vino a pedir justicia, libertad y democracia para los pueblos indios. Mi voz demandó y demanda reconocimiento constitucional de nuestros derechos y nuestra cultura. Y voy a terminar mi palabra con un grito con el que todas y todos ustedes, los que están y los que no están, van a estar de acuerdo: ¡Con los pueblos indios! ¡Viva México! ¡Viva México! ¡Viva México!”

[editar] Se cierra la puerta

El 25 de abril, tras el regreso de la comandancia zapatista a Chiapas, el Senado de la República aprobaría con el voto unánime de los cuatro partidos políticos con presencia en la cámara alta (PAN, PRI, PRD y PVEM), un dictamen de ley que retomaría en lo sustancial la propuesta enviada por el presidente Vicente Fox en su papel de jefe del Poder Ejecutivo al Congreso de la Unión; es decir, una iniciativa de ley que dejaba de lado elementos fundamentales de la propuesta elaborada por la COCOPA, como el reconocimiento de las comunidades indígenas como entidades de derecho público, el acceso de manera colectiva al uso y disfrute de los recursos naturales de sus tierras y territorios, y el respeto a la libre determinación de los pueblos indígenas; entre otros.

Tres días después, la Cámara de Diputados aprobaría el dictamen de ley llegado desde la cámara alta, aunque esta vez con los votos en contra de cinco legisladores priístas oaxaqueños y los del PRD y PT en su conjunto. El siguiente paso sería la aprobación del dictamen de ley por los congresos en los estados, lo que sucedería a pesar de que los parlamentos locales de las dos entidades con mayor población indígena (Oaxaca y Chiapas), así como los de Guerrero, Baja California Sur, Hidalgo, Estado de México, Morelos, Sinaloa, San Luis Potosí y Zacatecas la hubieran rechazado. De esta suerte, los congresos de Baja California, Campeche, Chihuahua, Colima, Coahuila, Durango, Guanajuato, Jalisco, Nuevo León, Nayarit, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, Tabasco, Sonora y Veracruz postergarían el pago de la deuda histórica que la nación mexicana tiene para con sus pueblos originarios.

El siguiente y último paso que restaba era la publicación de la reforma constitucional en materia indígena en el Diario Oficial de la Federación (DOF); es entonces cuando el movimiento indígena nacional, que había venido demandando el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, echaría mano de una serie de recursos jurídicos que serían interpuestos por municipios, congresos y comunidades ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), rechazando la llamada contrarreforma indígena; vendría entonces un cúmulo de controversias constitucionales, acciones de inconstitucionalidad y juicios de amparo.

El 14 de agosto se publicaría en el DOF la reforma foxista en materia de derechos y cultura indígena y ello llevaría al movimiento indígena a elevar sus pronunciamientos y denuncias en instancias internacionales. Sin embargo, la SCJN, negando la admisión de pruebas periciales y testimoniales que las autoridades indígenas tenían derecho a presentar, y dando muestras de una insensibilidad y una cerrazón totales, el 6 de noviembre notificaría una resolución negativa a las reclamaciones presentadas, declarando la improcedencia de 322 controversias esgrimiendo que no tenía facultad de control sobre el poder Legislativo.[24]

Con la resolución de la SCJN, se cerraba, pues, la última puerta del Estado mexicano a aquellos que en el Artículo 4º de su Carta Magna reconocía como su propio sustento originario: los pueblos indígenas.

[editar] Aguascalientes

Hacia 1994, en el marco de su llamado a la Convención Nacional Democrática, el EZLN se dio a la tarea de construir un espacio para facilitar el encuentro político y cultural con los sectores de la sociedad civil que según los zapatistas habían detenido la escalada de la guerra unos meses antes. A ese espacio le llamó Aguascalientes, en memoria del estado que abrigara a finales de 1914 a la Soberana Convención Revolucionaria donde se dieron cita, entre otras, las fuerzas más progresistas de la llamada revolución mexicana: los magonistas, los villistas y los zapatistas.

En medio de la ofensiva gubernamental zedillista de febrero de 1995, el Ejército federal avanzó sobre las posiciones zapatistas, entre las que se encontraba la comunidad de Guadalupe Tepeyac, donde el EZLN hiciera la entrega del general retirado Absalón Castellanos al entonces comisionado Manuel Camacho Solís. Guadalupe Tepeyac sería arrasada y su población desplazada a la montaña; y el que fuera el primer Aguascalientes zapatista, sería desmantelado completamente y convertido en cuartel-burdel.

Será hasta finales de 1995 cuando el EZLN propondrá de nuevo a la sociedad civil la construcción de nuevos Aguascalientes, como símbolo de resistencia y rebeldía. Para 1996, los Aguascalientes I (La Realidad), Aguascalientes II (Oventic), Aguascalientes III (La Garrucha), Aguascalientes IV (Morelia) y Aguascalientes V (Roberto Barrios), serán las sedes de las iniciativas político-culturales del zapatismo de ese año: Foro Nacional Indígena, Encuentro Nacional de Comités Civiles para el Diálogo Nacional, Foro Especial para la Reforma del Estado, Primer Encuentro Americano contra el Neoliberalismo y por la Humanidad y Primer Intergaláctico. No será extraño que estos centros culturales, que contaban con auditorios, clínicas de salud, letrinas, bañeras, bibliotecas, gradas, dormitorios, estuvieran siempre rodeados por campamentos y bases del Ejército federal.

Fuera de Chiapas, otros Aguascalientes serían inaugurados por diversas expresiones de la sociedad civil zapatista: CLETA, una organización cultural que entiende el quehacer dentro de las artes escénicas como una posición política necesariamente de izquierda, haría del espacio tomado a la UNAM en la Casa del Lago el primero de ellos; luego, el Frente Popular Francisco Villa-Independiente, en una unidad habitacional construida también sobre terrenos tomados, abriría el Aguascalientes El Molino, donde en septiembre de 1997 se hospedarían los mil 111 zapatistas que acudirían a la Ciudad de México para la fundación del FZLN.

En enero de 1996, el recién electo gobernador en rebeldía de Chiapas, Amado Avendaño, inauguraría otro Aguascalientes en Tijuana, Baja California. En el corazón de Ciudad Universitaria, construido por estudiantes que en su mayoría habían participado de la huelga de 1999-2000 en la UNAM, estaría el Aguascalientes Espejo de Agua, donde la comandancia zapatista daría un mensaje a jóvenes y estudiantes del país en el marco de la Marcha del Color de la Tierra, y lo mismo pasaría en Xochimilco, donde un colectivo de organizaciones indígenas fundarían otro Aguascalientes.

Más efímeros y hasta simbólicos serían el Aguascalientes en Cuernavaca, inaugurado por Genaro, uno de los delegados zapatistas que visitaron tierras morelenses en marzo de 1999 con motivo de la consulta de ese año, y el Aguascalientes del Ángel de la Independencia, en la Ciudad de México. Ambos funcionarían sólo como espacios de información acerca de las declaraciones de la Selva Lacandona y los Acuerdos de San Andrés, así como mesas de votación; luego desaparecerían.

Mucho más activos serían los Aguascalientes en el extranjero; la inauguración de uno de ellos, el de Madrid, en octubre de 2002, daría paso a la convocatoria zapatista de que los pueblos vasco y español celebraran el encuentro Una oportunidad a la palabra, y suscitaría un debate sin precedentes en torno a la lucha independentista de Euskal Herria a partir de que en una carta enviada a Ángel Luis Lara, alias El Ruso, el Subcomandante Marcos llamara “imbécil” a José María Aznar, entonces presidente del Gobierno español; “estreñido” a Juan Carlos I, rey de España, y “payaso grotesco” a Fernando Baltasar Garzón Real, magistrado de la Audiencia Nacional española.

[editar] Caracoles

Entre el 8 y 10 de agosto de 2003, en el hasta entonces Aguascalientes de Oventic, se celebraría la fiesta del nacimiento de los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno (JBG) zapatistas, como culminación de una serie de cambios surgidos en el EZLN y los 27 Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ). La decisión surgiría luego de un largo ejercicio de análisis crítico y autocrítico sobre cómo habían funcionado hasta entonces los MAREZ y los Aguascalientes, los problemas que habían enfrentado y su relación con la sociedad civil mexicana e internacional, y supondría un avance importante en el proceso autonómico que el zapatismo abrazó para con las comunidades y pueblos indios del país, al recoger lo suscrito por el Gobierno federal y el EZLN en los Acuerdos de San Andrés; aunque estos no hayan sido recogidos en la ley correspondiente sobre cultura y derechos indígenas aprobada en abril de 2001.


[editar] Sexta Declaración de la Selva Lacandona

En febrero de 2005, en un comunicado que llamaba “a todos a que se manifiesten, en su tiempo, lugar y modo, en contra de esa injusticia” que fue el desafuero contra el entonces jefe de gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, como parte de una larga intentona por parte de la derecha mexicana para evitar, primero, que fuera candidato a la presidencia de la República y, segundo, presidente electo; el EZLN adelantaría lo que en junio de 2005 sería la Sexta Declaración de la Selva Lacandona:

"Cuando se ve a la izquierda no hay que dirigir la mirada hacia arriba, sino hacia abajo. Lo de arriba es sólo una claudicación con curules y gobiernos, disfrazada de moderna sensatez. La geografía de la izquierda (ojo: hablo del México de principios del siglo XXI) se extiende abajo y suele estar lejos del frenesí de arriba. Y hablo entonces de la izquierda de abajo, la marginada por esa ‘izquierda’ de arriba que tanto agrada a la derecha."[25]

Meses después, como prefacio a la sexta declaración, el vocero zapatista haría pública la opinión del EZLN respecto a las elecciones; pero no sólo: el Subcomandante Marcos hablaría, sobre todo, de los tres partidos políticos que teniendo registro legal contaban con más posibilidades de que su candidato fuera declarado electo a la presidencia de la República en una suerte de “geometría imposible del poder”: el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD).[26]

[editar] La Otra Campaña

Artículo principal: La Otra Campaña
Reuniones de la 'Otra Campaña', agosto 2005
Reuniones de la 'Otra Campaña', agosto 2005

Entre el 5 de agosto y el 18 de septiembre de 2005, el EZLN sostuvo reuniones con organizaciones políticas de izquierda; organizaciones indígenas y pueblos indios; organizaciones sociales y ONG´s; organizaciones, grupos y colectivos culturales y de artistas, y con mujeres, hombres, ancianas, ancianos, niñas y niños que a título individual, familiar, de comunidad, calle, barrio o vecindad habían suscrito la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.

En dichas reuniones, siendo la más numerosa la de organizaciones, grupos y colectivos artísticos y culturales, se abordaron seis puntos que sirvieron para guiar las reflexiones y las discusiones: ratificación, ampliación o modificación de las características de La Otra Campaña; definición de quiénes están convocados y quiénes no; estructura organizativa de La Otra Campaña; lugar especial de las diferencias en La Otra Campaña (indígenas, mujeres, otros amores, jóvenes, niños y otros); posición de La Otra Campaña frente a otros esfuerzos organizativos, y tareas inmediatas.

[editar] Atenco

Artículo principal: Masacre de Atenco

Los días 3 y 4 de mayo de 2006, la Comisión Sexta del EZLN tenía programado reunirse por la mañana con grupos de sexodisidencia, trabajadoras y trabajadores sexuales y luchadores sociales por vivienda digna, en la Alameda Central de la Ciudad de México; evento que sirvió de marco para denunciar la discriminación que aún prevalece respecto a lesbianas, homosexuales, bisexuales, travestis, transexuales y poliamorosos al interior de la misma Otra Campaña; el acoso y la burla por parte de funcionarios públicos locales y federales a trabajadoras y trabajadores sexuales, que se agrava si son seropositivos, y la privatización del Centro Histórico de la Ciudad de México por parte del gobierno local de izquierda, a favor del empresario Carlos Slim Helú, principal promotor del Pacto Chapultepec.

Después visitaría el mercado de La Merced y el barrio de Tepito, donde retomaría las luchas de resistencia del pequeño y mediano comercio frente a las grandes transnacionales de hipermercados y tiendas departamentales. Para terminar con un mitin en la histórica Plaza de las Tres Culturas. Sin embargo, desde la mañana ya se tenían noticias de un desalojo de floricultores adherentes en Texcoco, que derivó en la toma de una carretera federal y cruentos enfrentamientos entre ejidatarios de San Salvador Atenco, integrantes del FPDT y también adherentes, con agentes de la Agencia de Seguridad Estatal mexiquense.



[editar] Notas

  1. Machín, Juan. Hoy, ¿Generación se escribe con Z? Revista Generación Z. Cultura Joven, A.C., 1998.
  2. Para algunos historiadores, la guerra civil conocida también como revolución mexicana terminó cuando ésta, la revolución, se institucionalizó en un partido político que reunió a los sectores sociales del llamado México posrevolucionario: el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Dicho organismo tuvo como antecedente inmediato al Partido Nacional Revolucionario (PNR), creado en 1929 por Plutarco Elías Calles para congregar a los militares que acaudillaban los grupos armados que aún continuaban con la pugna por el poder, y que en 1938 cambiará de nombre para llamarse Partido Mexicano de la Revolución (PMR) y centralizar en torno a la figura presidencial el control de los sectores obrero, campesino, popular y militar; dando paso a la creación del que sería denominado el sistema de partido de Estado en México.
  3. Hija de Carlos Prieto, dramaturgo y hombre de izquierda; paradójicamente, hijo a su vez de Jorge Prieto Laurens, fundador en 1951 del Frente Popular Anticomunista de México, vinculado después a la Liga Mundial Anticomunista (WACL, por sus siglas en inglés), fundada hacia 1966
  4. Comunicado del 10 de noviembre de 2003.
  5. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Título Segundo. Capítulo I. De la soberanía nacional y de la forma de gobierno.
  6. Primera Declaración de la Selva Lacandona. Diciembre de 1993
  7. Subcomandante Marcos. Carta al niño Miguel A. Vázquez Valtierra. Marzo 5, 1994.
  8. Reygadas Robles Gil, Rafael. Abriendo veredas. Vinculando, 1998.
  9. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hijo de Lázaro Cárdenas Del Río, quien consolidara el sistema de partido de Estado cuando siendo presidente de México dispuso la fundación del PMR a partir del PNR, había sido gobernador de su natal Michoacán para luego, en 1998, como candidato a la presidencia, encabezar un movimiento democrático de escala nacional que junto con el estudiantil de 1968 es considerado como uno de los parteaguas de la historia mexicana reciente al resquebrajar el propio sistema político que cimentara su padre. Ése mismo capital político lo llevaría a ser fundador, presidente y líder moral del Partido de la Revolución Democrática (PRD), llegando a ser el abanderado perredista que se convertiría en el primer jefe de Gobierno de la Ciudad de México; puesto que abandonaría para ser candidato presidencial por tercera ocasión en 2000.
  10. Subcomandante Marcos. Comunicado del 26 de febrero de 1994.
  11. Klare, Michel T. y Peter Kornbluch (coord). Contrainsurgencia, proinsurgencia y antiterrorismo en los 80. El arte de la guerra de baja intensidad. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Grijalbo, 1998.
  12. Ronfeldt, David. The Zapatista Social Netwar in Mexico. RAND, 1998
  13. Ibídem.
  14. Benítez Manaut, Raúl. Las Fuerzas Armadas a Fin de Siglo: Su Relación con el Estado, el Sistema Político y la Sociedad. Universidad Autónoma Metropolitana, 1994.
  15. Duque, Rocío. La vida no vale nada… crimen y violencia en el México de hoy. Convergencia Socialista, 1999.
  16. Fazio, Carlos. El tercer vínculo. De la teoría del caos a la teoría de la militarización. Joaquín Mortiz, 1996.
  17. El 17 de febrero de 2001, tras fuertes presiones de organizaciones no gubernamentales y de derechos humanos entre las que destaca la estadounidense SOA Watch, la Escuela de las Américas (llamada por éstas mismas organizaciones como la Escuela de Asesinos) cambió de nombre para llamarse Western Hemisphere Institute for Security Cooperation (WHINSEC); algo así como Instituto para la Cooperación de la Seguridad del Hemisferio Oeste.
  18. Según el periodista español Ignacio Escolar, a finales de la década de los noventa un comando perteneciente a los GAFE´s desertaron para convertirse en "el grupo de sicarios más violento y peligroso de la historia del narcotráfico": Los Zetas, bajo el mando de Osiel Cárdenas, jefe del cartel del Golfo [1]
  19. Hidalgo, Onésimo y Castro Soto, Gustavo. Los grupos paramilitares y priístas armados en Chiapas. CIEPAC, 1998.
  20. Durante el sexenio foxista, el gasto militar se incrementaría diez veces más respecto al ejercido por los dos gobiernos anteriores, de extracción priísta; se crearía la Agencia Federal de Investigación (AFI), que vendría a reforzar las tareas de policía política gubernamentales de la mano del Cisen, y la PFP sería abiertamente utilizada para acciones represivas a lo largo y ancho del país, destacando las intervenciones en San Salvador Atenco, Estado de México, en 2001 y en 2006; la Siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas (Sicartsa), en Michoacán, y en Oaxaca, en contra de la llamada Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), a finales del sexenio.
  21. González Souza, Luis. Desafuero civil. La Jornada, 28 de abril de 2001.
  22. Referencias de compositores, cantautoras, cantantes y músicos mexicanos y extranjeros que le han cantado al zapatismo las hay por decenas. Entre las primeras producciones se encuentra el disco Juntos por Chiapas, editado por Polygram en 1997 bajo el sello “Serpientes sobre ruedas” y reuniendo material de Café Tacvba, León Gieco, Fito Páez, Charly García, Mercedes Sosa, Maldita Vecindad y hasta del TRI, entre otros. Posteriormente, Pentagrama y Producciones Musicales Pirata Emiliano Zapata editarían sus discos Canto de todos y Detrás de nosotros estamos ustedes, donde Daniel Viglietti, Arturo Meza, Santiago Feliú, Gabino Palomares, Panteón Rococó, Los Nakos, Guillermo Velázquez, Salario Mínimo, Óscar Chávez y Los Morales, Fermín Muguruza, Negu Gorriak, Todos tus muertos, Tijuana No y Manu Chao harían lo propio. Por su parte, hombres y mujeres cantautores produjeron discografía donde añadieron temas musicales con la lucha zapatista como musa; es el caso de, entre muchas y muchos otros, Amparanoia, Joaquín Sabina, Francisco Barrios “El Mastuerzo” o Gerardo Peña. En Morelos, Marco Tafolla, Alfonso Maya, Kristos Lezama y Eduardo López “El Guajolote” también le han cantado al zapatismo; de éste último destaca el disco Quitapesares, cuyos temas Calacán, El viaje, 68… ero, San Andrés y Desde mi ronco pecho interpretaría él mismo en el zócalo de la ciudad de Cuernavaca para enmarcar la visita zapatista de 2001.
  23. Discurso ante el Congreso de la Unión. Marzo, 28 de 2001.
  24. Este argumento será dejado de lado por la misma SCJN en su constante defensa para con el gobernador de Morelos, Sergio Estrada Cajigal Ramírez, de cara al juicio político en su contra y posterior suspensión del cargo, ordenado por el Congreso del estado dado su presunta relación con el narcotráfico, haber propiciado ingobernabilidad y generado un conflicto de poderes en la entidad.
  25. Subcomandante Marcos. Abajo y a la izquierda. EZLN, 2005.
  26. Subcomandante Marcos, La (imposible) ¿geometría? del Poder en Mexico. EZLN, 2005.[2]

[editar] Artículos relacionados

[editar] Enlaces externos

[editar] Bibliografía

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